El personaje tóxico sigue vivo

A pesar de que, derrotado, abandonó la presidencia de Estados Unidos por la puerta trasera, Trump no termina de irse, como tampoco dejan de aparecer más testimonios de sus infamias, que, además, dañan al Partido Republicano. Porque bien dice Kathleen Parker, columnista del Washington Post, que de haber sido el Great Old Party la “fuerza moderadora del entusiasmo ilimitado de los liberales y el antiguo hogar de la libertad ordenada, se ha convertido en la casa de acogida de rufianes, insurrectos y guerreros renegados”.

Trump no acaba de irse porque la propuesta de impeachment, que lo inhabilitaría para ser nuevamente el candidato de los republicanos probablemente no será aprobada en el Senado, ya que 45 de los 50 senadores republicanos se opusieron a la propuesta, que sí había aprobado la Cámara de Representantes. De allí que el senador por Kentucky Rand Paul haya dicho que la iniciativa nació muerta, y que solo cinco republicanos, entre ellos el respetado Mitt Romney, se alinearan con los demócratas.

En síntesis, el expresidente fue arropado por sus correligionarios a pesar del desprestigio en el que ha sumido al Partido Republicano, hoy “casa de acogida de rufianes” —repito lo que bien dice la columnista Parker—. Una casa que hoy habita Marjorie Taylor Green, electa por Georgia la Cámara de Representantes, creyente y propagandista de las teorías conspiracionistas de QAnon, defensora de la posesión de armas, rabiosamente opuesta a los inmigrantes, antisemita, convencida del “fraude electoral que despojó” a Trump de la presidencia.

La congresista, sin el menor escrúpulo y ante el silencio de sus compañeros republicanos, invita a matar demócratas, comenzando por la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, ante el silencio cómplice de los republicanos, que creen que mantener al expresidente y a este “regalo envenenado” —así llama la prensa francesa a la mujer— mantendrá fieles al partido a los 75 millones de personas que votaron por Trump.

Entre la más reciente información sobre el personaje, destaca la que revela que sus relaciones con Rusia son anteriores a 2016, cuando, con la supuesta complicidad del Kremlin para influir en la elección presidencial, se impuso a Hillary Clinton. En efecto, el diario británico The Guardian, basado en el libro American Kompromat, del periodista Craig Unger, informa del interés que, desde fines de los años 70, un Trump recién casado con la checoslovaca Ivana Zelnickova, despertó en la KGB y el espionaje checoslovaco

El libro utiliza afirmaciones de Yuri Shvets, antiguo espía comunista, que se refieren a diversos contactos del neoyorkino, en la década de 1980, con oficiales de la KGB la que, informada de la “vulnerabilidad intelectual y psicológica del personaje y de su gusto por ser adulado”, instruyó a sus agentes que se mostraran “muy impresionados” por su personalidad, “propia de un presidente de los Estados Unidos”. Lo que habría contribuido a que se decidiera por lanzarse a la política, para ser un día candidato del partido Republicano.

 

Biden: ejecutivo y friendly

Apenas tomó posesión, Biden multiplicó sus llamados a la concordia y al diálogo entre comunidades, clases sociales y sexos —incluida la comunidad LGBT— del país. Además, católico practicante, se ha mostrado como tal en una sociedad y su clase política que, de manera sincera o hipócritamente, no cesan de invocar a Dios —in God We Trust— y a la religión.

Simultáneamente, el presidente se lanzó a desactivar las muchas decisiones arbitrarias de Trump que tanto han afectado a los Estados Unidos y al mundo y a reordenar las prioridades de diálogo con gobiernos amigos, empezando por los vecinos: Canadá y México, con cuyos jefes de Gobierno y Estado, respectivamente, tuvo sus primeras conversaciones. Para seguir con Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, y con Macron y Ángela Merkel los interlocutores clave de la Unión Europea.

Conversó, asimismo, con Vladimir Putin, en la que expresó su apoyo a Ucrania frente a la “agresión” de Moscú y su preocupación por el “envenenamiento” del opositor ruso Alexéi Navalni, aunque el tema principal de la llamada fue la prórroga del último tratado de desarme nuclear vigente entre Rusia y Estados Unidos, el Nuevo START.

