En el partido dominante no existen incentivos para el acuerdo y la negociación, después de haber tenido un par de dirigencias fuertes y claras, han transitado por un sinfín de desencuentros que han agravado sus grietas y desencuentros.

Hace más de un año desde Palacio Nacional les sugirieron abiertamente cual tendría que ser la solución “hagan una encuesta”, sin embargo, no hubo posibilidades de acuerdo, se ignoró el diálogo y la posibilidad de crear un balance entre las fuerzas internas para llegar a una solución medianamente aceptable, en política no existen las soluciones perfectas.

Los partidos políticos al ser entidades de interés público, en América Latina por lo menos, son los principales pivotes de gobernabilidad, el que el partido en el poder no sea capaz de acordar un cambio de dirigencia, genera incertidumbre en el actuar de sus ejecutivos el federal, locales y municipales, también trastoca su representación en el legislativo y ello afecta a la república en su totalidad.

Después de haber ganado las elecciones de 2018, contrario a lo que dicta la lógica partidista, la cúpula dominante decidió cerrar la posibilidad de nuevas afiliaciones, aseguraban que con ello se impedía que intereses ajenos a su proyecto intervinieran en su vida interna, cosa extraña, simpatizantes y ciudadanía en general se quedaron sin la oportunidad de adherirse al proyecto político que había arrasado en su primera elección y que al mismo tiempo era una extraña amalgama de cacicazgos locales y gremiales, repetición única de lo que fue el PRI en sus primeros años.

Al mismo tiempo decidieron detener el desarrollo de su escuela interna de cuadros, grave error, sus principales políticos habían emigrado a los primeros y segundos niveles de la administración pública federal, sus fuerzas básicas necesitaban entrenamiento y capacitación en muchos temas, no la recibieron, decidieron entonces organizar “grupos de defensa” en muchos y variados distritos, sin embargo, ello impide la profesionalización de la burocracia interna del partido, necesaria en toda organización.

Ante la falta de un liderazgo fuerte, corrientes internas se fueron balcanizando, cabe recordar que “origen es destino”, un día si y otro también aparecían grupúsculos sin nombre pero que obedecían a un político encumbrado, algo muy parecido a lo que sucedió al interior del PRD, del cual vienen la mayoría de ellos, incluso lo prohibieron, pero no hicieron caso a sus propias reglas. A todo lo anterior se añade la presión que a diario hacen los famosos “fundadores”, aquellos que sienten tener un mejor derecho que los demás y que a toda costa impiden la renovación de las élites internas de su partido.

Los estatutos internos del partido dominante no han evolucionado, y probablemente al menos para la elección de 2021 ya no les sea posible, la fórmula que los llevó al triunfo es un prontuario difícil de descifrar pero es un recetario perfecto para organizar elecciones municipales, es obvio, el arreglo inicial y las negociaciones con organizaciones en extremo pragmáticas que decidieron seguirlos, necesitaban reglas medianamente claras para poder participar en su primera elección presidencial, pero eso ya cambió, los documentos internos de todo partido político están diseñados para cambiar según la coyuntura, muestra de ello es que los principales partidos opositores se dieron el tiempo para hacerlo y para procesar sus diferencias.

Uno de los actuales contendientes, calificó a su propio partido como un membrete sin vida, de hecho lo son, no es que sea una organización secreta inexpugnable, simplemente no hay órganos internos que le den vida, han desperdiciado casi dos años en ponerse de acuerdo solamente en la posibilidad de elegir una dirigencia, acordar como van a funcionar al interior, como se van a organizar, a falta de una burocracia interna altamente profesionalizada, y sin la posibilidad de insertar el nombre e imagen del jefe del ejecutivo en la boleta o en la consulta, aquello no pinta orgánicamente bien. Se les olvida que la ventana legal para estos cambios se abrió y se cerró al iniciar el proceso electoral federal.

Al final todo acabará en tribunales, y no será fácil la reconciliación. En palabras de Marc Bassets las intrigas, las frases envenenadas y las puñaladas traperas son desde tiempos inmemoriales, indisociables de la lucha por el poder, pero hay un límite…

@DrThe