Sin el menor ánimo de celebración no puede pasar inadvertido que hace casi un año el gobierno de la República Popular China advirtió, oficialmente, a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la aparición de un nuevo coronavirus que provocaba una neumonía extraña. Tan simple como eso, pero que en menos de doce meses ha cambiado el curso de la historia del mundo. La epidemia primero, la pandemia después —anunciada desde el 11 de marzo último—, del Corona Virus Desease-19 (Enfermedad del virus corona, surgida en el año 2019), en el momento de escribir este reportaje suma 62,629,797 de contagios y 1,457,998 de decesos, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins. Y contando.
Lo peor del caso es que el panorama no es nada halagüeño: después del brote ya ha habido rebrotes, y, gracias a torpes autoridades (como las mexicanas), que no han sabido enfrentar con certeza la pandemia, y al descuido de la sociedad que ya está desesperada por el confinamiento y otras disposiciones, la cadena del contagio se alargará por tiempo indefinido, aun con la eficacia que actúen las posibles vacunas.
Desde el momento que los científicos chinos obtuvieron, en enero de este mismo año, el código genético del virus, numerosos laboratorios en el mundo se dedicaron a descubrir una vacuna segura y eficaz para detener la carrera mortal del COVID-19. Al mismo tiempo, médicos y demás personal sanitario —mujeres y hombres—, se esforzaban porque sus métodos para combatir el virus resultaran lo más eficiente. Si algo hay que resaltar es que la comunidad científica y médica mundial desde el primer momento se puso en primera línea, armada con sus conocimientos, para combatir al mortal coronavirus. Miles de ellos han muerto atendiendo a los enfermos, que caían en los hospitales pese al uso de los tapabocas, el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos, indicaciones que hasta las autoridades desaconsejaban. A estas alturas del problema hay presidentes y secretarios de Salud que no los usan. Si no fueran tan cínicos, y ante el saldo de defunciones, deberían haber renunciado a sus puestos inmediatamente. Y todavía se molestan cuando la prensa les echa en cara que no usen los cubre bocas.
La transmisión del virus se ha acelerado en las últimas semanas. Tomó sólo 17 días pasar de 50 millones de contagios a 60 millones, en comparación con los 21 días para pasar de 40 millones a 50 millones. Se han reportado aproximadamente 580 mil casos diarios durante la semana anterior y la mitad de todos ellos son de los últimos 70 días.
De tal suerte, Alemania y Rusia registran nuevos récords de muertes al día por COVID-19. En territorio ruso se informó de una marca de 25,487 nuevas infecciones y 524 fallecimientos en 24 horas, los números más altos reportados desde el inicio de la pandemia. Así, el organismo de control de la salud (Roszdravnadzor) ha informado que algunas regiones del país, con casi 145 millones de habitantes, se están quedando sin camas de hospital para atender a los enfermos. Sin embargo, las autoridades se niegan a imponer confinamiento domiciliario. Rusia tiene actualmente el cuarto mayor número de casos de COVID-19 en el mundo, después de Estados Unidos de América (EUA), India y Brasil. Moscú informó que registró 38,062 muertes relacionadas con el virus desde el inicio de la pandemia. Y en México, como se sabe, hace varios días superamos los 100,000 decesos, y el millón de infectados. “Así tenía que ser”, dicen los encargados de combatir el virus.
En tanto, en la Unión Europea los gobiernos evalúan medidas para intentar evitar que la Navidad y el Año Nuevo puedan ser un elemento difusor del coronavirus, lo que se traduce en nuevas restricciones en Alemania y Reino Unido, y desescaladas más lentas en Francia. En Alemania se sumaron 410 decesos, superando las 15,000 muertes por Coronavirus. Estas es la primera vez que se registraron más de 400 fallecimientos en 24 horas, así como 18,633 contagios en el mismo lapso.
Mientras el rebrote de la pandemia se generaliza en el Viejo Continente, centenares de manifestantes ataviados de negro el sábado 28 de noviembre se enfrentaron con la policía en Paris, después de una masiva movilización programada en varias ciudades de Francia contra la violencia policial y el nuevo proyecto de ley de seguridad global, que criminaliza la publicación de material audiovisual sobre la actuación de los elementos policiacos, es decir la brutalidad de las “fuerzas del orden”. Según la Prefectura de Policía y del Ministerio del Interior franceses, el enfrentamiento resultó con 46 personas detenidas y 23 agentes heridos.
La llamada “marcha por las libertades”, concentró en la Ciudad Luz a 46 mil personas, pero en total 133 mil salieron a las calles de las distintas ciudades francesas: Lille, Rennes, Estrasburgo, Burdeos y Montpellier, según datos del Interior, para demostrar su oposición a la ley aprobada durante la semana en primera lectura por la Asamblea Nacional. La protesta, apoyada por partidos de izquierda, estuvo impulsada por sindicatos, asociaciones de prensa, de los derechos humanos, y hasta por los “chalecos amarillos” (“gilets jaunes”), que advirtieron de que Francia corre el riesgo de integrar la lista de países que violan la libertad de prensa. En la mira se encuentra principalmente el artículo 24 de esa ley, que sanciona con hasta un año de cárcel y 45 mil euros de multa al difundir imágenes de los agentes con la intención de ponerlos en peligro.
Para el lunes 30 de noviembre, el gobierno galo decidió “suspender” el polémico proyecto legal según informó Christophe Castaner, el líder camaral del partido de Emmanuel Macron, La Republique en Marche (LaRem). La decisión se tomó, al parecer, debido a la incomprensión suscitada no solo entre periodistas, sino entre la población en general y admitió que “persistan las dudas”, por lo que la mayoría oficialista va a enfocarse en subsanarlas.
