En verdad que Donald Trump está desesperado ante la cada día mayor diferencia en su contra en las encuestas sobre la preferencia electoral y en consecuencia, está incurriendo en acciones extremas, aquí algunas de ellas.

Le ha solicitado al fiscal general William Barr que inicie de inmediato una investigación sobre afirmaciones no verificadas que se refieren a Joe Biden y a su hijo Hunter, sobre “manejos y acuerdos con el gobierno ruso, exigiendo al Departamento de Justicia enturbie a su oponente político y se involucre políticamente en las elecciones, algo históricamente inusual en la política estadounidense.

Y a poco más de una semana para el día de las elecciones trascendió que el candidato-presidente Trump urgió al fiscal Barr que investigara a los Biden, pero además que lo hiciera de inmediato ya que, las elecciones están a la vuelta de la esquina y “este asunto se debe aclarar”.

Lo alarmante de esta petición es que el inquilino de la Casa Blanca hizo públicamente durante una entrevista en Fox & Friends… “Tenemos que hacer que el fiscal general actúe”, se trata abundó… “de una corrupción importante que se debe aclarar y aclarar antes de las elecciones”.

Este supuesto caso en contra de los Biden, explicó Trump, está ampliamente desarrollado en un controvertido informe del New York Post sobre los negocios de Hunter, incluso él le solicito a Barr que nombre a un fiscal especial para que investigue los detalles de este obscuro caso.

Y siguiendo el camino de la confusión, las medias verdades o mentiras, Donald Trump no ha presentado ni legal, ni públicamente los delitos que estima cometieron su rival político y su hijo, pero eso sí ya sugirió en sus recientes discursos que Biden y su hijo deben ir a la cárcel.

Así o más claro el ambiente que genera el candidato republicano de cara a las elecciones del 3 de noviembre.

Pero no quedan ahí sus andanzas, el martes pasado concedió una entrevista a la periodista Lesley Stahl, del programa 60 minutos, y como no le gustó el tono en la que se desarrollaba y las preguntas, decidió dejar a la comunicadora con una entrevista inconclusa, simplemente se levantó, se quitó el micrófono y salió del salón y horas después recurrió a su espacio favorito, Twitter, para quejarse y amenazar con publicar la grabación del encuentro antes de la emisión del domingo.

Y escribió… “esto se hará para que todos puedan ver cómo se hace una entrevista falsa pero también una entrevista parcial”, sin embargo, no explicó porque es parcial o falsa, simplemente lo escribió y eso para él es suficiente.

Los ataques del presidente no quedaron sólo en un tweet, en un siguiente mensaje en la red social atacó directamente a la entrevistadora Lesley Stahl, y lo hizo por no llevar mascarilla en los terrenos de la Casa Blanca, esto mediante un video de seis segundos en que efectivamente se le ve caminando por los jardines sin el cubrebocas, pero este video era de varias semanas antes, sin embargo escribió… “Lesley Stahl de 60 Minutes no usa mascarilla en la Casa Blanca después de su entrevista conmigo”, situación falsa, una mentira vil.

Trump, parece ser de memoria corta ya que no recuerda que incluso a su regreso del hospital después de haber dado positivo al Covid-19 y aun siendo un potencial transmisor, desde el balcón de la terraza del primer piso se quitó el cubrebocas.

Y podríamos seguir escribiendo sobre estas acciones del candidato-presidente Donald Trump, ya que se ha convertido en una fuente inagotable de anécdotas, hechos y dichos, pero vayamos a otros asuntos.

Los ciudadanos estadounidenses han sorprendido a los mismos partidos políticos al acudir de forma masiva a las urnas que ya se han instalado para emitir su preferencia electoral de forma temprana y a los que han enviado ya su decisión política por correo.

En los Estados Unidos hay un importante número de ciudadanos que aún cree en la democracia, en función de una respuesta pública urgente y civilizada a una anomalía política que se está exacerbando al paso de los días. Es decir, si todo fuera normal como en elecciones anteriores, el grueso de los votantes no viviría en esta especie de estado de emergencia electoral y esperaría paciente al día de los comicios, que suelen ser más festivos que preocupantes.

Por ejemplo, el alto volumen que se ha registrado en la votación anticipada a través del país según un análisis de la firma, Target Smart. El 53 por ciento de los votos por adelantado corresponde a demócratas y 36 por ciento a republicanos. La participación demócrata es seis veces más que la cifra de votos anticipados en 2016 para la misma fecha, mientras que la participación republicana es cuatro veces mayor. Asimismo, 2020 está registrando un aumento en la participación de todos los grupos étnicos, comparado con 2016, según el mismo análisis.

Los datos más recientes en las elecciones anteriores hablan de una participación de 120 millones de votantes, cerca del 60 por ciento de todos ciudadanos registrados para hacerlo, sin embargo, para esta elección hay estudiosos que afirman que será histórico el número de votos emitidos, pero también se levantan voces que alertan que para el martes 3 de noviembre, existe la posibilidad de que ante el rebrote pandémico, mucha gente decida quedarse en casa y evitar todo contagio.

La atención primaria está puesta en la votación como tal, pero las alertas sobre una negativa a que Trump, reconozca los resultados de la jornada y se niegue a dejar la Casa Presidencial de Washington, es la mayor preocupación post electoral.

Hay que resaltar en este escenario político preelectoral la posición asumida por el candidato demócrata y el partido mismo entre los que seguramente circulará aquella frase… “para qué lo interrumpimos, si él (Trump) se sigue mostrando como su mayor rival”.