Por la tarde del lunes 23 de noviembre, por medio de una carta, Emily Webster Murphy, titular de la GSA informó al presidente electo de Estados Unidos de América (EUA), que el gobierno del presidente Donald John Trump está listo para empezar el proceso formal de transición. Una copia del documento fue obtenido por la agencia de noticias CNN.
Después de tres semanas de los comicios estadounidenses, esta carta es el primer paso que la administración actual ha tomado para reconocer la derrota del 45o. presidente de la Unión Americana, que buscaba su reelección. Desde hace dos semanas, de acuerdo a la tradición estadounidense, el candidato demócrata, Joe Biden, fue declarado ganador de la elección por las mayores agencias de prensa del país.
En su misiva, Murphy dice que no ha sido presionada por la Casa Blanca para demorar la transición formal y que no tomó la decisión de iniciar los trámites “debido al miedo o al favoritismo”, sino que fue una decisión independiente, basada en el derecho y los hechos disponibles. Escribe: “No he sido directa o indirectamente presionada por ninguna dependencia del ejecutivo, incluyendo a los que trabajan en la Casa Blanca, en la GSA, para tomar mi decisión. Para ser clara, no he recibido ninguna orientación para tomar mi determinación”.
La carta representa un signo formal de reconocimiento de la victoria de Joe Biden y de inicio del proceso de transición. Con esto empieza oficialmente el procedimiento para que las agencias de la actual administración se coordinen con el equipo del próximo mandatario, y para que se les proporcionen fondos oficiales para la transición, alrededor de 6.3 millones de dólares. Un miembro del equipo de Biden informó que lo más urgente en este proceso es que el próximo gobierno tenga acceso a toda la información referente al Covid19, así como a los planes de la distribución de la vacuna (o vacunas) en proceso. El nuevo equipo podrá ingresar a las oficinas de los órganos correspondientes.
Yohannes Abraham, director ejecutivo del grupo de transición de Biden, declaró que el inicio de la transición es un “paso decisivo” para enfrentar los cambios que debe dar la nación, incluyendo el control de la pandemia, y el futuro de la economía nacional” con las agencias federales. Aparte, todo lo que se refiere a los intereses de la seguridad nacional.
Esto significa que se da luz verde para comenzar el traspaso de poderes después de que los estados de Michigan y Georgia certificaron los resultados locales antes de la fecha límite del 14 de diciembre. Sin embargo, Donald Trump continúa montado en la mula de no reconocer su derrota. Por lo mismo, no ha felicitado al ganador, Joe Biden. En síntesis, el soberbio magnate no soportó más la presión externa e interna. Además que, ha demostrado ser un pésimo jugador: mal ganador y peor perdedor.
Cada día qué pasa las posibilidades de que el magnate dé la vuelta al resultado de las urnas son menores. No ha logrado ninguna victoria significativa en los juzgados y los estados decisivos —como fue el caso el lunes 23 de noviembre en Michigan— han certificado que el ganador es Biden. A la vez, Trump continúa con su campaña y hasta el momento ha presentado 33 demandas legales en varios estados, 31 de las cuales han sido descartadas por los jueces por falta de evidencia. El sábado 21 de noviembre un juez federal en Pensilvania descartó un proceso legal del equipo de Trump para anular boletas, es el fracaso mayor en estos esfuerzos.
Su estrategia no se enfoca específicamente para ganar esas demandas sino tratar de descarrilar el proceso de conteo y certificación del voto, fase actual del proceso electoral que terminará en la mayoría de los estados claves a finales de la última semana completa de noviembre. De hecho, todos deben finiquitarse para el 8 de diciembre.
Después, la siguiente fecha decisiva es el 14 de diciembre, cuando debe sesionar el Colegio Electoral y culmina el 6 de enero de 2021, cuando el voto del Colegio Electoral se contabiliza por el Congreso federal. Aún con las manos dobladas —que no cortadas—, Donald Trump todavía buscaría entorpecer o manipular cada una de estas fechas. Decididamente es un mal bicho. Lo único que en teoría no está sujeto a ninguna componenda, de acuerdo con la Constitución, es el día, la hora y el lugar en que debe realizarse la asunción: a las 12 horas del 20 de enero de 2021, en el preciso momento que concluye el periodo del actual presidente y vicepresidente. Entonces, Trump dice agur. Es cuando le darán una patada en salva sea la parte. HASTA NUNCA.
Al recibir Biden la carta de la Administración de Servicios Generales (GSA), termina prácticamente la “era Trump” —aunque eso no significa que el trumpismo desaparezca del escenario estadounidense—, no es tan fácil, pero ya todo le irá en declive al otrora impulsivo magnate de la ridícula cabellera. Cada vez más legisladores y altos cargos, que en principio reaccionaron con silencio a las acusaciones del presidente, han decidido servir a Biden como presidente electo o ganador a partir de las elecciones.
