Documentales

Pólvora y gloria (Brimstone & Glory, México-Estados Unidos, 2017) de Viktor Jakovleski), con habitantes de Tultepec, Estado de México.

Una definición elemental del documental audiovisual nos dice que es una obra con fines esencialmente informativos o didácticos que otorga mayor importancia al contenido de las audiciones e imágenes que a la originalidad de su presentación.

El documental Pólvora y gloria de Viktor Jakovleski (26 de enero de 1983, Berlín, Alemania) muestra directamente las audiciones e imágenes de la realidad sin proponerse, necesariamente, fines informativos (noticiario) o didácticos (enseñanza). Después de la filmación o grabación digital directa de las audiciones e imágenes de la realidad, se utilizaron recursos técnicos que resaltan la importancia del contenido, otorgándole una originalidad poco común a la presentación.

La imaginación del realizador (autor del el guion) y de su equipo, destacando Tobias Von Dem Borne, tras la cámara y en el manejo de drones con cámara, Affonso Goncalves, en la edición, y Dan Romer y Benh Zeitlin, musicalizando, superan lo meramente noticioso, la simplicidad didáctica (muestra del proceso de elaboración artesanal de los famosos “toritos”, de todos tamaños, y “castillos”) y el estudio microsociológico (relaciones de trabajo familiares de los artesanos), dándole una dimensión artística a la organización anual de la Feria Internacional de la Pirotecnia, en Tultepec, Estado de México, para honrar a Juan de Dios, Santo Patrón de los fabricantes de Fuegos Artificiales. Toda la luminosidad de las explosiones, que surgen de los “toritos” y  los “castillos”, son momentos de alegría carnavalesca, aunque los participantes no lleven máscaras o disfraces, sino su ropa normal, y peligrosidad constante, por el fuego de los cohetes que brotan chispeantes, en las noches del festejo. Los estallidos provocan en algunos participantes heridas leves y graves, lo que no impide que otros sigan danzando sin temor, alrededor de los fuegos artificiales.

Pólvora y Gloria ganó los premios al Mejor Documental y Mejor Realizador de Documental en la más reciente edición de Fantastic Fest (Austin, Texas), y fue seleccionado oficialmente para concursar en los festivales de cine True / False (Columbia, Misuri), Hot Docs (Toronto, Ontario, Canadá), Sheffield (Inglaterra), AFI Docs (Washington, DC & Silver Spring, Maryland) y Margaret Meade (Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York).

¿Qué tiene  de fantástico Pólvora y Gloria para haber ganado los premios a mejor documental y mejor realizador en la última edición de Fantastic Fest? Recuerdo haber leído una entrevista al realizador alemán Viktor Jakovleski, hijo de padre macedonia y de madre serbia, en la que dice que le comentaron que la combinación de luces que surgen por las explosiones de los toritos y castillos parecía un juego psicodélico. Algo hay de cierto en todo ese caos peligroso de explosiones y luces, muy semejante al perpetuo acontecer del Universo, que es registrado  por una cámara o varias cámaras en movimiento, sin tregua.

 

Ficciones

Mano de obra (México, 2019) de David Zonana, con Luis Alberti, Horacio Celestino, Francisco Díaz, Hugo Mendoza, Jonathan Sánchez.

Una definición elemental de la ficción audiovisual nos dice que es una obra con fines esencialmente de entretenimiento o analíticos, si su objetivo es la crítica social o la moralización, basado, por lo general, en hechos reales, otorgándole mayor importancia a la originalidad de la presentación de las audiciones e imágenes que al contenido.

La ficción Mano de obra del realizador David Zonana (22 de noviembre de 1989, Ciudad de México, México), autor, también del guión, muestra, con riguroso minimalismo (tendencia artística que reduce al mínimo sus medios de expresión: “menos es más”, es la definición que la resume), sin darle mayor importancia que al contenido, no inventado sino basado en la vida social en la que imperan las desigualdades de clase, la suerte que corren unos albañiles u obreros asalariados de la construcción, tanto como fuerza de trabajo, como víctimas de abogados corruptos que les roban, sin escrúpulos, haciéndoles creer que les van ayudar a legalizar propiedades abandonadas que, supuestamente, han quedado intestadas. Tal reduccionismo extremo u originalidad de la presentación para expresar un contenido, tiene efecto concretísimo en Mano de obra, quizá la última mejor ópera prima, ganadora del Ariel 2020, apoyada por el Estado, por aquello de la posible extinción del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE) o fideicomiso federal para la producción, postproducción, distribución y exhibición de largometrajes (de 75 minutos o más) de ficción y/o animación mediante la inversión de capital de riesgo y/o la prestación de créditos, fondo al que pueden acceder personas físicas o morales a través de Convocatoria Pública a nivel nacional, extinción de parte de un gobierno populista, apoyado por su bancada legislativa mayoritaria que se ha propuesto a reasignar los recursos presupuestales al capricho del ejecutivo en turno, acusando a los administradores del fideicomiso (fideicomitentes) y a los beneficiaros (a quienes se le otorga el recurso) de corruptos al vivir como “aviadores”.

Francisco (interpretado por Luis Alberti, ganador del Ariel  2020, por mejor actor), con su hermano y con un grupo de albañiles, trabaja en la construcción de una casa-mansión, bajo las órdenes de un mezquino capataz, representante de un nuevo rico que ha ordenado construirla. El hermano de Francisco cae de lo alto de la obra y muere, dejando una viuda embarazada. Francisco le ayuda a gestionar alguna compensación por la muerte en el trabajo de su marido. La mujer también muere antes de dar a luz. En plan de desempleados paracaidistas, primero Francisco y luego los demás, con sus respectivas familias, se van a vivir a la casa-mansión que quedó abandonada, por el extraño suicidio del rico que estaba financiando su construcción. El entrevero llega a su fin, cuando son desalojados sin más explicaciones, víctimas de vivales abogados oportunistas y rateros que se aprovechan de la ingenuidad de la gente humilde que no tiene forma de conseguir que se le haga justicia.

La intención del realizador es recordarnos que persisten las desigualdades sociales, con sus ineludibles conflictos morales. La pregunta es: ¿Qué será del cine mexicano sin el FIDECINE?