Tempus omnia revelat. (El tiempo lo revela todo)
Tertuliano

Los fines de cada año resultan propicios para formular reflexiones sobre el pasado inmediato y desde luego para listar propósitos para el siguiente año. Es la actitud que se presenta al finalizar ciclos o etapas cuando se realizan revisiones sobre lo acontecido y racionalmente se construyen propósitos o planes para enfrentar el porvenir. Este 2020 que agoniza, ha sido en general un año nefasto, un año que se llevó a muchos de nuestros seres queridos, un año de crisis de empleo y crisis económica, suspiremos porque por fin se acaba.

El apretado espacio de este artículo resulta insuficiente, y tampoco es mi intención intentar una revisión crítica o ensayar una crónica de los dos regímenes del PAN o del gobierno del anterior presidente, en su momento ya revisamos y criticamos sus acciones como gobernantes y lo hicimos en pleno ejercicio del poder, en ambos casos el juicio de sus contemporáneos ha sido emitido y el juicio histórico requiere que el tiempo decante los sucesos y la distancia temporal serene los ánimos.

Lo que es cierto, es que después de casi dos décadas de buscarla el actual presidente accedió al poder, y que quienes lo ejercieron con anterioridad no estuvieron a la altura de los grandes estadistas. El sexenio iniciado en diciembre de 2018, y transcurridos solo dos años, se percibe un México en caída libre en la conducción de la economía, y a pesar de eso las decisiones siguen siendo la improvisación en la designación de las responsables de las distintas carteras del gobierno. Lo que sí es un hecho que el actual régimen cargará hasta el fin de los tiempos con los muertos de la equivoca política sanitaria ante la pandemia, y con los muertos y desaparecidos de la violencia que vive el país. El tiempo en su lento discurrir y la Historia implacable podrá en contexto y sin pasiones este tiempo perdido para México.

Recordando la mitología griega, Cronos dios del tiempo, hijo de Urano y Gea, y a su vez padre de Zeus y de Hera, con el transcurrir de los días, los meses y los años, en un corto plazo nos hará recordar con nostalgia los tiempos idos y en ocasiones nos hará olvidar acontecimientos que en su momento parecieran inolvidables. La naturaleza del ser humano es así. Los mexicanos en especial, si bien en su momento magnificamos somos al mismo tiempo, propicios al olvido. Por ello, la frase de que nuestros políticos apuestan a la desmemoria colectiva ha tenido tanta fortuna.

Es cierto que recordar y entender el pasado, propicia un mejor entendimiento del presente y es herramienta indispensable para construir el futuro. Solo que igual de malo resulta olvidar fácilmente, como anclarse en el pasado. El dolor que se clava en el alma es para siempre y solo a golpes de raciocinio el hombre supera esos golpes negros que se empozan en el alma como diría el poeta peruano César Vallejo.

Con la ilusión de mejores tiempos que esperan una buena parte de los mexicanos, en especial quienes sufren una pobreza generacional debe ser atendida con especial atingencia. El tiempo que se perdió en paliarla, que contrario al discurso y la retórica vio crecer la miseria de una cuarta parte de nuestros compatriotas, debe ser la prioridad del gobierno; y no solo para ahogarse en el agua y fango, o para poner los enfermos y muertos. No hay que olvidar que la esperanza, la expectativa y la ilusión colectiva suele estallar rápidamente como pompas de jabón. El tiempo se nos ha agotado.

Desde este espacio expreso a todos los lectores de Siempre, mis mejores deseos de felicidad, paz, salud, amor y prosperidad para este año 2021.