La etapa poselectoral para Donald Trump ha sido difícil de sortear, pero sólo amenaza en ponerse peor. Siempre ha sido un hombre que ha impuesto su voluntad, consigue lo que quiere sin importarle el costo, impone su criterio a cualquier otro, tenga la razón o no, sin embargo, parece haber llegado el momento en que nada de esto le valdrá a partir del medio día del próximo 20 de enero. Ya no será presidente y nada será igual, vendrá inevitablemente la hora de pagar.
Y como lo escribió el por muchos años, destacado corresponsal de Televisa en la Casa Blanca, Gregorio Meraz… “Consumido, herido y humillado por la aplastante derrota electoral que se niega a aceptar, tocando tambores de guerra y danzando en torno a la mayor mentira de su vida, sobre una presunta ‘conspiración y fraude masivo’, ya rechazada en más de 30 cortes federales del país por falta de evidencia, el presidente Donald Trump se hunde en el temor, angustia e incertidumbre sobre su futuro”.
Y en verdad que nada como la presidencia de cualquier país y más de los Estados Unidos para extender el amplio manto protector sobre el primer mandatario y sus acciones.
Hace más de un mes que los estadounidenses fueron a las urnas y eligieron a Joe Biden como el 46º presidente de Estados Unidos. Dos meses antes de su toma de mando, Joe Biden ya se adentra en su nuevo rol; ha conversado con expertos en salud sobre un nuevo plan contra el coronavirus y ha recibido llamadas telefónicas de jefes de gobierno de casi todas partes del mundo. El rumbo a seguir por el país lo ha comenzado a delinear, sin embargo, y con la cortesía política que corresponde a un mandatario poco, muy poco, ha hablado del aún inquilino de la casa presidencial.
Poco antes de la elección pasada, el historiador Timothy Snyder, habló en una entrevista con el staff de la Revista New Yorker… “Trump se aferrará a la presidencia más allá de los resultados ya que sin el cargo perderá su inmunidad y es eso precisamente es lo que lo mantiene fuera de prisión”.
Mucho se habla y se especula sobre el tamaño de la deuda del empresario neoyorkino metido a político, pero aún es difícil precisar el tamaño de los problemas que enfrentará Trump, se habla de un adeudo de cerca de 400 millones de dólares con el alemán, Deutsche Bank, que de no cubrirse en los plazos pactados existe una cláusula de ejecución hipotecaria.
Y no podemos dejar de lado el secreto a voces que recorre el país, los 72 millones de dólares que debe restituir de impuestos locales recibidos hace 10 años por supuestas pérdidas en los años fiscales de 2008 y 2009, situación que ya se ha comprobado no sucedió.
Y no son sólo los problemas económicos y financieros que amenazan al empresario en bienes raíces más cuestionado del país de las barras y las estrellas, están también los concernientes a sus cuentas con la ley, a las demandas pendientes en Nueva York, por ejemplo, se están llevando a cabo investigaciones tanto civiles como penales sobre algunas prácticas comerciales desarrolladas por el mismo Trump, pero también enfrenta acusaciones de mujeres que alegan abuso sexual. Además, un escándalo relacionado a pagos de dinero a cambio de silencio podría recaer sobre Trump; por ese motivo, su exabogado Michael Cohen terminó tras las rejas en 2019. Según el fallo, Cohen había violado las reglas de la campaña al pagar a dos mujeres para que guardaran silencio sobre una aventura con el entonces candidato, Donald Trump y ante las amenazas y presiones legales, Cohen testificó que Trump le había dado instrucciones de pagar.
Hay que recordar, sin embargo, la disposición del Departamento de Justicia de los Estados Unidos del año 1973, a raíz del escándalo de Watergate donde los tribunales no pueden procesar a ningún presidente en funciones, pero una vez que concluya su mandato se esfuma tal inmunidad y sin duda la avalancha de demandas vendrá.
Al actual presidente le quedan menos de 50 días en el cargo y es posible que intente usar sus derechos constitucionales como mandatario para obtener un indulto antes de que deje el cargo, sin embargo, ningún presidente ha intentado antes perdonarse a sí mismo y no está claro si tal medida sería legalmente válida. No obstante, cuando Biden, sea presidente también podría indultar a Trump, tal y como sucedió con Richard Nixon en 1974 a manos de Gerald Ford.
De cualquier manera, el presidente de Estados Unidos sólo tiene el derecho de conceder un indulto en casos sujetos a la ley federal. A nivel individual de los estados, Trump no contaría con este indulto, por lo tanto, no tendría ninguna protección contra el procesamiento legal una vez que ya no esté en el cargo. Sólo el tiempo dirá lo que esto significa en la práctica. “Durante toda su vida siempre logró salir bien librado de los asuntos judiciales”, señala D’Antonio, el biógrafo de Trump. Y recuerda: “Siempre se las arregló para zafarse de los juicios o pagar lo menos posible cuando la justicia finalmente lo alcanzaba”.
El implacable paso del tiempo corre y todo indica que ni el hoy todavía hombre más poderoso del mundo podrá escapar del largo brazo de la ley y de la afilada dentadura de la autoridad financiera, el plazo está por vencer y Donald Trump vive momentos de angustia sin duda ante el incierto futuro que amenaza con cobrarle todo, absolutamente todo.
A principios de semana el periódico, The New York Times, publicó que el presidente Donald Trump y sus más cercanos asesores evalúan otorgar indultos preventivos a sus 3 hijos mayores y a su yerno.