La pandemia ocasionada por el covid-19 ha permeado en todos los campos de la vida humana, incluido el migratorio. Si bien la migración ha sido un fenómeno presente desde el inicio de la humanidad, los factores que la impulsan o limitan se modifican o acentúan con el paso del tiempo en función a las condiciones presentes.

Naturalmente la migración responde a la necesidad de encontrar mejores condiciones laborales o bien, se convierte en una oportunidad de vida cuando se ven vulneradas las necesidades básicas que permiten el desarrollo de una persona. Las circunstancias actuales de emergencia alrededor del mundo motivan el flujo de personas cuando se detecta que se avecinan nuevas realidades relacionadas con el desempleo y la inseguridad. En este sentido, es probable que en fechas próximas se observen nuevas tendencias de movilidad hacia los países que tuvieron mayor éxito en sus estrategias para combatir la propagación del virus o donde la economía se percibe más estable, por parte de ciudadanos en donde la pandemia generó mayor afectación.

Por un lado, es factible un aumento de la migración calificada, conformada por empresarios y empleados de mediano y alto nivel que, derivado de la pandemia, vieron frenadas sus posibilidades laborales y oportunidades de negocio y que buscarán en otros sitios salvaguardar sus capitales. Por otro lado, la migración irregular pudiera tener un repunte provocado por el detrimento de las condiciones económicas y de salud en los sitios de expulsión en las comunidades más vulnerables. En este caso, el aumento de la migración irregular, así como el cierre de fronteras, puede impulsar el tráfico de personas y el desarrollo del crimen organizado, que encuentra en las necesidades de traslado de la gente, una oportunidad para generar recursos.

De acuerdo con datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el coronavirus no ha provocado la disminución de la violencia en México ni en la región del Triángulo del Norte, conformada por Honduras, El Salvador y Guatemala. Si bien la migración de estos países hacia EEUU ha sido la válvula de escape por excelencia ante la falta de infraestructura y empleo suficiente para todos, ahora se convierte en la alternativa más ansiada por los más afectados por la crisis. Así, en la medida en que comience a levantarse el cerco sanitario que separa las fronteras entre países, es probable que se distinga una escalada en los procesos migratorios de la región.

Las crisis del Covid-19 no solo provocará el aumento de la migración de los países latinoamericanos a Estados Unidos. También será visible un retorno voluntario de quienes perdieron sus empleos en los países de destino, como EEUU y que prevén un mayor rendimiento de sus ahorros en sus lugares de origen (esto pudiera explicar el reciente aumento en las remesas recibidas en México en los últimos meses). Asimismo, la falta de empleo en los países receptores de migrantes conducirá al endurecimiento de sus políticas migratorias, que puede provocar un aumento en las deportaciones, así como el bloqueo al ingreso. Particularmente, en el caso de Estados Unidos ya se ha frenado la atención a las solicitudes de asilo, lo que conlleva consecuencias para los países de tránsito, como México. Sin embargo, esta situación no será exclusiva de la región, seguramente se replicará en los diversos corredores migratorios del mundo.

 

¿Una nueva realidad migratoria?

La crisis desatada por la pandemia delineará una nueva realidad en la migración, donde los Estados receptores eleven los controles fronterizos y muestren mayor rigidez frente a los flujos irregulares de personas. Esto significará mayor vulnerabilidad para los migrantes en tránsito, quienes ya enfrentan situaciones de violencia, insalubridad y constantes violaciones a sus Derechos Humanos. De manera paralela, la trata de personas y el crimen organizado que generalmente están presente en los procesos de migración irregular, buscarán aprovechar la situación para su beneficio.

Por lo anterior, la disminución de contagios es clave para la reapertura económica total y el mantenimiento de los empleos en todas las regiones del planeta. El descalabro de las economías y la implementación de políticas inadecuadas para atenuar la pandemia tendrán efectos irreparables en el corto plazo, que pudieran desatar una crisis migratoria global.

 

La autora es coordinadora Académica y egresada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac, especialista en Migración Internacional.