Ni para donde hacerse, ni para donde ver. Todo el globo terráqueo es presa de la pandemia del coronavirus. Los infectados a nivel planetario –al escribir el martes 4 de agosto esta crónica–, superan los 18,178,736 personas y los fallecimientos suman 691,111. Desde Alaska hasta el estado australiano de Victoria el desastre sanitario no perdona a nadie. De las antípodas a las antípodas todos somos víctimas de la misma desgracia. ¿Hasta cuándo? ¿Y las vacunas? Todos hablan de ellas y los políticos –como siempre–, prometen las perlas de la virgen asegurando que sus respectivos pueblos serán los primeros en recibirlas; lo cierto es que –la realidad lo impone–, casi imposible que una sociedad pobre se anteponga a las capitales del primer mundo. Sobre todo, porque algunas de esas vacunas requieren de una doble dosis.

Ante la presión mundial, más de un centenar de laboratorios –públicos y privados–, día y noche trabajan en la elaboración de la vacuna. Muchos se adelantan a los hechos y dan por hecho que la “Milagrosa curación” estará lista antes de fin de año, incluso en dos o tres meses. Pero, no todos son tan optimistas. El lunes 3 de agosto, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director de las Organización Mundial de la Salud (OMS), el funcionario internacional que tanto ha sido atacado por el irascible Donald Trump, lanzó un cubetazo de agua fría a los entusiastas promotores de la vacuna, advirtiendo que hay una serie de vacunas en la fase 3 de sus ensayos clínicos pero que esto no significa que la solución esté a la mano. De hecho, dijo, “no hay solución (silver bullet: bala de plata) en este momento y quizás nunca la haya”.

Las palabras de Ghebreyesus ocasionaron más de un levantamiento de cejas. La frase silver bullet, tiene más de un significado. Para muchos estadounidenses mayores de 50 años, vino a la memoria que las “balas de plata” era las que utilizaba uno más de los héroes del legendario oeste, el “Llanero solitario” (The Lone Ranger) para combatir a los “malos”. Asimismo, otras víctimas del Covid-19 saben que lo “único” efectivo para acabar con los malignos y diabólicos vampiros como Dracula, aparte de un crucifijo es precisamente una “bala de plata”. Folclore urbano en la pandemia, que se presta a mucho rejuego. La eterna lucha del bien contra el mal.

Lo cierto es que Tedros Adhanom manifestó su deseo para que las vacunas en estudio logren evitar infecciones del nuevo coronavirus, pero, aclaró: “los ensayos clínicos nos dan esperanza, pero esto no significa necesariamente que obtengamos una vacuna”. Mientras tanto, el funcionario internacional abundó en que frenar los brotes o el rebrote del virus depende del cumplimiento de las medidas de salud pública recomendadas, el uso de las mascarillas, el distanciamiento entre las personas, el lavado de manos y las pruebas de laboratorio.

En una rueda de prensa virtual, el director de ls OMS aclaró: “El mensaje para las personas y los gobiernos es claro: Háganlo todo”. Con énfasis declaró que los cubre bocas deberían convertirse en un símbolo de solidaridad en todo el mundo. Casi, casi, la recomendación fue hecha para el presidente originario de Tabasco: “Ponte el tapabocas y déjate de tonterías”.

Continuando con el progreso de las vacunas, en el caso de la 4T., diga lo que diga el merolicos mayor y sus acólitos, está en la lista de espera como todo mundo, y algún día le tocará a México la vacunación. Ojalá y usted lo compruebe. Dicho sea, sin pesimismo. Esto nada tiene que ver con filias o fobias, cruda realpolitk, aunque quisiéramos que estuviera lejos del cinismo y de la frialdad calculadora. Al tiempo.

Por la forzosa cercanía con la tierra del Tío Sam, de lo que sucede en la Unión Americana y del (des)gobierno de Donald Trump los mexicanos casi estamos al día, no así de tierras muy lejanas como Australia, donde los temas pandémicos son a la orden del día. El pasado fin de semana el estado australiano de Victoria decretó la situación de desastre tras una oleada de casos de Covid-19 que impactó severamente a Melbourne. Se impuso el toque de queda con facultades especiales a la policía para que, en caso necesario, hagan cumplir las restricciones sanitarias del caso. Medidas que en México ni remotamente se han dispuesto, porque en la “visión de Anáhuac” solo cabe la política del “amor y la amistad”. Y así nos va.

Desde el mes de julio, en la isla continente como en otras partes, se dispuso el confinamiento. Melbourne –la segunda ciudad más grande de Australia, con cinco millones de habitantes y otras áreas cercanas–, registró centenares de nuevos casos de Covid-19 diariamente, lo que obligó al gobierno a decretar un toque de queda nocturno de seis semanas y a prohibir eventos de muchos tipos, como bodas, lo que no había sucedido en lo más crudo de la crisis.

Pero el rebrote hizo necesario medidas más rigurosas, y los australianos únicamente podrán caminar por las calles para efectuar compras de primera necesidad o para hacer ejercicio una hora diaria como máximo. Además, la mayoría de las escuelas y universidades volverán a la enseñanza a distancia desde el miércoles 5 de agosto, no obstante que ha de pocas semanas habían retornado a las aulas; asimismo, las guarderías y otros centros juveniles cerrarán sus puertas desde el jueves 6 del presente mes.