De la conversación con López Obrador me interesa destacar el tema, sobre el que he insistido reiteradamente, del apoyo de ambos gobiernos a los países del Triángulo del Norte —Guatemala, El Salvador y Honduras— que se traduciría en montos de ¡4000 millones de dólares!, que aportaría Washington. Un mini Plan Marshall. ¡Ojalá!

Entre las acciones inmediatas emprendidas por Biden menciono la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre el cambio climático y a la OMS, los complejos preparativos para revivir el moribundo acuerdo nuclear de Washington, el resto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania con Irán, la prolongación del Tratado de desarme, New Start con Rusia, que impone límites a los arsenales de ambas partes, y el restablecimiento de contactos con Cuba, desmontando las más de 200 sanciones que impuso Trump a La Habana.

Mención especial merece la intención del nuevo presidente de expedir una nueva ley de migración que garantice el respeto a los derechos humanos de los migrantes que arriben, proteja de expulsiones a quienes residan en los Estados Unidos en situaciones como las de los Dreamers –—ngresados ilegalmente cuando eran niños y que están estudiando en el país, integrados como un estadounidense más— y dé la opción de la ciudadanía a quienes lleven años de residir en el país.

Sin embargo, la política y decisiones del gobierno en materia de migración, han sido ya atacadas por el estado de Texas, cuyo fiscal general presentó una demanda contra la moratoria de cien días, emitida por el gobierno, para las órdenes de deportación de los indocumentados, y obtuvo resolución favorable. Esta acción del llamado Estado de la Estrella Solitaria ha dado lugar a comentarios de expertos haciendo notar que mientras Texas es republicano y conservador, el vecino California es demócrata y liberal.

El zar ruso

Un personaje hoy en el ojo del huracán es Vladimir Putin. Para bien, si nos referimos a la vacuna Sputnik V, cuyo nombre evoca los éxitos de la Unión Soviética en la competencia con Estados Unidos en la carrera espacial, y que, por su bajo costo y fácil manejo, se perfila como la única accesible a los países que no pueden costear las cadenas de frío requeridas por los antígenos angloamericanos. La producción, costo y accesibilidad de la vacuna Sputnik V para esos países y muchos otros, es un impresionante éxito de Rusia.

Sin embargo, Putin también está para mal en el ojo del huracán. Por la incapacidad del presidente y de la nomenklatura de resolver respetando sus derechos humanos, el caso del opositor Alekseï Navalny, condenado a prisión y encarcelado y el de los miles de manifestantes, en ciudades grandes y pequeñas, que se oponen a la prisión del opositor. Putin y su régimen siguen empleando como única salida al problema, una brutal represión contra los manifestantes de la calle.

Con ello, el jerarca ruso, que Macron quiso acercar a Europa, cuando en reunión de ambos en Bregançon, el 19 de agosto de 2019, en vísperas del G7, le hablo de una Europa “de Lisboa a Vladivostok” -con Rusia- demuestra que está bien lejos de los valores políticos occidentales y se mantiene en déspota eslavo, sin fecha de retiro a su lujoso, desmesurado palacio cerca del Mar Negro.

 

El núcleo de Europa

Europa se extiende efectivamente de Lisboa a Vladivostok, porque Rusia es también europea, pero sin Putin. Incluye las Islas británicas, a pesar de Boris Johnson que aún no se cansa de su juguete separatista anti Unión Europea, que es el brexit, y para compensar esa fuga busque adherirse al acuerdo transpacífico de libre comercio y concertar un pacto de libre comercio con Estados Unidos. Sin embargo, el bufonesco personaje está enfrentando ya la amenaza de Escocia ¿y también de Irlanda? de someter a referéndum el escindirse del Reino Unido y, como país independiente, solicitar su ingreso a la Unión Europea.