El senador republicano de Tennessee, Lamar Alexander, ha pedido repetidamente a Trump permita que comience el traspaso presidencial y el lunes 23 de noviembre invitó directamente al presidente que ponga “la patria primero” y acepte que se va a resolver “Cuando te dedicas a lo público, la gente lo que recuerda es lo último que hiciste”. Lo mismo hizo el también senador republicano Rob Jones Portman, quien pidió este lunes a Murphy que autorice la cesión de fondos y recursos al equipo de Biden para que no pierdan tiempo en su respuesta a la pandemia.
En su misiva, Murphy denuncia haber recibido amenazas, tanto ella como su familia: “frente a las amenazas, mantuve mí compromiso de hacer que se cumpla la ley”. Por su parte, en un tuit, Trump excusó a Murphy por su decisión, haciéndose eco de esas amenazas. “Quiero agradecer a Emily Murphy, de la GSA, su firme dedicación y lealtad a nuestro país. Ella ha sido acosada, amenazada e insultada, y no quiero que esto le suceda a ella, su familia u otro empleado de la GSA”. “En interés del país, recomiendo a Emily y a su equipo que hagan lo que hay que hacer con respecto a los protocolos iniciales, y a dicho equipo que haga lo mismo”.
Aparte del mensaje de Trump a la administradora del GSA, más de 160 líderes empresariales le pidieron a Murphy reconociera de inmediato a Biden como presidente electo y comenzara la transición a una nueva administración federal. Uno de ellos expresó: “Retener recursos e información vital de una administración entrante pone en riesgo la salud pública y económica y la seguridad de EUA”. Además, un centenar de ex funcionarios de seguridad nacional republicanos, incluido el ex director de Seguridad Nacional Tom Ridge, el ex director de la CIA, Michel Hayden y e ex director de Inteligencia Nacional John Dimitri Negroponte, manifestaron en un comunicado que la negativa de Trump a ceder y permitir una transición ordenada “constituye una seria amenaza para el proceso democrático de EUA”.
Asimismo, Joseph Robinette Biden Jr., el ahora conocido Joe Biden, que después del 20 de enero de 2021 será el 46o. Presidente de Estados Unidos de América, al comentar el inicio de proceso de transición, en las redes sociales volvió a repetir la promesa que ha hecho desde la noche del martes de 3 noviembre pasado, “seré jun presidente que no busque dividir el país, sino unificarlo” —su más importante tarea como mandatario—, y, “quien no ve estados rojos y azules, sino Estados Unidos de América”. Tengan toda la certeza, agregó: “trabajaré con todo mi corazón para ganarme la confianza del pueblo. El trabajo que tenemos por delante será duro, pero les prometo que seré un presidente para todos”.
Tal y como lo había anunciado, Biden dio a conocer los nombres de sus principales colaboradores en su gabinete. Antony Blinken, de 58 años de edad, será Secretario de Estado, un veterano demócrata que acompaña a Joe Biden desde sus días en el Senado y posteriormente, en la administración de Barack Hussein Obama, donde fungió como viceconsejero de Seguridad Nacional y subsecretario de Estado. Blinken está llamado a liderar el retorno de la Unión Americana a los escenarios del multilateralismo. En su agenda tiene en tinta roja el regreso a los derechos humanos. Promover iniciativas de comercio, intercambio tecnológico y derechos humanos con países en pugna, como China. Entre las prioridades de la administración Biden figura en letras doradas restablecer relaciones óptimas con Europa y con los socios de la OTAN.
Blinken ejerció entre 2013 y 2015 como “número dos” de Seguridad Nacional. Con amplia experiencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sirvió en el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional con Bill Clinton. La prensa destaca su papel en la operación que terminó con la vida de Osame Bin Laden y su labor en la lucha contra el Estado Islámico. Veterano de la administración Obama durante la Primavera Arabe, Blinken encabezará los esfuerzos del siguiente gobierno para retomar el acuerdo internacional suscrito con Irán para evitar que fabrique armas nucleares. Un pacto firmado en 2015 tanto por EUA e Irán como por Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania, y que el magnate Trump echó por la borda.
Otros nombres de primer nivel en el gabinete de Joe Biden son Alejandro Mayhorkas (de origen cubano), secretario de Seguridad Nacional. John Kerry, que fue candidato presidencial en 2004, será el responsable de Cambio Climático, un puesto nuevo, creado ad hoc. Janeiro Yellen, secretaria del Tesoro, que fue la primera mujer en ocupar la presidencia de la Reserva Federal, incluso en el gobierno de Donald Trump. Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional. Avril Haines, Directora de Inteligencia.
La ISAGOGE de la próxima semana se dedicará a los perfiles biográficos del gabinete de Joe Biden.
En fin, como tenía que ser, Donald Trump tuvo que doblar las manos. No podía ser de otra manera. De otra forma, la democracia estadounidense pasaría a la historia. No es tan fácil. VALE.