Este nefasto año 2020 la celebración del día de muertos tendrá una particular significación que penetra en el núcleo más profundo de miles de familias, son muchas las que viven un duelo que no terminan de procesar, acaecido por la pandemia y el crecimiento exponencial de la violencia en todo el territorio nacional; y precisamente en estos días se repunta el recrudecimiento de los contagios y aumenta el número de muertos, lo cual ha llevado a las autoridades a prohibir que los vivos visiten a sus muertos en los cementerios y limpien y adornen sus tumbas, porque no se podrá visitar los cementerios más que con los pies por delante.
El culto o respeto a los ancestros y a los muertos, es una particularidad de los seres humanos. En la religión católica, para consagrar los altares en las iglesias se utilizan restos de algún santo mártir, en su origen los altares de las misas católicas fueron hechos teniendo un sepulcro sellado conteniendo huesos de sus mártires a modo de mesa para celebrar la conmemoración de la cena de Jesús con sus discípulos. Muchos altares eran hechos sobre las criptas, a manera de una fuerza espiritual provenientes de los muertos.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. A la llegada de los españoles en el siglo XVI trajeron sus propias celebraciones del Día de Muertos cristianas y europeas, donde se recordaba a los muertos en el Día de Todos los Santos. Al convertir a los indígenas del nuevo mundo se produjo un sincretismo que mezcló las tradiciones europeas y prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas con el ceremonial prehispánico, creando el actual Día de Muertos.
El origen más antiguo de la celebración hay que rastrearlo hasta la antigua cultura Celta 300 A.C. en la cual igualmente en ocasión de las cosechas al final del ciclo agrícola, los druidas –sacerdotes y dirigentes- celebraban una festividad conocida como Samhain que daba inicio a un nuevo año celta, ocasión que creían que estrechaba la delgada línea que une este mundo con el otro en el cual moran los espíritus de los muertos. Por ello preparaban ofrendas para agradar a los espíritus benévolos y máscaras para espantar a los malvados. Apagaban los fuegos y en cada hogar se encendían nuevas hogueras.
En el caso del Halloween, palabra que deriva de la contracción de “All Hallows Eve” o “víspera de todos los Santos”, igualmente encuentra sus raíces en la tradición celtica, también se le conoce como noche de brujas o noche de muertos. Las características principales de su actual celebración pueden encontrarse en las tradiciones irlandesas que llegaron a Estados Unidos.
La celebración del día de muertos en nuestro país, es una tradición popular en la que se fusionan los rituales prehispánicos en los que los antiguos pueblos celebraban el fin del ciclo agrícola y las cosechas se utilizaban como ofrendas.
En la actualidad el Día de Muertos, como culto popular, es una celebración que nos lleva al recogimiento y comunión íntima con nuestros muertos, a la oración y en ocasiones a la fiesta, sobre todo cuando los vivos se disfrazan y la muerte y los muertos se pasean por nuestras calles y casas haciendo sentir su presencia entre los vivos. Con nuestros muertos llega la Parca o la Muerte; que despierta y convive con las diversas clases sociales de mexicanos y con las muchas culturas indígenas que hay en nuestro país.
A partir del día 31 de octubre 1 y 2 de noviembre se celebra el ritual de los días consagrados a los muertos que reúne a los vivos con sus parientes difuntos. Según la tradición es un tiempo trascendental en que las almas de los muertos tienen permiso para regresar a convivir con sus familiares vivos.
El hecho es que, en casi todo el mundo occidental se celebra esta fecha. En México pese a todo, se mantiene la celebración con sus particulares connotaciones, como la de los muertos chicos, esto es la remembranza de los niños muertos que celebramos el día primero y el de los muertos grandes al día siguiente. Seguimos preparando los altares de muertos en los cuales se coloca la comida y bebida que gustaban los difuntos y se adornan con calaveras y cempasúchil. Otra tradición mexicanísima que conservamos son las “calaveras” versos octosílabos jocosos en que predominan alusiones a” la pelona” a “la flaca” o la “huesuda” al referirse a la muerte. Los mexicanos sin duda mantendremos nuestra irónica y jactanciosa cercanía con la muerte.
La celebración de Día de Muertos, es una celebración a la memoria ancestral. Los rituales reafirman el vínculo sagrado, es un tiempo religioso y este tiempo es un tiempo esencial de memoria colectiva en donde se privilegia el recuerdo sobre el olvido. Tengamos siempre presentes a nuestros muertos y honremos su memoria.