En el papel lucen como un trabuco. Bueno, unos menos que otros pero ahí están. Son los nuevos trece vice presidentes de la otrora aguerrida Coparmex nacional.
Destacan cracks como Alberto López de Nava, presidente del poderoso grupo automotriz Alden y Guadalupe de la Vega Arizpe, una de las empresarias más prestigiadas de Chihuahua.
Pero en el elenco también hay empleados —con muy buen sueldo, pero empleados— como Alfonso Garza, vicepresidente de negocios estratégicos de Femsa, y Mauricio Doehner, vicepresidente de comunicación corporativa y asuntos públicos de Cemex, que en 2015 formó parte del equipo de la candidata perdedora por el PRI a la gubernatura de NL, Ivonne Álvarez, como coordinador de consulta pública.
Les platico: Sin mencionar nombres, López Obrador declaró el 17 de octubre del año pasado lo siguiente:
“Hay empresarios que tienen una doble chaqueta: por un lado, líder empresarial; por el otro, líder partidista. Pero además simulan que son independientes, cuando en realidad tienen posturas políticas. Hay algunos que hasta ya están aspirando a ocupar cargos, ya todas sus actitudes y sus declaraciones tienen que ver con eso.
“Los conozco, aunque se disfracen, y ya andan buscando eso. Entonces, por eso agarran estas banderas, pero yo considero que no es legal, no es legítimo. ¿Cómo van a representar así a los empresarios?”
A ver, Andrés Manuel, ¿de cuándo acá el papel de los empresarios no debe ser político, si gran parte de la vida de sus negocios trasciende el ámbito privado y se desenvuelve en la cosa pública?
El gran problema de México y su retraso en muchos sentidos se debe precisamente a que hemos dejado a los políticos la exclusividad de un rol que es inherente al ciudadano.
¿Por qué miles de empresas mexicanas son modelo de rentabilidad en el mundo? Porque son administradas y operadas por gente talentosísima.
El clamor generalizado de millones de mexicanos es ¿por qué los gobiernos federal, estatales y municipales están plagados de ignorantes y corruptos que quiebran y degradan todo lo que pasa por sus manos?
Porque los santones de la IP que mangonean a los organismos intermedios del sector privado, no quieren enlodarse inmiscuyéndose en política.
Mauricio Doehner lo hizo a título personal en el 2015 y pidió licencia en Cemex para integrarse a la campaña de la candidata priista Ivonne Álvarez que perdió feo ante el Bronco, pero ahí quedó la experiencia.
A lo mejor si se hubiera fogueado más en esos menesteres estaríamos hablando de otros resultados, pero si no lo hizo antes él ni ninguno de sus colegas empleados de las grandes corporaciones, es porque los patrones de la IP creen erróneamente que la política es para los políticos y no para ellos.
En la última convención nacional de Coparmex de noviembre del año pasado en Monterrey escuché al Diablo José Antonio Fernández, presidente de Femsa y a los dueños de varias empresas de primer nivel que fueron invitados como expositores, recitar un guión en todas sus disertaciones:
“El empresario debe participar en temas públicos, más no en política”. Y ese es el grave error que están cometiendo.
Por eso la 4T está plagada de ineptos en todas las secretarías. Vaya, hasta al que era más o menos bueno para los negocios se volvió malo apenas lo absorbió el gobierno republicano morenista: Poncho Romo es hoy una sombra de lo que fue en sus años dorados.
He criticado a los líderes postrados de la IP que en vez de cuestionar las erráticas políticas económicas, de seguridad, salud y educación, le celebran a AMLO sus ocurrencias y terquedades.
Lo que menos les he dicho es que están renunciando a operar como contrapeso del inconmensurable poder que acumula López Obrador en los tres poderes e incluso en los órganos electorales y de regulación.
El colmo es que ya están tejiéndose las telarañas para hacer caer en la red la autonomía del Banco de México, tal como lo narré en anteriores artículos.
Veía con esperanza el rol crítico de Gustavo de Hoyos Walther, presidente nacional de Coparmex, pero a raíz de la reforma de las pensiones decretada por la 4T para que los empresarios y los trabajadores paguen el pato —no el gobierno— noté como que le bajó a sus ímpetus.
El sindicato patronal se sumó al coro de alabanzas de los otros organismos de la IP, que festejaron la reforma, a sabiendas de que todo el peso de la carga incrementada de las participaciones caerá sobre las espaldas de los empresarios y de los trabajadores, no del gobierno.
Otro defecto de Coparmex, del CCE, Concamin, Concanaco y hierbas similares, es servir mayormente a los intereses de las grandes empresas.
Más de ocho millones de pymes claman por representatividad y defensa de sus intereses, ante el avasallante galopar de los esbirros del SAT que están acabando con las reservas de quienes dan jale al 80% de los mexicanos.
Si la renovación de las trece vicepresidencias nacionales de Coparmex no cambia el rumbo, dicho organismo y sus similares seguirán ganándose el desprecio de los micros, pequeños y medianos empresarios.
Si los representantes de los órganos de la IP siguen creyendo que la política no es para los empresarios, se los va a cargar el payaso, más que el bicho.
Si las declaraciones amenazantes de López Obrador en contra del empresariado los sigue asustando, entonces no merecen siquiera que se les llame “líderes”.
Gustavo, el que AMLO te haya señalado —sin mencionarte— como que juegas con la chaqueta de la IP y tienes una postura política, tómalo como un elogio.
No te amilanes. Súbele dos rayitas a tu ímpetu. Vístete sin recato de los colores de algún partido o dale en forma independiente, pero no dejes pasar la gran oportunidad de las elecciones del 2021.
DETONA tu potencial político. Hazlo no solo por tus representados de la IP. Hazlo por los millones de mexicanos que están volteando todos los días para los cuatro puntos cardinales buscando a quien seguir.
Has que DETONE la fuerza de los millones de trabajadores a los que tus empresas y las de tus colegas les dan chamba.
No se te olvide —ni a tus trece nuevos vice presidentes— que Coparmex es un SIN-DI-CA-TO y como tal debe meterse de lleno a hacer política.
CAJÓN DE SASTRE
“Ya vamos tarde, pero no le hace. Éntrenle y nosotros, también”, dice la irreverente de mi Gaby.
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