La Ley Federal de Variedades Vegetales: el fuego enemigo

¿Quién alguna vez no ha comprado flores para regalar y busca que sea un regalo para la vista, con pétalos grandes y vistosos? O cuando se elige un frijol se busca que esté limpio, que no se vea viejo, con sabor y color, sin gorgojo. O ¿quien no se ha preguntado por qué las piñas tienen el tamaño exacto para caber en una lata de conservas? Poder elegir entre uno y otro producto por su variedad y calidad se debe a la semilla que usa el productor. Es decir, la producción a gran escala o de autoconsumo está determinada por el tipo de semilla que elijan. En cualquiera de los casos, es necesario contar con instrumentos jurídicos que protejan lo básico de la alimentación de los mexicanos: la semilla.

Las semillas tienen una legislación que protege a los obtentores, es decir a los que tienen patentes por modificaciones, mejoras, o descubrimientos. Se trata de evitar la piratería, que en el campo también se da. La ley no contraviene el uso de semilla criolla que resulta más atractiva para la producción a menor escala, la de autoconsumo e incluso la que está dirigida a un sector social que busca ser congruente con sus posiciones ideológicas. La producción orgánica cuida mucho sus productos porque al no incluirle fertilizantes o herbicidas ni semilla mejorada sabe que su periodo de vida es más corto, pero también muy redituable en términos económicos al responder a ciertos estilos de vida y consumo. La producción a gran escala, la que trabaja para alimentar a las grandes sociedades, la que contribuye para que la balanza agroalimentaria de México sea positiva desde hace más de una década, se inclina por semillas que cumplan con las expectativas alimenticias, patrones de consumo, e incluso características físicas muy específicas, tanto a nivel  nacional como internacional.

El pasado 5 de marzo, en la Gaceta Parlamentaria se publicó una iniciativa legislativa que reforma y adiciona diversas disposiciones precisamente a la Ley Federal de Variedades Vegetales, la que regula el uso y consumo de las semillas. La propuesta fue presentada por el diputado de MORENA, Eraclio Yako Rodríguez, presidente de la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria. Pretende actualizar la Ley para adecuarla a las innovaciones tecnológicas que se han dado en las últimas décadas en materia de semillas, así como fomentar la investigación en variedades que requieren los agricultores, todo para entrar fortalecidos a las competencias con otros países y socios comerciales.

El T-MEC, acaba de entrar en vigor y obliga a nuestro país a estar lo suficientemente blindado para afrontar los embates de sus socios comerciales que frecuentemente lanzan amenazas veladas y directas contra nuestros productores agropecuarios. Sin embargo, la cuatroté ha enfocado sus acciones —que no política agropecuaria ni pesquera— solo al autoconsumo, con programas como “Sembrando Vida”, tan cuestionado por su opacidad y porque no abona a la promesa de suficiencia alimentaria, o el programa de Fertilizantes, señalado por una conformación clientelar del padrón y que revestido de “justicia social” —muy necesaria— pero que solo ha provocado acusaciones de corrupción entre quienes deberían ser beneficiarios.

Cualquier intento por dotar a los productores de innovaciones tecnológicas para fortalecerse, es rechazado de la manera más virulenta. Durante dos semanas, se ha observado una eslabonada y agresiva estrategia para evitar a toda costa la aprobación de la iniciativa a la LFVV. Grupos “ambientalistas”, activistas de la campaña Sin Maíz no Hay País vinculada intrínsecamente con la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo (ANEC), son los protagonistas de la amplia campaña en medios, redes y en todos los foros creados exprofeso para evitar que fuera votada. El mismo Porfirio Muñoz Ledo cayó en el juego al moderar una suerte de “emboscada” disfrazada de foro virtual, cuando incluso desconocía el nombre de la Comisión que propuso la iniciativa. Llevó al diputado proponente a un escenario francamente desventajoso y hasta golpeador. Descarrilaron una iniciativa eminentemente técnica.

Quizá lo más doloroso para el sector agropecuario no es el rechazo a una iniciativa que ya contaba con el respaldo del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) e incluso con la opinión a favor de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), (oficio 213.-118/2020 de la subsecretaría de Alimentación y Competitividad, encabezada por Víctor Suárez) que considera a los objetivos, alcances y contenido de la iniciativa como “pertinentes y oportunos”, dándole así viabilidad y factibilidad, sino la traición al progreso de un sector para favorecer intereses ideológicos impulsados desde los pasillos de la SADER. El mismo diputado Rodríguez identificó, en el programa de Julio Hernández —que se transmite por internet— que el autor de esta andanada es el propio subsecretario Suárez, figura principal de la ANEC y creador e impulsor de “Sin maíz no hay país”. ¿Otra muestra de que el Poder es para poder?

La agricultura de México no es sólo maíz. La cuatroté se olvida de los demás productores ¿No tienen derecho a tener mejores instrumentos técnicos y jurídicos que les permitan un mejor nivel de vida? ¿Por qué esa intención de circunscribirlos y supeditar su supervivencia productiva a las dádivas y subsidios gubernamentales? ¿Cuáles son las oscuras intenciones: producción sustentable y sostenible o que cada quién siembre su milpa?

La cuatroté considera apátridas a los grandes productores, y a todos a los que no estén de acuerdo con sus políticas, porque entonces están contra ella.

@int_rurales