En el lobby de la Sala 1, Jorge Stahl, de la Cineteca Nacional, a un lado de la Galería, en la que sigue mostrándose la impresionante exposición “Buñuel en México”, se montó la modesta exposición “Las Máscaras de la Clase Media”, dedicada a Jaime Humberto Hermosillo (22 de enero de 1942, Ciudad de Aguascalientes, México-13 de enero de 2020, Ciudad de Guadalajara, México). Con Hermosillo charlé, varias veces, sobre cine (tenía una amplia cultura cinematográfica) y sobre su película Escrito en el cuerpo de la noche (2000).
Los textos, las fotos, los carteles y la filmografía, son una interpretación de la concepción, de uno de los realizadores más importantes de la Historia del Cine Mexicano, sobre la conducta individual (su interioridad subjetiva, sus fantasmas subconscientes) y social (su reacción ante las normas establecidas, su manera de enfrentarlas) de la Clase Media.
“A lo largo de su trayectoria que recorrió más de cuatro décadas, Jaime Humberto Hermosillo logró uno de los universos fílmicos de mayor solidez dentro de la cinematografía mexicana. La pasión de Hermosillo comenzó en su natal Aguascalientes, cuando escapó de la escuela para correr al cine Rex y disfrutar de la serie de Flash Gordon, de los westerns de John Ford y de los coloridos musicales de Vicente Minnelli. Mientras la nueva ola francesa cambiaba la forma en que se hacía y entendía el cine, Hermosillo emigró a la Ciudad de México. Trabajando como contador, encontró a través de la escritura la forma de relacionarse con el cine. Ingresó al primer curso del, entonces, recién nacido Centro de Estudios Cinematográficos de la UNAM.
Después de tres años y algunos cortos realizados, Hermosillo se aventuró en la realización de su primer largometraje: Los nuestros (1969). Esa fue la primera piedra de su universo fílmico, un retrato demoledor de los peores vicios privados y virtudes públicas de la clase media mexicana. Con esa cinta, Hermosillo se integró a la generación de directores mexicanos que en los setenta impulsaron un intenso cambio formal y temático para una industria fílmica anquilosada en sus propuestas. A la par de cineastas como Arturo Ripstein, Jorge Fons y Felipe Cazals, Hermosillo sorprendió con obras como La pasión según Berenice (1975), Matinée (1976) y Naufragio (1977). Cuando por causa de un progresivo desmantelamiento del cine estatal, ocurrido a fines de esa época, Hermosillo encontró en el cine independiente y la producción en cooperativa la posibilidad de continuar filmando.
Las apariencias engañan (1977) y María de mi corazón (1979) se realizaron mediante esa forma de producción. Hermosillo fue un autor que persistentemente se propuso retos creativos. Sus cintas plantean temáticas clandestinas y desean explorar distintos derroteros estéticos o técnicos. Pude ser la inmovilidad de la cámara como en La tarea (1990) o el desarrollo de un tono narrativo corrosivo para expresar el drama y la comedia como en Doña Herlinda y su hijo ( 1984). Pero en el fondo, el hilo conductor de toda su filmografía fue siempre una irrefrenable pasión por fraguar imágenes cuestionadoras y urdir historias rebeldes que pusieran en peligro la recatada tranquilidad de los espectadores.”
“A favor o en contra de nuestra voluntad, el cine de Jaime Humberto Hermosillo se mueve entre nuestros más profundos prejuicios y se toma la atribución de burlarse de ellos. Siempre congruente con su enfoque rebelde y siempre inconforme con las hipocresías de la sociedad mexicana, sus películas revelan el punto débil de una humanidad establecida en un orden convencional aparente. No por azar sus personajes llevan durante mucho tiempo una carga de reglas políticamente correctas y sufren de pronto un desdoblamiento que los debate entre la seguridad de su mundo originario y la satisfacción inmediata de sus deseos. Aquellos quienes viven inmersos en la clase media son condenados a vivir apartados de las clases altas, pues se saben dueños de un defecto físico o de una pasión secreta que los vuelve vulnerables y los obliga a permanecer dentro de los límites establecidos.
La pasión según Berenice, Matinée, Naufragio y Las apariencias engañan son ejemplos concentrados del universo cinematográfico de Jaime Humberto Hermosillo. Estos filmes muestran los elementos con los que traza su propio sueño de libertad. Es evidente y constante la libertad pasional de cada uno de los personajes, impetuosa pero sujeta al acecho del castigo.
Mientras Berenice cubre la cicatriz de su rostro, Adriana oculta su sexo, Lucía su obsesión por el desconocido Miguel Ángel, y Jorge guarda el secreto de la muerte de su padre. Como si se tratara de una idea buñueliana, los personajes se enfrentan al objeto del deseo, detonante de aquel instinto de liberación de las más auténticas, remotas y reprimidas verdades del ser humano. Sin necesidad de artificios, Hermosillo es coherente en las historias y en sus personajes.
El conjunto de su obra tiene una relación innegable entre sí, perceptible a veces solo como un guiño, pero creadora de una sólida unidad discursiva. La perfección en la técnica cinematográfica, sin embargo, no es aquí prioridad, como lo es conseguir el mayor acercamiento a la realidad gracias al uso de planos secuencia; tal vez una búsqueda también de liberación de los estándares narrativos. La cámara es entonces el elemento revelador, transgresor de la mirada espectadora, liberador y alentador de un viaje al límite de lo posible. No hay manera de ver una película de Hermosillo y mostrarse indiferente. Su cine transforma e invita a contemplar el mundo desde otra perspectiva, sin ocultamiento y a favor de nuestra propia voluntad.”
“Las 8 obstinaciones de Hermosillo, en las películas La pasión según Berenice, Matinée, Naufragio y Las apariencias engañan (ejemplos de sus 5 cortos y 34 largometrajes) son: Rasgo físico (a través del ocultamiento de su característica física los personajes manifiestan también la existencia de un deseo reprimido), Repetición de personajes (motivo que, como guiño marca la relación entre una película y otra), Juicio a la familia como institución (crítica a la supuesta armonía de las relaciones familiares que se presume en la sociedad mexicana), Objeto del deseo (elemento catalizador en la historia que llega a transgredir el orden aparente), Represión erótica (pulsiones sexuales que pueden manifestarse de un momento a otro), Represión religiosa (manifestación irónica del arraigo y respeto desproporcionado ante la creencia religiosa), Liberación (el personaje sólo alcanza su libertad en la medida en que su realidad -como la conoce- deje de existir), Ausencia de personaje (elemento indispensable para el desarrollo de la historia, presente solamente como concepto).” En fin:
La exposición revela, sin proponérselo quizá, ocultas preferencias sexuales del realizador.