El mismo lunes 30 de noviembre, por la tarde, en un gesto poco común, el director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló al gobierno de Andrés López Obrador que “México enfrenta un problema grave” porque en las últimas semanas se han multiplicado los contagios y las muertes por COVID-19, razón por la cual AMLO debe tomarse esta situación “sumamente en serio”. Al ser cuestionado sobre la situación de la pandemia en territorio mexicano, Ghebreyesus explicó: “en la semana del 12 de octubre, en México se registraron alrededor de dos mil fallecimientos, pero en la semana del 23 de noviembre ese número se multiplicó de dos mil a casi cuatro mil fallecimientos. Eso muestra, —en mi opinión)—, que México está en una posición difícil. Y luego, si se contempla el número de casos, en la semana de octubre 12, había 31,000 contagios y en la semana del 23 de noviembre, más de 60 mil casos nuevos. Se ha multiplicado por dos también el número de casos. Cuando el número de casos se multiplica por dos, pero el número de muertos sigue siendo el mismo o se reduce estaría bien, pero si los dos indicadores aumentan a la par pues tenemos un problema grave”.
De tal forma, el funcionario internacional pidió al gobierno mexicano tomarse esta situación “sumamente en serio” y destacó que es importante, en términos generales, usar la mascarilla, la higiene de las manos y la distancia física…Esperemos que los representantes políticos o los líderes sean ejemplo. Queremos que los líderes sean modelo, que las personas influyentes también sean modelos” … ”Y tienen que dar ejemplo, si no, esta multiplicación por dos del número de casos en dos semanas es muy mal signo”.
Además, el director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Michel Ryann, destacó que en países como México el uso de la mascarilla y otras precauciones es importante que haya un modelo de comportamiento. “Y si se aconseja que la gente haga algo, los dirigentes y las personas influyentes también deben dar el ejemplo, eso funciona en México y en todas partes. Ha sido difícil esta respuesta, pero los gobiernos deben darla de manera clara, porque la población necesita tener direcciones claras”. De acuerdo con Ryan, cuando los responsables de combatir la pandemia no dan el ejemplo, se siembra la confusión, lo cual no ayuda a nadie.
¿Cuál fue la respuesta del subsecretario Hugo López-Gatell a estas recomendaciones? —“Eso le dicen a todos en la OMS”. Genial. ¿Y su jefe? —Bien gracias: “En tres meses volveremos a como estábamos antes de la pandemia.
De regreso a la realidad y no a la utopía de la 4T, al iniciar el mes de diciembre hay la promesa de varios laboratorios que ya tienen las conclusiones de sus estudios clínicos avanzados en Fase III —de sus respectivas vacunas—, para ser publicados en fecha próxima en revistas científicas. Por lo menos dos de esos laboratorios —el estadounidense Pfizer, y el alemán, BioNTech—, pidieron en EUA y en Europa una solicitud de aprobación de emergencia de la vacuna contra el COVID-19. Esta alianza farmacéutica informó la semana pasada de la conclusión exitosa de la Fase III de sus ensayos clínicos a gran escala. Es posible que la aprobación oficial para procesar la vacuna se conceda este mismo mes de diciembre por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EUA (FDA). El segundo laboratorio en presentar una autorización de emergencia es AstraZeneca en el Reino Unido, junto con la Universidad de Oxford. En manos de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios de Gran Bretaña está el siguiente paso para su aprobación.
De tal suerte, con todo y el descuido del presidente Donald Trump —que termina su gobierno del 20 de enero del año próximo—, la primera potencia en el mundo planea iniciar la vacunación de su personal de salud el viernes 11 de diciembre, después que la FDA apruebe la vacuna de Pfizer. A partir del primer trimestre de 2021, vacunarían a los grupos de riesgo y después de marzo habría capacidad para inmunizar al resto de la población estadounidense, que hoy por hoy es la más afectada en todo el mundo. Pfizer y BioNTech adelantaron que esperan producir hasta 50 millones de dósis de vacunas a nivel mundial en 2020 y hasta 1,300 millones de dosis el próximo año.
Todo mundo está a la caza de asegurar las dosis suficientes de vacunas cuando estas sean aprobadas por las autoridades correspondientes, incluyendo México. En tanto, en la República Popular China, donde se originó la pandemia, se informa que más de un millón de personas ya fueron vacunadas de “urgencia” con dos productos experimentales contra el nuevo coronavirus de la firma china Sinopharm, sin proporcionar datos clínicos sobre su eficacia. Según el presidente de la empresa, Liu Jingzhen, “sólo unas pocas” personas han mostrado síntomas leves tras recibir la vacuna de Sinopharm en diez países que participaron en la muestra.
En el Reino Unido, el gobierno de Boris Johnson —que ya anunció no se inyectará la vacuna, pese a haber sido infectado—, ya ordenó 100 millones de dosis de la vacuna de Oxford y AstraZeneca para empezar a distribuirla este mismo mes en caso de recibir la aprobación oficial. Al final, pero no menos importante, en México, hay un convenio de cooperación con Argentina para producir y distribuir la vacuna AstraZeneca, y ya se aseguró la adquisición de 77 millones de dosis de la misma compañía. Además, se ha informado que se recibirán 35 millones de la vacuna de CanSinBio y 34 millones de la de Pfizer.
Todo sea para bien y la pandemia, finalmente sea controlada, o por lo menos combatida eficazmente. El COVID-19 igualó a todos los seres humanos en la Tierra. Los poderosos y los indigentes mueren igual, o casi igual. VALE.

