Con el argumento de que la enorme corrupción de los anteriores gobiernos había convertido al andamiaje institucional en un enorme “elefante reumático”, la cuatroté llegó a barrer “de abajo hacia arriba” todo lo que considera enemigo de su pastiche ideológico, que no acaba de decidirse si es comunismo, socialismo o una pastoral. El discurso maniqueo —en el que por supuesto nadie podría estar en contra del combate a la corrupción— ha logrado el consenso del “pueblo bueno” sin reflexión, sin análisis, como dogma de fe.
Con acciones politiqueras que azuzan la polarización, el gobierno federal deconstruye sistemáticamente la estructura institucional desde la conformación misma del presupuesto, donde los recursos públicos no se orientan a impulsar la productividad y desarrollo del país para generar bienestar social, sino a la dádiva que otorgue votos. Mientras al futuro productivo del país lo sostienen alfileres.
De acuerdo con el artículo 89 de la Constitución, entre las facultades y obligaciones del presidente están las de nombrar y remover libremente “a los secretarios de Estado, embajadores, cónsules y demás empleados de la Unión, cuyo nombramiento u remoción no esté determinado de otro modo en la Constitución y en las leyes”. En este entendido, con un decreto publicado el 23 de abril en el DOF, se hicieron oficiales los deseos presidenciales para “ajustar” el presupuesto y reducir la estructura de gobierno, bajo una directriz de austeridad. Algunos lo han llamado un verdadero “austericidio” mientras que otros acusan vileza recaudatoria.
El decreto estipula que se recortarían 25 por ciento de los salarios y 75 por ciento de los gastos de operación, así como la preocupante cancelación de varias subsecretarías, la mayoría encargadas de la planeación estratégica de sus respectivas carteras. Se trata de las áreas que sostienen la eficiencia y eficacia de las dependencias. Áreas que elaboraban la planificación y estrategias para implementar las políticas públicas. Las estratégicas, concepto que no tiene relevancia para la cuatroté, a menos que se enfoquen en el plano político y electoral.
En esta miopía y de manera reactiva, los obedientes funcionarios de la cuatroté únicamente buscan complacer las órdenes del inquilino de Palacio Nacional sin contemplar el impacto de los efectos. En esta reducción estructural se privilegia lo operativo —sin parámetros, sin indicadores ni rendición de cuentas— para que la maquinaria electorera llegue bien aceitada a las elecciones del 2021. Lo paradójico es que ha borrado de un plumazo áreas que trabajan directamente con los beneficiarios que, en cuanto sientan los impactos, podrían no querer ser financiadores de la campaña que viene. ¿Será que cumplirán la arenga de que “el pueblo se cansa de tanta pinche transa”?
Secretarías como Hacienda, Gobernación, Educación, SEMARNAT, Trabajo, Salud, Comunicaciones, Relaciones Exteriores y Turismo, se vieron “rasuradas” de un momento a otro. Poco importaron las voces de inconformidad y alerta. Este gobierno igualito que los neoliberales, “ni los ve, ni los oye”.
Al México rural, a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) también le llegó su fiestecita. Y es que luego de la desaparición de la subsecretaría de Desarrollo Rural, de la cuasi inexistente Coordinación de Ganadería donde no se sabe si todavía despacha David Monreal —que parecía más un fantasma por las acusaciones de mal uso de recursos y desaparición del programa Crédito Ganadero—, ahora se le suma otra herida de muerte.
Y es que a partir del 1º de octubre, desapareció, sin mayor explicación la Subsecretaría de Agricultura, el corazón de la SADER. Hasta entonces a cargo del muy cuestionado y nada popular Miguel García Winder —por cierto, quizá la única pieza del secretario Víctor Villalobos—. Con esta determinación, la dependencia queda solo operando —lo que esto signifique— con la subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria a cargo de nada menos que de Víctor Suárez, la piedra en el zapato no sólo del secretario Víctor Villalobos, sino de la productividad y competitividad agropecuaria.
¿Cuáles son los impactos de estas modificaciones en la estructura de la SADER? En el plano político, queda solo Víctor Villalobos, que pagará las facturas del manejo discrecional y a modo de la cuatroté que realizará Suárez en la dispersión de los recursos de la dependencia, sin mayor impacto en la productividad.
En el plano técnico, la orfandad productiva, toda vez que la subsecretaría de Agricultura tenía entre sus principales funciones la planificación de la política agrícola del país, el establecimiento de normas, procesos de certificación y demás ordenamientos jurídico-administrativos, a la vez de la implementación de programas, el impulso de tecnologías y la vinculación con las entidades federativas en materia agrícola, así como con las cadenas productivas de cada producto agrícola que se produce en México. ¿Será que para la cuatroté solo basta la inercia que le escamotea a los gobiernos neoliberales para que la productividad del sector siga sin detrimentos?
El gobierno federal asegura que solo desaparece el cargo pero se mantiene la estructura, lo cual no es del todo cierto. Entre miles de profesionistas que son excelentes funcionarios técnicos con amplio conocimiento, certificados y con carreras de varias décadas, persiste la incertidumbre y temor de perder sus empleos. ¿Qué pasará con todos estos recursos humanos que se forjaron también con los recursos públicos? ¡Tanta inversión a la basura por una ambición electoral y de poder!
¿Cuál considera el gobierno que será el beneficio para el campo sin los técnicos, sin normatividades, sin certificaciones? ¿Cuáles son las alternativas que se les da a los productores agrícolas, a los ganaderos? La señal es clara: tanto los productores como los estados se rascarán con sus propias uñas.
AMLO ha cumplido su promesa de mandar al diablo a las instituciones, sin ofrecer alternativas, sin rendición de cuentas, en la opacidad total. ¿Será que el sector esté dispuesto a seguir pagando campañas electorales en las que les prometen progreso y piso parejo pero a la vuelta les quitan hasta las ganas de seguir produciendo? ¿Será que habrá que parafrasear a Víctor Suárez cuando perifoneaba “el campo no aguanta más”?
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