El partido de Andrés Manuel sigue en conflicto por la presidencia del mismo; cuando toma posesión como presidente de México, se hizo a un lado con el discurso de separar la política del poder. De esta forma Yeidckol Polevnsky se queda como encargada de Morena al ser Secretaría General. Desde ese momento secuestra al partido y se hace sentir como la dueña sin convocar a elecciones para renovar la presidencia, aunque no era una prioridad para Andrés porque es bien sabido que sigue fungiendo como presidente. Por tal motivo, Alfonso Ramírez Cuéllar fue designado como presidente interino debido a que el Tribunal Electoral le ordenó al Instituto Nacional Electoral llevar a cabo elecciones; para no sorpresa Alfonso hizo lo mismo apropiándose del partido y dejando para después la reenovación de la dirigencia. Queda esperar a que se resuelva y no precisamente de la forma más democrática, quién será el “dirigente” nacional de Morena.
Esto me lleva a comparar el órden federal con la vida interna del mismo partido que llevo a Andrés a la presidencia. Cualquier decisión sin importar las secretarías de Estado o la división de poderes (Legislativo y Judicial) se toma desde Palacio Nacional por un solo individuo. Ni se diga sobre las recientes recomendaciones del FMI o cualquier otra organización.
La democracia no es garantía del bienestar político
Andrés dio a conocer un “plan de infraestructura” en México sin contemplar proyectos de energías limpias; mientras en Reino Unido el primer ministro Boris Johnson lanzó un plan para que en solo 10 años, todos los hogares británicos se abastezcan de electricidad producida por el viento, en China el modelo de recuperación económica derivado de la pandemia está basado en la inversión en energías renovables y en California, el gobernador Gavin Newsome puso como plazo el 2035 para prohibir la venta de automóviles con motor de combustión.
No resulta extraño que el gobierno tenga otros datos, pero lo realmente preocupante es que vean otra realidad que la de las mejores prácticas internacionales, el sentido común y la evidencia científica.

