Lo que debía ser un tranquilo vuelo de cuatro horas, el jueves 20 de agosto, entre Tomsk y Moscú, se convirtió en una pesadilla que pudo tener un desenlace fatal. A bordo de un avión de la línea aérea rusa S7, viajaba el activista ruso Aleksei Navalny, de 44 años de edad, que en ocasiones anteriores ya ha sufrido varios incidentes que afortunadamente no han terminado con su vida, en compañía de su vocera Kira Yarmysh. Al poco tiempo de vuelo, Navalny empezó a sentirse mal, al grado que el piloto de la aeronave decidió hacer un aterrizaje de emergencia en la ciudad siberiana de Omsk. Al llegar a tierra inmediatamente fue conducido a un hospital donde le dieron los primeros auxilios. En apariencia era un problema diabético. Pero, Yarmysh dijo a la prensa que posiblemente había sido envenenado con un té que Aleksei tomó poco antes de iniciar el vuelo.

El personaje en cuestión, hay que saberlo, Aleksei Navalny es un abogado que ha ganado popularidad por realizar videos en los que denuncia la corrupción del régimen ruso encabezado por Vladimir Putin. Ha intentado participar en comicios presidenciales y parlamentarios, pero las autoridades no se lo han permitido. No obstante, en 2013 participó en las elecciones por la alcaldía de Moscú en las que obtuvo el 27% de los sufragios. Por tomar parte en manifestaciones de protesta, en más de una ocasión ha sido detenido. En la más reciente, aseguró que fue víctima de un envenenamiento cuando estaba en la cárcel. Su caso no es único. Otros opositores de Putin —por lo menos diez—, han sido víctimas de ataques similares, algunos por causa desconocida y otros en los que se determinó definitivamente que se utilizó veneno, incluido el Novichok.

 

Al tema: en el hospital de Omsk los laboratoristas no encontraron indicios de veneno. Lo cierto es que el opositor entró en coma inducido y gracias a la intervención de mandatarios extranjeros, como Angela Merkel, canciller de Alemania, el adversario de Vladimir Putin pudo ser trasladado a un hospital de Berlín, dos días más tarde. Con la intervención de la ONG Cinema for Peace, con sede en la capital germana, se organizó el viaje. Se le internó en la clínica berlinesa Charité, y un laboratorio especializado del ejército alemán pidió efectuar pruebas de toxicología más precisas. Los resultados de los análisis demostraron que los rastros hallados en el cuerpo del tenaz crítico del Kremlin “no dejan lugar a dudas” del envenenamiento con una sustancia que bloquea la interacción entre nervios y músculos y, en consecuencia, provoca el colapso de muchas funciones del organismos humano. Al parecer, una versión del Novichok, sustancia inhibidora de una enzima humana, incorporada por la Unión Soviética al arsenal de sus tropas químicas en los años 70 y 80 del siglo XX.

Una portavoz de Charité informó a la prensa que “el efecto del veneno ha sido comprobado por varios laboratorios independientes”. En tanto, Navalny “es tratado con atropina, para contrarrestar el efecto” explicaron los médicos. Aunque el estado del paciente es grave, aseguraron los directivos de la clínica que “no existe peligro de muerte”, pero no saben si sufrirá secuelas en el futuro, especialmente en el sistema nervioso. En el momento de escribir este reportaje, diecinueve días después, el activista despertó del coma, en medio de las crecientes tensiones entre el gobierno de Putin y las potencias occidentales que tienen en vilo desde 2019 la construcción del gasoducto Nord Stream 2 —de 1,230 kilómetros de longitud— que duplicaría la capacidad de la ruta submarina existente desde los campos rusos a Europa.

La esposa de Alexei, Yulia Navalnaya, y su ayudante, Leónid Volkov, que ya se encuentran en Berlín, desconfiaron de la atención médica en Omsk, y manifestaron que el opositor sobrevivirá al envenenamiento pero que estará ausente del escenario político durante uno o dos meses, por lo menos. Como sea, la desconfianza priva alrededor de Navalny, por lo que los elementos de seguridad lo cuidan días y noche. Además, Navalnaya aseguró que el traslado de su esposo a Berlín se retrasó por razones políticas, con el fin de ganar tiempo para que la posible sustancia tóxica se disolviera y no pudiera ser detectada. De tal forma, Yulia dijo a la prensa que al principio, en Omsk, se le impidió hablar con su esposo y después no se pudo comunicar con los médicos germanos que se desplazaron hasta Siberia para trasladarlo a Berlín. Antes de que el opositor saliera del hospital ruso, los directivos manifestaron que fueron ellos los que lograron salvarle la vida con grandes esfuerzos. Pero, esta versión no fue creída por los familiares del opositor ni por sus ayudantes.

Ya en Berlín, el portavoz de Charité informó que la atención a Navalny había sido consensuado con su esposa. Hace dos años, en el mismo hospital, se trató a otro paciente ruso víctima de envenenamiento, el también activista Piotr Wersilow, del famoso grupo Pussy Riot (Rebelión de la vagina), que en el año 2012 logró popularidad internacional por su actuación en la catedral Cristo Salvador, de Moscú, que fue castigado por las autoridades moscovitas por “escándalo” con dos años de cárcel. Tres jóvenes del grupo fueron sentenciadas, aunque no todas purgaron el mismo tiempo de prisión.