Esta Unión Europea, corazón de Europa, marcha fuerte, restablecida, con Biden, la alianza transatlántica que Trump intentó destruir. Aunque, como es normal en un club de 27 países, sea escenario a veces de turbulencias, como hoy mismo, las producen las complicadas negociaciones en Italia para dar a luz un nuevo gobierno; o los desórdenes ciudadanos en Francia y el complicado proyecto del gobierno sobre los principios y valores de la República, para regular al islamismo, que está dando alas a la ultraderechista Marine Le Pen en su carrera hacia la presidencia de la República en la elección de 2022. Mientras en unos meses concluye en Alemania la brillante gestión de Ángela Merkel, canciller desde 2005.

 

China capitalista socialista

El gigante asiático carga con un pesado fardo de violaciones a los derechos humanos, por ejemplo, con la comunidad musulmana uigur y con los opositores en Hong Kong. Sin embargo, a pesar de tales lacras, Estados Unidos y la Unión Europea, para hablar de las potencias occidentales, no pueden prescindir de pactos Entente cordiale y de cooperación económica con Pekín, a diferencia de la relación de bravuconería y golpeteo establecida por Trump, con resultados negativos.

La cooperación de Estados Unidos y China es, dice Javier Solana, indispensable ante los grandes desafíos globales, “desde el riesgo latente de un holocausto nuclear hasta el cambio climático, pasando por el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva o las pandemias”. Aparte de la importancia de concertar acuerdos comerciales con una potencia de su calado —así lo ha entendido la Unión Europea, que ha suscrito un importante acuerdo de inversiones con ella—.

Al referirme a China me veo obligado a comentar el golpe de Estado, de hace un par de días, en el que los militares tomaron el poder en Birmania —Myanmar— y han hecho prisionera a la jefa de Gobierno Aung San Suu Kyi, Nobel de la Paz en 1991 y quien triunfó nuevamente, de manera contundente en las recientes elecciones en el país.

El golpe fue condenado por el secretario general de la ONU, por Estados Unidos, Gran Bretaña —potencia colonizadora hasta 1948- la Unión Europea, México y medio mundo±. Pero no por China, el único gobierno que pesa decisivamente en Birmania, concretándose Pekín a desear “que todas las partes puedan resolver apropiadamente sus diferencias”. Porque a fin de cuentas, el gigante asiático es una dictadura de un personaje, Xi Jinping con poderes similares a los de Mao Zedong, y de un partido, al que le tienen sin cuidado violaciones a la voluntad popular y a los derechos humanos como las perpetradas por los militares birmanos.

 

Aire fresco en el feudo de Netanyahu

Como crítico incansable de Netanyahu, corrupto que ha violado sistemáticamente resoluciones de la ONU y el derecho internacional y ha despojado a los palestinos de tierras, recibí con júbilo la noticia de que la diputada feminista Merav Michaeli ganó las elecciones del Partido Laborista, esa formación de rica historia —el partido de Ben Gurion, Golda Meir, Isaac Rabin y Shimon Peres— en peligro de ser olvidado si no logra un buen número de votos en las legislativas del 23 de marzo. Las cuartas en menos de dos años, en las que Netanyahu aspira a reelegirse una vez más.

La diputada ganó los comicios de manera contundente, lo que hace esperar que el Laborismo —la izquierda— recupere predicamento y, a través de ella y otros experimentados periodistas, pueda plantar cara al primer ministro. De ella se dice, por lo pronto, que “es parte de la última esperanza de la izquierda para desmantelar la hegemonía de Netanyahu”.

Merav Michaeli pertenece a una familia de la élite sionista, laica, ashkenazi, progresista y —se añade— bon vivant. Una condición que —también se hace notar— le exigirá esforzarse mucho para conseguir el apoyo “del Israel profundo, conservador, de sefardíes y orientales, de la clase trabajadora”, de quienes está muy lejos.

Una de sus principales cartas de presentación de Michaeli será el programa social del Partido Laborista, que creo la estructura de sanidad pública, gracias a la cual la vacunación contra el covid-19 ha sido un éxito. Y otra —importante para el mundo y esperemos que también para muchos israelíes— que la diputada rescata: el tema silenciado no solo por Netanyahu, de la solución de los dos Estados, para Israel y para Palestina, algo que me llama al optimismo.