Iniciamos un nuevo año con la zozobra de extremar cuidados para evitar contagios, dentro de días convulsos llenos de ansiedad, miedo, incertidumbre y ansiedad los mexicanos celebramos las fiestas decembrinas, cambiando todas nuestras costumbres de celebración en familia y con amigos cercanos.

Ante la segunda ola de Contagios de la Covid-19, España ha declarado la emergencia sanitaria hasta marzo de 2021; reino Unido decretó un bloqueo a la movilidad de un mes; Francia ordenó el confinamiento con toque de queda por dos semanas; Alemania e Italia durante cuatro semanas: Autoridades de Salud de esos países europeos han confirmado que en esta “segunda ola” el virus es más mortal que en la primera.

Aquí en México los mensajes oficiales son de extrema confianza de que la aplicación de la vacuna va a terminar finalmente con los contagios. Si bien es cierto que no debe haber mensajes alarmistas para no crear pánico en la sociedad, también lo es que el exceso de confianza lleva a algunos a bajar la guardia y exponerse al contagio.

El avance en la aplicación de las vacunas ha sido por demás lento, al no existir una estrategia clara sobre su aplicación, tomando en cuenta que al 2021  la población total es de casi 130 millones de personas, y actualmente se han aplicado las vacunas a un ritmo de entre 6 mil a 8 mil diarias. Si la estrategia es vacunar primero al personal del sector salud y posteriormente a los adultos mayores, los cálculos que se hacen para tener a ese segmento de la población vacunada es erróneo pues según el INEGI  en nuestro país residen 15.4 millones de personas de 60 años o más. Si no amplían las unidades médicas para aplicación de mayores dosis de vacunas tendríamos que en un año (a 8mil por 365 días) se habrían vacunado solamente a 2 millones 920 mil personas.

Por otro lado, a la crisis sanitaria, mal o bien enfrentada, solo el tiempo lo dirá; ha venido a sumarse la ausencia de previsión, la impericia en la conducción, la falta de una estrategia pensada y diseñada en función de escenarios para efectos de planear las acciones y decisiones. Es muy difícil creer que nadie en el gobierno federal entendió que la hecatombe sanitaria tenía en la otra cara de la moneda de la crisis económica.

Seguramente el Gobierno va a endosar la totalidad del problema económico al Covid-19, no olvidemos que ya desde 2019, hubo decrecimiento económico, pérdida de empleo, caída de la recaudación fiscal, baja en la inversión pública y privada y en general una mala conducción de política pública económica. Y lo mismo cabe decir del sector salud, con recortes presupuestales incomprensibles que se tradujeron en falta de abastecimiento de medicamentos y despidos injustificados.  Los mexicanos pagamos las consecuencias. Tienen dos años gobernando y tomando decisiones, ahora las que tienen que afrontar.

Esperemos que el escenario optimista prevalezca, que el número de contagios y decesos vaya a la baja, que en la capacitada hospitalaria ya saturada se dé a basto y que el espíritu de sacrificio e inventiva de nuestros médicos sigan resistiendo.

Nadie, queremos conscientemente un escenario catastrofista con centenares de miles de contagiados y muertos, y tampoco que el desempleo alcance las cifras de millones que podrían hacerse presentes. Quienes señalamos o criticamos algunas acciones del gobierno, no somos, ni seremos, enemigos ni adversarios de quien detenta el poder. Nos preocupa la conjunción de crisis institucional, de seguridad, económica y sanitaria.