La epidemia de Covid-19 en México, lejos de ser un factor de cohesión que nos llevara a dejar de lado las diferencias ideológicas, ha sido utilizada para acentuarlas, y cae “como anillo al dedo” para quienes pretenden demostrar que hay falta de gobernabilidad y un mal manejo de la política sanitaria contra la epidemia.

Más allá de las discusiones políticas y partidistas, lo cierto es que la conducta de algunos líderes de opinión y la línea editorial de ciertos medios ha provocado no solo el desgaste del gobierno, también está conduciendo al país a una crisis sanitaria, económica y social de la que todos seremos víctimas.

 

El razonamiento motivado

Tal vez líderes de opinión, responsables de la línea editorial de diarios y revistas, políticos de oposición y otras figuras públicas consideren, con base en argumentaciones técnicas y epidemiológicas, que la política sanitaria que se lleva a cabo no es la más adecuada.

Pero la mayoría de los ataques surgen del razonamiento motivado, es decir “el proceso de decidir qué evidencia aceptar con base en la conclusión que uno prefiere”, como lo define el doctor en filosofía Adrian Bardon, en su artículo Coronavirus responses highlight how humans are hardwired to dismiss facts that don’t fit their worldview (Las respuestas al coronavirus resaltan cómo los humanos están programados para descartar hechos que no se ajustan a su visión del mundo), publicado el 25 de junio pasado en The Conversation.

En diarios de circulación nacional se continúa privilegiando la información sobre el número de pacientes contagiados y fallecidos y “la tabla de posiciones mundial”, como si se tratara de una competición deportiva. Asimismo, columnistas y líderes opositores destacan las supuestas contradicciones del doctor Hugo López Gatell (si no usa cubrebocas se le critica, si se lo pone… también); si cambian las predicciones ─no profecías─ del curso de la epidemia… también, sin tomar en cuenta las variables del comportamiento humano.

El estudio del comportamiento humano por las ciencias sociales, precisamente, podría contribuir a mitigar o contener la pandemia de Covid-19, como lo señalan Jay J. Bavel, Robb Willer y otros investigadores en comportamiento social, en su trabajo Using social and behavioural science to support COVID-19 pandemic response (El uso de las ciencias sociales y del comportamiento para apoyar la respuesta a la pandemia de Covid-19), publicado en la revista Nature Human Behaviour de mayo pasado.

Los investigadores advierten que hay muy poca investigación publicada en ciencias sociales sobre la actual pandemia, por lo que se basan en experimentos de laboratorio con escenarios hipotéticos, en estudios correlacionados, como los de la epidemia de Ébola en África, incluso de la influenza española y de otros trabajos del siglo pasado sobre las ciencias sociales y del comportamiento.

 

El papel que nadie juega

En esta revisión, los autores advierten sobre una barrera cultural importante para lograr la acción coordinada: la polarización política. En el trabajo se subraya que “la polarización afectiva [quienes desconfían de los opuestos] tiene consecuencias políticas, como disminuir la confianza, privilegiar las etiquetas partidistas sobre la información política y creer información falsa, que pueden socavar las relaciones sociales y económicas y perjudicar la salud pública”. Además, como se ve en las redes sociales y en los medios impresos, la información se autoselecciona y solo se acepta la información y la opinión acordes con el razonamiento motivado del usuario de las redes y del lector de diarios y revistas.

En esas condiciones, resulta difícil convencer a la población de poner en práctica las medidas higiénico-sanitarias, ya que la lucha contra la pandemia se convierte en un combate políticamente polarizado en el que se pugna por más pruebas de laboratorio o se pide reactivar la economía y cuando se empieza a hacer, se denuncia que se pone en riesgo la salud de los mexicanos.

Van Bavel y colaboradores plantean que sí hay formas de reducir la polarización, si se hace conciencia de lo obvio: que todos enfrentamos el mismo riesgo de contraer el SARS-CoV-2 (virus que causa Covid-19), por lo que ─quiérase o no─ tenemos un destino compartido. Por lo tanto, recomiendan que políticos, medios de comunicación y líderes de opinión resalten la identidad común, “lo cual podría ayudar a reducir la división política en torno al tema”. También plantean: “es probable que sea importante combatir la información errónea que podría generar un razonamiento motivado partidista y creencias inexactas”.

Lamentablemente, tanto los políticos y líderes de opinión, como los columnistas y algunos medios se niegan a jugar estos papeles importantes para mitigar la pandemia, aunque todos salgamos perjudicados o casi todos, porque algunos ya salieron del país.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico