Aunque la tradición dispone que en los últimos días del año hay que desear parabienes a todo mundo, en esta ocasión en todo el planeta cunde el pesimismo: la pandemia del COVID-19 no hace espacio para escoger. El futuro no se prevé halagüeño. No solo se trata del coronavirus, también el ser humano le pone sal a varias heridas: en Estados Unidos de América (EUA), el presidente Donald Trump ha tratado de echar por tierra el indudable triunfo de Joe Biden echando mano de todo tipo de triquiñuelas legales, pero el lunes 14 el Colegio Electoral reconoció la victoria del candidato demócrata con 306 votos a su favor, decisión que el magnate que todavía reside en la Casa Blanca, en Washington, se ha empecinado en no aceptar, avivando el enojo de sus simpatizantes que han salido a la calle a manifestar su descontento. Nadie sabe lo que puede suceder antes y después del 20 de enero de 2021, la fecha fijada de antemano para que Biden asuma el poder. De esa sucesión en la Unión Americana dependen muchas cosas. Si no fuera así, muchos problemas pueden presentarse dentro y fuera de EUA. !Ojalá no!
Otro conflicto que acapara la atención mundial, con graves consecuencias económicas y políticas para la Unión Europea, es el llamado Brexit —la salida de la Gran Bretaña de la UE para el 31 de diciembre de este año—, sobre todo si para fin de año Londres y Bruselas no llegan a un acuerdo —Deal o No Deal, that is the Question: Acuerdo o no Acuerdo, ese es el problema—, para evitar un “divorcio caótico”. Escribo —perdón por la primera persona—, este reportaje el lunes 14 de diciembre, cuando aparezca impreso solo faltarían once días para que se cumpla la fecha fatal. En tanto, los negociadores harán todo lo que puedan para intentar que la relación post-Brexit sea lo “más civilizada posible”. Por todo esto creo que los tiempos no son los mejores para festejar la Navidad y recibir el Año Nuevo. Sobre todo porque después de la festividad cristiana y del inicio de año, la pandemia seguirá matando personas de todos los confines del mundo, incluyendo México donde el coronavirus está incontrolable y no precisamente por las buenas decisiones del gobierno de la 4T. Perdón por la crudeza.
De tal suerte, mientras el tiempo sigue su marcha, que nadie puede detener, la presidenta de la Comisión Europea de la UE, la doctora alemana Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson hicieron a un lado la “fecha fatal” y prometieron “hacer un esfuerzo adicional” para lograr un acuerdo comercial posterior al Brexit que evitaría el caos de Año Nuevo y los costos del comercio tras fronterizo. Un ultimátum siempre puede sustituir a otro. Tras una afortunada llamada telefónica entre ambos personajes, la funcionaria europea compareció ante los medios, sin aceptar preguntas, para anunciar la “última” o “penúltima oportunidad”.
“Donde hay vida hay esperanza”, dijo Johnson, tras acordar la continuación de las conversaciones entre Londres y Bruselas. A su vez, Von der Leyen aclaró: “Tuvimos una llamada telefónica útil esta mañana. Discutimos sobre los principales temas no resueltos. Nuestros equipos negociadores han estado trabajando día y noche durante los últimos días. Y a pesar del agotamiento después de casi un año de negociaciones, pesar de que los plazos se han incumplido una y otra vez, creemos que en este momento es responsable hacer un esfuerzo adicional de una milla extra”. Sin embargo, la política alemana no concretó hasta cuando pueden estirarse los tiempos.
El viernes 11, los dos equipos encabezados por Michel Barnier en la parte europea y David Frost, en la británica, reanudaron las discusiones marcadas por el pesimismo. Unos y otros coincidieron en los últimos días que había más posibilidades de un Brexit caótico el próximo 1 de enero, que de un agreement sobre la relación futura, y así lo transmitió la presidenta de la Comisión Europea (CE) a los líderes de la UE reunidos el jueves 10 y el viernes 11 en Bruselas.
No obstante, hubo parcos avances, casi como un clavo ardiente al que había que colgarse. Johnson mismo volvió a agitar el fantasma del Brexit duro. Los veintisiete decidieron hacer causa común en momentos decisivos. Y el primer ministro de Gran Bretaña intentó hacer otra de las suyas: trató contactar de manera bilateral con la canciller germana Angela Merkel y con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que no le siguieron el juego y no le tomaron la llamada. El mensaje era claro: el grupo europeo habla con una sola voz, sin duda. Londres no dividirá a los socios de la UE frente al precipicio.
Las partes en pugna se preparan para el peor escenario. La CE publicó sus planes de contingencia para amortiguar un posible Brexit caótico el jueves 10 y el sábado 12 de diciembre el Reino Unido movilizó a la Marina para interceptar los barcos europeos que se dirijan a sus aguas a partir del inicio del próximo año. Cuatro barcos patrulla británicos están listos para esa tarea. Un portavoz del Ministerio de Defensa inglés confirmó la versión y agregó que se “tomarán una serie de robustas medidas que incluyen numerosas embarcaciones militares y marítimas” que podrán utilizarse para aportar “presencia física, disuasión e inspecciones”, lo que podría complementarse con “tecnología de vigilancia”.
