Como maldición cayó la tragedia en Tabasco poco después de que el legislativo, por órdenes del gobierno, determinara acabar con los fideicomisos. 17 municipios inundados y la respuesta es que cada familia recibirá 10 mil pesos cuando han sido a devastados en su patrimonio. No hubo medidas preventivas.

Varios interlocutores, entre ellos Rene Juàrez, los científicos Carlos Valdes y José Franco de la UNAM dieron la voz de alerta, advirtieron las graves consecuencias del impacto de fenómenos naturales en geografías sin recursos ni apoyos. He escuchado a AMLO en su tierra creer, así creer, que la federación tiene recursos para atender a los damnificados y reconstruir los daños en el Estado.

Pero simultáneamente le avisan al mandatario que por quinta ocasión, desde que comenzaron las obras, Dos Bocas esta inundado y los trabajos del Tren Maya parcialmente suspendidos, todo con la enorme carga de los millones inyectados pero que hasta el momento no sirvan para nada.

En tanto las familias, muchas en Tabasco, lo han perdido todo, incluso como lo expresarán morenistas en el legislativo local: la esperanza en la 4aT. Y es que resulta relativamente sencillo cancelar presupuestos, desaparecer fideicomisos, bajar aguinaldos y todo bajo el pretexto de la austeridad, pero cuando falta de comer, cuando no hay seguridad y cuando se perdió la casa los criterios cambian radicalmente.

El caso es que el gobierno federal no de muestras de retocar el rumbo de las ocurrencias, de reconocer errores, de reprogramar prioridades. Y aquí la ruindad de algunos legisladores levantadedos dejará una estela de pobreza y reclamos, en este momento, en el sureste mexicano.

No se pude meter mano a la caja donde se protegen los apoyos elementales y urgentes para la población vulnerable, eso es atentar contra la vida misma. Tarde o temprano se pagan las malas decisiones pero en los afectados quedan las cicatrices del abandono, de la desolación, de la demagogia.

En alguna ocasión, de manera pretenciosa, el candidato AMLO en su tierra prometió que haría de todo el territorio nacional una tabasqueñización y también en su demagogia allá en Sonora prometió seguir las pautas y políticas de Colosio, discursos acomodados a la coyuntura.

Hoy se enfrenta el gobierno a la realidad cuando pegan los huracanes, cuando las inundaciones arrebatan, los sismos destruyen, las erupciones volcánicas procuran destrucción. Pero nada de esto puede con la soberbia presidencial. Y no puede estar el gobierno con las manos vacías, sin enviar a sus miembros de gabinete porque no hay boletos en líneas comerciales, pero tampoco distraer a los soldados mexicanos que andan construyendo pistas aéreas en otro proyecto que a la larga será inoperante: Santa Lucía.

El presidente está en Tabasco hablando de protocolos sanitarios pero no es capaz de usar cubrebocas y observamos a las familias trasladarse como pueden de las zonas afectadas sin ninguna protección o cuidado contra infecciones. Muchos se quedan en las ruinas de sus casas para evitar actos de rapiña que ya se dan. Sus muebles, enseres, aparatos electrodomésticos, viveres en estos momentos ya son basura.

El presidente no es el mejor ejemplo para convencer a la población de qué hay certeza y rumbo. El edén está inundado y las soluciones que plantea el gobierno quedan en eso, en ideas mojadas. AMLO será capa, ¿tendrá la estatura de arrebatar presupuesto destinado al béisbol para auxiliar a los tabasqueños y chiapanecos o va a organizar rifas para intentar salvar su popularidad? Y que conste que es pregunta.

 

Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y tv y conductor del programa Va En Serio mexiquense tv canal 34.2.