Conversatorio: En México significa, “Reunión concertada para tratar un tema”. Por ejemplo, Conversatorios de paz (RAE).

En plática por teléfono con Ricardo de la Peña, CEO de ISA, pero ante todo maestro y amigo, con quien debato en tele, en podcast y en lo personal ahora por teléfono, porque con aquello de la pandemia pues ya ni un cafecito podemos.

En fin que gritamos, mentamos y analizamos con gran pasión el acontecer de nuestro país. Por mi parte con un dejo de amargura. Si no es que el monopolio CFE por la soberanía nacional ya avisó que subirá las tarifas de luz “un poquito” este año, es que Monreal se ofusca pero, así como su hermano será gober de Zacatecas, así va a meter la mano en Banco de México. No creo que le importen las consecuencias nacionales e internacionales de tal golpe.

Entonces me atreví a cuestionar a De la Peña; ¿cómo veía él el futuro político de nuestro país, con todo lo que es obvio que vivimos en el presente, y con la ineptitud de nuestros políticos en Palacio Nacional, en el Congreso Federal y muchos de los Congresos Estatales, por si quiera cuestionar, tal vez entender la importancia de lo que palomean en sus deberes y funciones.

“¿Me preguntas cómo debería de ser el actuar de la clase política durante los próximos años?, –comienza este monólogo con el que me responde Ricardo de la Peña–, “más bien cómo tienen que comportarse por lo menos el próximo cuarto de siglo, para fomentar el desarrollo del país, –subraya de la Peña–. Comencemos porque la palabra desarrollo no es sinónimo de crecimiento; implica crecimiento, pero no se reduce al mismo”.

Prosigue el susodicho: “Desarrollo implica también atender problemas ancestrales como rezagos en materia de salud, educativos, nutrición, en equidad social y participación de los grupos sociales en la vida política nacional”.

Creo en lo personal que la clase política tiene frente a sí un gran reto que es difícil que lo enfrenten. Resulta obvio que los políticos antes que nada van por su interés personal. Es evidente que los actores políticos buscan fomentar su bienestar personal y su capacidad de poder, esto es lógico. Al mismo tiempo tendrían que constreñirse a conseguir un respaldo popular mediante el ejercicio del voto, que pueden obtener solamente generando una expectativa favorable, de que van a mejorar las cosas”.

Claro, –pienso a mí mismo–. Expectativa favorable, aunque las cosas en vez de mejorar, empeoren. Pero escucho lo que dice mi interlocutor:

“No me refiero a que los indicadores macroeconómicos vayan a estar necesariamente mejor. Es obvio que es una condición necesaria más no suficiente, para que la población sienta empatía con el político, y que éste logre responderle a las necesidades por las que la ciudadanía respalda a ese politico por la vía electoral y así asegurar la permanencia de su opción política en el poder”.

“Considero que lo más importante para los políticos en los próximos años será tomar conciencia de este requerimiento de la sociedad, y pensar en modelos de desarrollo que al mismo tiempo que atiendan y fomenten las condiciones reales de crecimiento de la economía, cosa que no siempre se logra y que requiere de un conocimiento técnico y una decisión política muchas veces a contrapelo de la expectativa inmediata de la población, para mantener condiciones que permitan el desarrollo”.

¡Por supuesto! Me digo a mi mismo. El problema es que estos politicuchos exprés están hechos a modo del muñequero; le son leales, aunque no sean eficientes. Típico del antagonista de la democracia y amante del totalitarismo.

“Un segundo nivel que requieren los políticos, –continúa Ricardo–, es que el crecimiento no se dé solamente a favor de los núcleos más ricos o más cercanos al político, sino que también vaya derramando en favor de otros grupos, de otros niveles. No pensemos necesariamente en los viejos grupos; es decir que ya no es pensar en esa relación añeja de capital–trabajo en la cual se buscaba compensar a los trabajos mediante incrementos salariales, salario mínimo, etc.”

Esta afirmación de de la Peña la detectamos hoy en día en gran parte de la población, de la PEA formal, que busca obtener beneficios sociales a través de fórmulas mucho más independientes. Son milennials y centennials. Es esta población a la que también debe dársele respuesta, a la que debe buscarse atender en sus requerimientos y súplicas; no una lógica de salarios sino de oportunidades de empleos, de crecimiento, de oportunidades para que los emprendedores puedan lograr tener una mejora y desarrollo de sus actividades y formas de vida.

Como podemos deducir de lo que me comenta Ricardo, el actual grupo en el poder es ciego. Ellos van por su poder, por su conveniencia personal, por su atención únicamente para las demandas de los grupos que juegan con ellos. Los demás mexicanos, la mayoría, nos podemos ir prácticamente al demonio. La democracia les ganó el poder, más que para servir, para que ahora sea el turno de ellos de despacharse con la cuchara grande.

De ahí su urgencia por el control total del poder, de las operaciones, de la administración pública, de los gobiernos de los estados, minimizar la autonomía de los tres Poderes de la Unión. Ya para qué decir su urgencia por desaparecer los Organismos Constitucionales Autónomos. ¡Vaya llegar al descaro de sobre todo mundo querer intervenir la operación del Banco de México, es dar una señal muy clara a todo el país: Gracias democracia por encumbrarme. Ahora, que muera la democracia!

