Con la pandemia y el consecuente encierro, las redes sociales se han convertido en –muchas ocasiones– la única vía de contacto con el exterior de muchas personas. El miedo a un contagio a provocado que la comunicación se reduzca a mensajes de Whatsapp, a compartir vía Twitter, Instagram o Pinterest lo que se come, lo que trae puesto en cuestión de vestimenta, a compartir lo que viven día a día a través de Facebook o a enviar mensajes vía Tik-Tok o YouTube.

Muchas personas han entrado en esta dinámica y su cotidianeidad se basa en un dispositivo móvil o en una computadora de escritorio, a través de los cuales mantienen comunicación con sus semejantes, pues ahora los cumpleaños y demás festejos se hacer mediante Zoom, Skype o algún otro programa de teleconferencia. Incluso han surgido los llamados brindis virtuales, en los que varios amigos se reúnen copa en mano a platicar un rato.

Ni que decir de las clases, en las que el salón es sustituido por la pantalla de la computadora y las tareas se envían al correo electrónico del maestro, sin importar el nivel educativo del que se trate.

Otro tanto se ha dado en cuestión laboral, en la cual el teletrabajo se ha impuesto ante los riesgos de contagio, aunque los horarios de trabajo se hayan estirado al máximo, pues muchos jefes y colaboradores piensan que si se esté en casa se podrá atender cualquier asunto a cualquier hora.

¿Cuándo volveremos a vernos las caras? Es la pregunta que muchos se siguen haciendo.

Quizá lo único que falta es que las bodas sean también a distancia, en las que el sacerdote pida al final de la ceremonia que ambos contrayentes se den like para cerrar el compromiso.