La organización Cinema for Peace organizó el traslado aéreo médico desde Rusia, pero no se sabe quién lo financió. El lunes 24 de agosto, Steffen Seibert, vocero de la cancillería alemana, explicó que el gobierno germano cree que “Navalny no se ha envenenado de forma accidental, sino que alguien lo haya hecho de forma deliberada, de lo cual por desgracia en la historia reciente rusa hay varios ejemplos”. No solo el opositor Alexander Litewinenko, sino también la periodista Anna Politkowskaya, envenenada antes de ser asesinada a tiros.

En tales circunstancias el gobierno alemán aseguró que Navalny fue envenenado con una sustancia utilizada en la producción de armas químicas y que pertenece al grupo del agente tóxico Novichok. “Nos consterna —agregó Seibert—, que Navalny haya sido víctima de un atentado con armas químicas. El gobierno alemán condena entre atentado de la manera más drástica y el gobierno ruso está llamado a pronunciarse sobre el caso”. El Novichok es un agente nervioso desarrollado por la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), en los años 1970 y 1980 y está detrás de importantes casos de envenenamiento de activistas rusos. Los expertos aseguran que el agente tiene una toxicidad tan elevada que no hace falta tomarlo porque traspasa la piel.

Por lo menos así lo aseguraron en 2018 expertos británicos al analizar el caso del ex agente ruso, Sergei Skripal, de 66 años de edad, y su hija Yulia, de 33, que fueron hospitalizados en estado crítico en Salisbury, Inglaterra, tras sufrir en marzo de aquel año una intoxicación con la misma sustancia. Hace dos años, el gobierno británico señaló al régimen del presidente ruso Vladimir Putin como “altamente probable” de ser el culpable del envenenamiento de los Skripal.

Además, un científico de la desaparecida Unión Soviética (en 1991), que tomó parte en el desarrollo del Novichok y divulgó la fórmula en 2007 consideró que la comunidad internacional deberían haberlo prohibido hace muchos años, ya que fue concebido como un “arma de destrucción masiva”. Tanto así que a diferencia del gas sarín, que necesita una concentración de 0,2 miligramos por kilo para ser letal, al Novichok le es suficiente con 0,01 miligramos para colapsar el sistema respiratorio, ralentizar el ritmo cardiaco y provocar la muerte en cuestión de minutos.

En fin, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPÁQ), en 2019 actualizó, por primera vez desde 1997, su lista de sustancias prohibidas con el Novichok: sus 193 estados miembros acordaron, por consenso, agregar esta sustancia al anexo 1, donde se recogen tres listas que enumeran los químicos tóxicos y sus precursores, como el gas sarín o el cloro, respaldando así una propuesta encabezada por Holanda, Estados Unidos de América y Canadá.

Después, y con una postura aún más firme, la canciller Angela Merkel aseguró que el envenenamiento de Navalny tendrá una “respuesta común adecuada” porque atenta contra los “derechos y valores fundamentales” … “fue víctima de un crimen, y en este caso hay graves preguntas que solo el gobierno ruso puede y debe contestar”. “Esperamos —dijo—, que Moscú lo aclare, porque el mundo espera una respuesta”. La canciller agregó que su gobierno ya se había puesto en contacto con sus socios europeos (la UE) y con sus aliados en la OTAN para ponerles al corriente, así como con el Bundestag y con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas para discutir “una reacción conjunta apropiada.

Los informes sobre la lenta recuperación de Navalny se conocieron al tiempo que la oficina de la canciller Angela Merkel anunció que podría estar dispuesta a reconsiderar la suerte del gasoducto Nord Stream 2, que pasará por debajo del Mar Báltico y enviará gas a Alemania y el resto de Europa, sin cruzar por Ucrania.

Angela Merkel ha sido muy clara en este asunto. Vladimir Putin sabe que, si Berlín no recibe respuestas de Moscú, la canciller podría cambiar su respaldo al proyecto del gasoducto, que hasta finales de agosto pasado había mantenido pues en él participan un centenar de empresas europeas y casi la mitad son alemanas.

El proyecto del Nord Stream 2, además, ya ha tenido amenazas de sanciones por parte de Estados Unidos de América (EUA) —no podía ser de otra manera, claro está—, que cree que hará a Europa energéticamente más dependiente de Rusia y lo considera como un competidor de sus propias exportaciones de gas natural licuado al continente. Por esto, Donald Trump, en plena campaña electoral, metió la mano en el asunto y dijo que “está de acuerdo con que Alemania cancele el proyecto” … “He apoyado esa posibilidad. Fui el primero en mencionarlo”. Sin duda, Trump el ave de tempestades, no podía actuar diferente.

Por último, otros mandatarios europeos que metieron baza en el caso Navalny, son el francés Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Boris Johnson, quienes telefónicamente “expresaron su indignación por el ataque  al activista, y reiteraron que Rusia debe explicar urgentemente cómo el líder de la oposición fue envenenado con Novichok”.

Y Putin por vía de su portavoz, Dmitry Peskov, aseguró que no ve ningún riesgo de que Alemania cancele el Nord Stream 2 y que “cualquier intento de asociar a Rusia o el liderazgo ruso con lo sucedido es inaceptable para nosotros, es absurdo”. La vieja historia de siempre. VALE.