Con mucho cariño recuerdo en mis clases de doctorado las lecciones de mi maestra la Dra. Teddie Paz Félix, quien de forma muy convincente compartía su muy particular visión sobre la construcción de la historia, de hecho, aunque sencillo el argumento es por demás profundo y aleccionador, la historia de la humanidad radica en la construcción de nuevos vocablos.

Cada que nace una palabra y por ende una nueva oración el ser humano está contando una historia, y por difícil que sea de creer, la tradición semántica por fortuna se mantiene sana y viva, solo basta observar el nacimiento de nuevas tecnologías y la forma en la que estas son definidas, en el mundo electoral esto también sucede.

La tinta indeleble ese líquido imposible de borrar usado el día de la jornada electoral y que debe garantizar plenamente su eficacia[1] es el mejor ejemplo de la innovación semántica, tiene su historia por demás virtuosa, relatada de forma apasionada por el Dr. Lorenzo Córdova y el Mtro. Marco Antonio Baños, Consejero Presidente y Consejero Electoral del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, respectivamente[2].

Con el fin de darle credibilidad al sistema electoral de nuestro país, fue necesario conformar una gran cadena de confianza engarzada por procedimientos y actos que transparentan las decisiones de las autoridades electorales y que constituyen los eslabones que integran esa cadena, es el caso del líquido indeleble, que desde 1994 se utiliza en las casillas para marcar el pulgar de los electores que ya emitieron su voto.

Esta aportación de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional a la credibilidad de las elecciones es un ejemplo más de cómo la academia y la ciencia han contribuido a darle sentido al principio democrático de “un ciudadano, un voto”.

Producida por el IPN no sólo es ya un elemento de certeza inherente a la organización de las elecciones, también una costumbre que nos identifica y define como ciudadanos en uso pleno y total de nuestros derechos el día de la jornada, y un producto que recurrentemente se le solicita a la Escuela de Ciencias Biológicas, para imprimir certeza en las elecciones de países muy diversos, como cuando fue solicitada por el Ministerio del Trabajo en Suecia, en las elecciones sindicales de aquel país.

Muchos eslabones de la cadena de confianza se han consolidado como buenas prácticas electorales, el Padrón Electoral, el PREP, los conteos rápidos e, incluso, los lineamientos para el recuento de la votación, en el caso de la tinta indeleble, se han realizado mejoras significativas, evolucionó del aplicador tipo rollon  al uso de un aplicador tipo plumón en 2000 y a partir de 2006 se hizo una modificación al aplicador que ha permitido reducir en casi un 50 por ciento las necesidades de tinta indeleble y, con ello, abaratar también el costo de las elecciones, de igual forma se eliminó el olor que resultaba molesto para los funcionarios de casilla e incluso, la necesidad del almacenamiento en refrigeración para conservar la tinta antes del día de la jornada.

Fue en la Reforma de 1993, cuando la legislación asumió la denominación no de “tinta” sino de “líquido indeleble” y es así que se desarrollaron un conjunto de acciones para poder llegar a ella pues existían 56 fórmulas distintas que en elecciones federales y locales se habían utilizado.

Para poder determinar las tintas indelebles que se usaban, en un estudio que hizo la propia Escuela Nacional de Ciencias Biológicas aludió a que se trataba de anilinas disueltas en agua o en alcohol, y fue gracias a la postura del Partido de la Revolución Democrática, representado por el Dr. Samuel del Villar, quien exigió como un mecanismo de certeza que hubiera un líquido realmente indeleble, es decir, que no se pudiera borrar.

Derivado de ello la ya famosa demostración pública que se hizo sobre la eficacia de la tinta, en donde se demostró que tal líquido es resistente a 14 sustancias distintas como el thinner, acetonas y detergentes entre muchas otras.

En los archivos hemerográficos de este país se podrá encontrar en las ocho columnas de algunos diarios de circulación nacional de los primeros días del mes de agosto de 1994 la imagen del entonces Consejero Ciudadano Miguel Ángel Granados Chapa exhibiendo el pulgar derecho con la marca del famoso líquido indeleble que se produce para garantizar el ya conocido, pero aún válido principio que cada ciudadano solo puede votar una vez y ya.

Como dato curioso cabe mencionar que no es una pintura sobre la piel, es una quemadura la que se genera, lo cual se contrapone al texto constitucional vigente que prohíbe las marcas infamantes, la tinta lo es y es por ello que no se puede borrar, debido a que solo se separa del cuerpo con la descamación natural.

Fue el Ing. Filiberto Vázquez Dávila, el autor de la fórmula química, un destacado investigador de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas que tiempo después recibió el Premio Nacional de Ciencias, quien con sus aportaciones abonó a darle sentido a los nuevos vocablos de la democracia mexicana y por ende a definir nuestra historia…

@DrThe

 

 

[1] Glosario. Sala Superior. http://www.trife.gob.mx/glossary/3/lettert

[2] Por motivos editoriales se transcribió y modificó gran parte de la discusión sobre la “tinta indeleble” entre los Consejeros Córdova y Baños, retomada de la versión estenográfica de la sesión extraordinaria del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, realizada en el Salón de Sesiones el 20 de octubre de 2017