Por Jessica De Alba Ulloa y Yussef Farid Núñez Menéndez

 

De la misma forma que los votantes estadounidenses acudieron a las urnas durante la Guerra Civil en 1864 o durante ambas Guerras Mundiales en 1918 y 1944, Estados Unidos llevará a cabo las elecciones presidenciales de 2020 en medio de la mayor crisis de salubridad de la época moderna.

Bajo el temor a un rebrote de contagios de Covid-19 ha surgido un debate sobre cómo conducir la jornada electoral. California, Colorado, Hawái, Oregón, Washington y Utah llevarán a cabo las votaciones por correo. El voto por esta modalidad no será universal, aunque será una alternativa ante el miedo al contagio.

El presidente y candidato Republicano Donald Trump manifestó que con la “votación universal por correo (no la votación en ausencia, la cual es buena), 2020 será la elección más INCORRECTA Y FRAUDULENTA de la historia”. En un tuit preguntó de manera retórica sobre la posibilidad de suspender las elecciones hasta haber mejores condiciones sanitarias. Sin embargo, la fecha electoral se establece por mandato constitucional y para modificarse, necesitaría de una reforma.

Efectivamente, en Estados Unidos ha habido fraude electoral. El fraude es un delito que involucra una conducta que corrompe el proceso de obtener y marcar boletas, el conteo y la certificación de los resultados electorales o el registro de votantes. Implica irregularidades por parte de votantes individuales o grupos organizados. En 2005, el ex presidente Jimmy Carter participó en la Comisión para la Reforma de las Elecciones Federales, en la que un hallazgo fue que la votación por correo “aumenta la preocupación por la privacidad, ya que los ciudadanos que votan en casa pueden verse presionados para votar por cierto candidato y aumenta el riesgo de fraude”. Por ejemplo, se han reportado fraudes en campañas locales en el condado Orange, California (1996); Washington (2004) y en Minnesota (2008).

Para la votación por correo los escenarios de fraude se pueden minimizar con la imposición de requisitos, como por ejemplo el vigente en 11 estados que instruye a los votantes a tener al menos un testigo para firmar sus sobres de devolución. Este es un tema contencioso. Hasta el momento hay docenas de demandas con demócratas que buscan eliminar las restricciones de votación por correo, acusándolas de inconstitucionales, mientras que los republicanos intentan preservar las leyes que protegen contra el fraude electoral. La realidad es que los registros de votantes residentes por municipio no están al día, lo que quiere decir que un votante puede recibir más de una boleta y votar en varios estados; o bien, que sigan votando cementerios enteros. Esto sucede y sin poner candados adecuados, seguirá ocurriendo y hasta podría incrementarse. También hay que tomar en cuenta la eterna discusión sobre imponer el requisito de una identificación, medida a la que los demócratas también se oponen por considerar que afectaría a sectores sin recursos, un argumento sin sustento.

Cabe señalar que diferentes estudios corroboran que las tasas de participación tienden a ser más altas en los estados que realizan elecciones por correo. También muestran que las regulaciones que previenen el fraude aumentan la tasa de participación de los votantes. Sin embargo, no hay nada concluyente sobre el efecto en el resultado partidista. Tampoco da ventaja a ningún grupo étnico, económico o de edad en particular. Algunos analistas mencionan que puede representar barreras adicionales para quienes no hablan inglés, lo que es paradójico dado que para ser ciudadano es obligatorio hablar dicha lengua. Otros investigadores concluyen que los votantes blancos y personas mayores tienen más probabilidades de preferir la votación por correo, mientras que otros datos muestran que, a pesar de ser el grupo demográfico más propenso a aprovechar la votación por correo, el grupo de edad que más se opone a la votación por correo expandido son los mayores de 65 años.

El fraude electoral se coloca en la agenda política sobre todo en estados estratégicamente importantes para motivar a las bases antes de las elecciones. Hasta la fecha, salvo en los seis estados mencionados, votar por correo será para ciudadanos que lo pidan y cumplan con algunas características, como ser mayor a 65 años, estar enfermo o vivir fuera del estado donde está registrado, prácticas cotidianas en las elecciones mediante la votación en ausencia. La diferencia con la votación por correo estará en los controles que se logren aplicar para hacerla más segura.

 

Sobre los autores:

Jessica De Alba Ulloa es investigadora, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Yussef Farid Núñez Menéndez es alumno y presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.