Eso al otro lado del mundo, mientras que Iberoamérica y el Caribe –bien dice el refrán, “al perro más flaco le caen las pulgas”–, se han convertido en la segunda región del planeta más azotada por la pandemia, detrás del Viejo Continente, de acuerdo a un estudio de la Agencia France Presse (Afp), la más antigua del mundo (fundada en 1835 en París, Francia) y una de las principales junto con Reuters, Associated Press (AP), y la española EFE, con oficinas en más de 110 países.

Los datos de Afp, dicen: Brasil, con 2,707,877 infectados, y 94,104 muertos; México, con 439,046 casos y 47,746 fallecidos. Según datos oficiales, estos son los países iberoamericanos más fechados por el Covid-19, seguidos de Perú, que suma 422,183 contagios, y 19,408 víctimas mortales. Sigue Chile, con 359,731 casos y 9,533 fallecidos.

En el reciente mes de julio, con una medida diaria de 2,610 muertos, el número de fallecidos se duplicó.  Por el contrario, el Viejo Continente tiene un balance con 210,567 fallecidos y 3,195,523 de contagios.

Estados Unidos de América (EUA), por su parte, en encuentra en una nueva fase de la pandemia ya que el “virus está extraordinariamente extendido”, tanto en la zona rural como en centros urbanos, de acuerdo a la atacada doctora Deborah Birx, directora de la comisión nacional para la lucha contra la enfermedad.

Birx declaró a la CNN: “Estamos en una nueva fase. Hoy estamos viendo una situación diferente a la que tuvimos en marzo y abril. Está extraordinariamente extendida” en el campo y en las ciudades.

Por su parte, Nancy Pelosi, la presidenta demócrata en la Cámara de Representantes, acusó a la doctora Birx de difundir información falsa sobre la respuesta a la pandemia, que ya ha dejado más de 154,833 muertos y 4,662,860 infectados en el territorio estadounidense, según datos de la Universidad Johns Hopkins, a que ha dado seguimiento al avance del virus en todo el mundo.

La representante Pelosi fue más allá de una simple descalificación de la doctora Brix, y, después de señalarla como la “nominada” del presidente Donald Trump, le denunció como “agente de desinformación” a la que “no le tengo mucha confianza” pues es una “agente de desinformación”…”esa mujer es lo peor. No pueden estar en peores manos” recalcó en la web Político.

Las palabras de la doctora Brix no sólo tuvieron eco en Nancy Pelosi sino también en la Casa Blanca. El lunes 3 de agosto, el propio Donald Trump –que hasta hace pocos días reconoció que utilizar el tapabocas es un asunto “patriótico” y él, por supuesto es un “ciudadano patriótico”–, llamó “patética” a la responsable de la comisión nacional para la lucha en contra del Covid-19, después de que la doctora hizo una sombría advertencia sobre el aumento de los contagios en la Unión Americana.

Colérico, muy a su manera de ser, sobre todo en los últimos días cuando las encuestas le han sido adversas en la carrera por la reelección, Donald Trump consideró como una cobertura mediática demasiado pesimista de su manejo de la pandemia, las palabras de Brix, y que ésta había cedido a la presión parlamentaria para aparecer negativa. “Deborah mordió el anzuelo y nos golpeó. ¡Patética!”, escribió en un tuit el mandatario.

El magnate indicó que la doctora Brix habló tras ser atacada por Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes y jefa de la oposición demócrata en el Congreso, que declaró a la cadena ABC que Birx estaba dispuesta a adaptar sus mensajes para obtener la aprobación de Trump.  Y, ya encarrerado, en plan de ataque, continuó: “Así que la loca Nancy Pelosi dijo cosas horribles sobre la doctora Deborah Birx, insistiéndole en que era demasiado positiva en el muy buen trabajo (sic) que estamos haciendo para combatir el virus de China, incluidas las vacunas y la terapéutica Deborah mordió el anzuelo y nos golpeó ¡Patética!”

Por último, la pandemia ha “exacerbado” la violación de los derechos humanos de los migrantes en América Latina, sobre todo de niñas venezolanas y centroamericanas varadas en distintos países, según advierte la Organización Humanitaria Plan Internacional, que tiene su sede en la ciudad de Panamá. Según. Esta ONG, la situación es especialmente dramática y desesperante con los venezolanos emigrados a Colombia, Brasil, Ecuador y Perú, así como los emigrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala que llegan a México con destino a Estados Unidos de América.

En fin, un estudio reciente de la CEPAL –Comisión Económica para América Latina y el Caribe–, titulado Enfrentar los efectos cada vez mayores del Covid-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones, afirma que 45 millones de latinoamericanos van a incrementar las estadísticas de pobreza, pasando de 185 millones a 231 millones, es decir, 37.3% de la población en la zona. Además, la pobreza extrema crecerá en 28 millones de personas, equivalente al 15.5% de la población latinoamericana. Sin mayores comentarios. ¡Qué panorama! VALE.