Para nadie es secreto que la comunidad artística y científica, fueron los principales “facilitadores” y propagandistas de las bondades del lopezobradorismo, solo hay que recordar las exitosas películas de Luis Estrada, el activismo descarado de los charolastras Diego y Gael, las majaderas declaraciones de Susana Zavaleta, las tonadas y canciones inspiradas en el líder, insufribles y cursis, los peluches, los libros infantiles, las biografías, las loas, los best sellers en donde se explicaba el sentido de pertenecer al movimiento, o la futura política económica, así como la necesidad del cambio.
Si hacemos una pesquisa rápida en los buscadores especializados de los renombrados centros e institutos de investigación, encontraremos trabajos de todo tipo, desde la necesidad de preservar el maíz originario, pasando por la identidad que genera la lucha libre o las desigualdades creadas por un modelo económico que era, para ellos, urgente sustituir.
Como olvidar el simulacro electoral universitario en 2018 en donde el “amado líder” arrasó, ganó, venció y humilló a sus principales contendientes, al conservadurismo corrupto y sus representantes.
En un muy justo reconocimiento histórico, fue en el priismo hegemónico cuando todas estas casas de estudio vieron la luz del día, quizás eso explicaría la necesidad de desaparecerlos, habría que preguntarle al partido dominante si esa es la razón.
¿Los académicos y alumnos fueron censurados como lo gritaban a los cuatro vientos? Es de dudarse, muchos de los políticos e ideólogos más encumbrados del actual régimen, se formaron en los centros de investigación que ahora han ayudado a apuñalar, a sepultar.
En una escena de la película El Padrino III, Michael Corleone después de haberse confesado con el Cardenal Lamberto, recibe como respuesta un lapidario “tus pecados son terribles y es justo que sufras”, desafortunadamente el mismo juicio aplica a quienes, personalmente, y a pesar de la evidencia encumbraron a su verdugo, sin embargo, lo sucedido no es justo ni para la ciudadanía ni para el estado mexicano.
Una de las pocas voces críticas, le espetó frontalmente al coordinador del partido dominante en la cámara de diputados el ya famoso “en medio de la pandemia dejan a México sin ciencia”, tristemente es verdad. Ni la ciencia ni el arte son neutrales, ni deben serlo, es obvio que son un reflejo del tiempo que se vive, sin embargo, ayudan a construir respuestas para los grandes problemas que nos aquejan o despiertan sentimientos y sensaciones cuando de criticar o de observar nuestra naturaleza se trata.
¿Cuántos jóvenes mexicanos no han visto truncados sus sueños académicos? ¿Cuántos no se han quedado varados en otros países sin escuela y sin vivienda? ¿Cuántas películas, libros, revistas de difusión científica, investigaciones ya no verán la luz? Simplemente no lo sabemos, lo que si es cierto e irrefutable es que como estado moderno es algo que rápidamente nos afectará.
En el capricho del “amado líder” y sus acompañantes, hay un costo social altísimo que pagarán especialmente miles de jóvenes que apostaban legítimamente por la cultura y la ciencia como pivote de movilidad de social, así como un país necesitado de mejores respuestas a sus eternos e infinitos problemas.
Los defensores del régimen no se han cansado en repetir un día si y otro también que su motivo de ser y de existir, es la de empujar un cambio, que los demás no comprendemos y por lo tanto no aceptamos, queda claro que la transformación que nos ofrecen es quizá la permuta social más execrable que alguien haya diseñado en varias décadas.
En palabras de Milán Kundera “la cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir” y por desgracia es una oportunidad que ahora nos niegan…
@DrThe