La Comisión Europea incluso reconoce que sus planes de contingencia pueden servir para responder ante un Brexit por defecto de forma, en caso de que no hubiera humo blanco para que el acuerdo se pueda ratificar a tiempo por parte de los Comunes, las cancillerías europeas y la Eurocámara.
Con cientos de miles de empleos y decenas de miles de millones de euros en el comercio en juego, la ampliación de las pláticas tenía razón de ser aunque dicha ampliación es sine die (sin fecha). Agotan hasta el último momento.
Boris Johnson, por su parte, dijo que el resultado “más probable” no llegaría a un acuerdo y tendrían que comerciar de acuerdo a los términos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con los aranceles y barreras que esto supone. Mientras que Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, advirtió que no puede haber un acuerdo “a cualquier precio, no. Lo que queremos es un buen trato, un trato que respete estos principios de juego limpio económico”.
Mientras esto sucede, es necesario recordar que el 47% de las importaciones británicas están dirigidas al mercado único europeo, frente al 7% a la inversa. Como una pequeña prueba de lo que podría suceder después del 1 de enero de 2021, simplemente hay que decir que 7,000 camiones colapsaron el fin de semana la carretera A20 y los contenedores se apilaron en el puerto de Dover.
Los riesgos de que no se llegue a un acuerdo antes de fin de año, se dividen en tres rubros: aranceles y cuotas, visas y controles de bienes. Como ya se dijo, en el primer caso si el 31 de diciembre no hay un acuerdo comercial, la relación entre Bruselas y Londres se regirá por la OMC. En el segundo, con la salida de la UE, europeos y británicos tendrán que solicitar visa si desean prolongar su visita más de tres meses. Y, por último, en el tercer rubro el regreso de los controles fronterizos amenaza con colapsar los transportes, especialmente en Dover.
Otro de los escollos se da en la vigilancia del cumplimiento del Acuerdo de Retirada y de la futura relación comercial.
En tales condiciones, pase lo que pase, dijo Johnson, el líder tory, “al Reino Unido le irá muy bien”, lo cual no pasa de ser una baladronada pues resulta complejo entender cómo se pueden tomar tantos riesgos cuando su país ya está en recesión y terminará el año con el mayor agujero presupuestario en tiempos de paz por una pandemia global que ya ha dejado en territorio británico más muertos que en toda Europa (más de 60,000 fallecidos).
Con el Brexit todo es política. Y el extravagante Johnson —que muchos comparan con los desplantes que ha hecho el presidente Donald Trump con los europeos—, al final de cuentas podría acabar cumpliendo sus advertencias y presentarse en Londres como el “gran héroe” que defendió al país de la “intransigencia” de la Unión Europea. De hecho, no sería la primera ocasión que sus conciudadanos le compran un slogan sin necesidad de que éste diga la “verdad”.
Muchos británicos, sobre todo jóvenes, no olvidan que hace exactamente hace un año, Boris Johnson apelaba a los votantes para las elecciones generales del United Kingdom con el siguiente mensaje: “Es nuestra oportunidad de poner fin a la incertidumbre para que la gente pueda seguir con sus vidas. Imagínense lo maravilloso que será sentarse a cenar pavo esta Navidad con el Brexit decidido”.
El electorado le otorgó en 2019 una victoria para el Partido Conservador no vio desde los tiempos de Margaret Thatcher. El excéntrico político prometió, durante la campaña previa al referéndum de 2016, que “cerrar un acuerdo con la UE sería algo sencillo”. Ya se vio que no era tan fácil como presumía.
En suma, aunque en pesca y gobernanza en las últimas horas se lograron algunos avances, el principal obstáculo para cerrar un pacto serían un texto legal de la UE en el que se especifique que si cambia sus regulaciones en un futuro y Londres se niega a seguir su ejemplo, los Veintisiete pueden imponer de manera inmediata aranceles al Reino Unido.
Por último, en estos días se celebra la última sesión plenaria de la Eurocámara, pero desde hace semanas se baraja la convocatoria de una sesión extraordinaria el 28 de diciembre —Día de los inocentes—, aunque antes un posible texto de acuerdo debe ser revisado por las comisiones parlamentarias. También se contempla una entrada en vigor provisional y una votación en la Eurocámara a principios de año, o incluso que las capitales de la UE puedan dar su visto bueno al texto sin que éste sea traducido a las otros tres idiomas oficiales del club comunitario aparte del inglés. Sin chiste, todo parece una moderna Torre de Babel.
Por eso están parcas las felicitaciones de Navidad y de Año Nuevo. Sin embargo ! Muchas Felicidades!. VALE.