Todos los dineros públicos sin rendición de cuenta ni fiscalización. El único fiscalizador, es el inquilino de Palacio Nacional y su grupo de “asociados”, por decirlo con decencia: los que controlan las fuentes de monopolio estatal como las energías, el agua, la infraestructura de seguridad máxima como aeropuertos, refinerías, aduanas y recintos fiscales. Más aún, los dueños de los casi monopolios de comunicaciones en manos de la IP, bautizarlos dentro del grupo de poder que se tienden al servicio del hombre del poder, del Presidente plenipotenciario. El omnipresente. Ese que nos juró que a él no le daría pandemia porque lo protegen los escapularios. Ese al que se inclinaron y le aceptaron sus caprichos como la rifa no rifa del avión presidencial.

Ese que ha metido al país entero en el viaje por el agujero del conejo, hacia abajo y más abajo, a un mundo irreal pero que estamos viviendo, donde Alicia en su país de las Maravillas se convierte en realidad. Donde un chofer se puede convertir en gobernador, o en oficial mayor, o un controlador de algún presupuesto. Donde mentirosos regulan la honorabilidad de los recursos y abogan por la desaparición del INAI para que nadie vea nada de nada.

Ahí donde se crean mafias federales dentro del gobierno federal, ahí donde hermanos se convierten en gobernadores, compadres en gobernadores, primas hermanas en terratenientes únicas beneficiadas por las nuevas infraestructuras, ahí está esa nueva clase política; esa que urge extirpar de la historia de nuestro país, si queremos, si esperamos que antes del 2035 nuestro país retome la senda del progreso, con visión de siglo XXI.

Ricardo nos explica las demandas de las nuevas generaciones. ¡Claro está! Quieren mejor educación. No quieren universidad de cuarta, como la que les depara en el sistema de las Benito Juárez. Quieren más UNAM, más IPN, o más IP.

Quieren que México esté alineado al T-MEC, y a la UE, y al TPP; quieren mejores oportunidades de empleo no en la informalidad, sino en trabajos que paguen bien y ofrezcan los satisfactores, las prestaciones, los beneficios, ya no que implantó la CTM de Fidel Velázquez prendado de Revolución, sino de evolución y realidad XXI: más colaboración en equipos, procesos horizontales y transversales de trabajo, oportunidades de aprendizaje, de capacitación, economías circulares que abran nuevos horizontes dentro de la empresa sí, pero hacia afuera de ella, y para la mejora personal de los individuos.

Allá afuera hay hambre de comida; pero también hay hambre de conocimiento, de aprendizaje; sed de investigación, apetito por la innovación.

Si los gobernantes no lo quieren, los ciudadanos sí lo ansían. Demandan paz, seguridad, oportunidades, y un gobierno democrático, firme, que sin anarquía ni disonancias, convierta en sustancia social, las promesas políticas que alguna vez ofrecieron estos que disfrazados de líderes de las libertades, se han convertido en auténticos y cínicos fedayines de la democracia.

No dejemos de mirar con estupor el golpe de estado recién dado por un ejército que nadie supo manejar en Myanmar; no olvidemos el golpe de estado que se intentó dar a la democracia más sólida del mundo, … , en apariencia por lo menos, los Estados Unidos de América.

Los políticos, como bien dice Ricardo de la Peña, siempre van a velar por sus intereses personales.

Depende de la ciudadanía, de la sociedad reclamarles el dar oficio de políticos y servidores públicos.

Vemos con horror el robo de instituciones ganadas por más de 30 años de lucha por la democracia en nuestro país; miramos con estupor las labores y favores, la extensión de poderes que el poder civil extiende al poder militar, fuera de toda consonancia constitucional; vemos el descuido económico, la indiferencia frente a la falta de salud de millones de mexicanos. Escasez de salud por pandemia, pero también por otras enfermedades, sin medicinas, menos aún respuestas firmes.

¿Quién y como maneja el barco?

¿Hacia donde nos llevan?

¿Por qué la burla ante la violencia? ¿Por qué la benevolencia y paciencia frente al crimen organizado? ¿Por qué la carcajada ante la violación y el feminicidio?

¿Qué clase de pueblo somos? ¿Quién se opone? ¿Por qué la prudencia de grupos de poder?

¿Qué carambas le pasa a México? ¿Qué carajos nos pasa? “¡No lloremos como cobardes, lo que nunca supimos defender como hombres!”

Ya sé que la frase original por todos conocida es, “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Pero dado el abuso mexicano al género femenino, prefiero adaptarlo a simplemente “cobarde”. El famoso llanto del moro se le atribuye a la respuesta de Aixa, madre del último rey nazarí de Granada, Boabdil o Ali Muhammad XII, quien acongojado salió de la Alhambra, se inclinó ante el Rey Fernando de Aragón, quien después de incorporarlo, le aceptó las llaves del imperio, que a su vez se las entregó a la Reina Isabel de Castilla y está a su vez al Conde de Tendilla, primer alcaide cristiano de La Alhambra. Se desconoce si la frase lapidaria sea cierta o un simple dicho. Lo cierto es que el 2 de enero de 1492 terminaba ese fabuloso imperio moro en las tierras que hoy conocemos como españolas.

 

Efrén Flores es licenciado en Economía. Durante más de 35 años se ha dedicado a la comunicación en medios electrónicos e impresos, con temas financieros, económicos, empresariales, estratégicos, RSE, PyMEs, y nuevas tecnologías que revolucionan a nuestro mundo. Es conferencista en México y en EEUU. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Efrén Flores nunca ha pertenecido a Partido Político alguno.