Aparte del medio millón de personas muertas por el COVID-19, y contando, la crisis invernal de Texas (con las graves implicaciones del cambio climático que esto representa junto con otras catástrofes naturales), la lenta recuperación de la economía nacional, la amenaza a la seguridad nacional del “extremismo de derecha” —fomentado por el ex presidente Donald Trump y sus incondicionales republicanos—, etcétera, el presidente Joseph Robinette Biden Jr., conocido por todos como Joe Biden, trata de enfrentarlos como pocos mandatarios en fecha reciente lo han hecho.

A esta larga lista de calamidades, hay que agregar los estropicios que hizo el mentiroso ex mandatario en materia de política exterior. Que no son pocos. Desde el retiro de la Unión Americana del Acuerdo de París —contra el cambio climático—, dispuesto por el “leñador gigantón”, hasta la baladronada de dejar la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), que no pudo hacer. De hecho, no se trata de restaurar el vínculo transatlántico sino reinventarlo. Así de complicado. Sin olvidar el espinoso diferendo con el régimen iraní y el problemático programa nuclear de Teherán. Esto y más: Biden y todos los participantes en un tablero internacional cada vez más cambiante e incierto, en el que nadie quiere dejar de elevar su voz. Un panorama de locura.

En estas condiciones, el presidente de Estados Unidos de América (EUA), Joe Biden, en su primer mes de gobierno rompe con el unilateralismo del ex presidente Donald Trump y promete reconstruir el vetusto e histórico vínculo transatlántico con el Viejo Continente. Sin desperdicio de tiempo, la Casa Blanca oficializó el regreso de EUA al Acuerdo de París. Esta fue una de sus primeras órdenes ejecutivas. Cantada durante su campaña.

Así las cosas, en 2019, en su calidad de senador, Biden hizo acto de presencia en la Conferencia de Seguridad de Múnich, Alemania. En aquel entonces el septuagenario y experimentado parlamentario en cuestiones internacionales prometió que su país retornaría a la esfera internacional como un fiel aliado de Europa y que las medidas unilaterales anunciadas a “golpe de tuit” —la “marca” del magnate—, más pronto que tarde llegarían a su fin.  Es posible que en aquel momento no fueron muchos los líderes internacionales que creyeran en las promesas del que fue vicepresidente en los dos periodos del presidente Barack Hussein Obama. Pero el viernes 19 del mes en curso, hizo honor a la palabra comprometida.

“Soy un hombre de palabra. América ha vuelto. Hoy les hablo como presidente de Estados Unidos de Américas, al principio mismo de mi administración, y quiero mandar este mensaje: la alianza transatlántica está de regreso. Y no vamos a mirar atrás”, dijo el presidente estadounidense que el día de su elección recibió la mayor cantidad de votos que ningún otro mandatario de ese país en su historia. En su discurso, Biden destacó que China, Irán y Rusia son los grandes “competidores” del modelo que defiende la Alianza Atlántica. Lo hizo en el mismo escenario que hace dos años y justo antes de que se hubiese llevado a cabo la reunión del G-7, también en formato virtual, como ahora. La pandemia manda.

En relación con la gran potencia asiática, el nuevo mandatario estadounidense expresó: “Tenemos que prepararnos para una competencia estratégica a largo plazo con China”. Y agregó: “Va a ser duro. Eso es lo que me espero y eso es lo que deseo”, antes de pedir a Beijing “jugar con las mismas reglas que el resto del mundo”.

Biden no disfrazó el mensaje que deseaba enviar a la República Popular China: “Tenemos que responder ante los abusos económicos y las coacciones del gobierno chino que obstruyen los fundamentos del sistema económico internacional. La forma en que Estados Unidos de América y Asia decidan… trabajar juntos para garantizar la paz y defender nuestros valores comunes será uno de los esfuerzos más importantes que vamos a realizar…Tenemos que proteger la propiedad individual y el genio creativo derivado del intercambio de ideas en una sociedad libre y abierta”.

Las palabras fuertes no solo las dedicó a China, de igual manera se expresó al tocar el tema con Rusia. Pidió al Kremlin —entiéndase Vladimir Putin—, que se abstenga de recurrir a tácticas de intimidación y permita a los países que decidan libremente y “sin amenazas” su propio futuro. Y fue más allá: “Sus líderes intentan caracterizarnos como si fuéramos tan corruptos como ellos. Pero el mundo, entre ellos los propios ciudadanos rusos, sabe que no es verdad”.

El pragmático inquilino de la Casa Blanca aclaró: “Los desafíos con Rusia son diferentes a los de China, pero son igual de importantes. Esto no es un enfrentamiento entre el Este y el Oeste. Queremos un futuro donde los países puedan elegir su camino sin amenazas. No podemos regresar a los bloques de la Guerra Fría”, agregó el sucesor de Trump quien ha reivindicado la integridad territorial de Ucrania en el conflicto entre Kiev y las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Donetsk y Lugansk. Asimismo, Biden indicó que es inoperativo que EUA trabaje con otras potencias globales para frenar las “actividades desestabilizadoras” de Irán en el Oriente Medio. “Estamos preparados para volver a implicarnos en negociaciones con el Grupo 5+1 sobre el programa nuclear de Irán”, así como a hacer frente a sus actividades desestabilizadoras, en tanto “trabajaremos estrechamente con nuestros socios en Europa y otros lugares a medida que avanzamos”.

En esta Conferencia sobre Seguridad de Múnich —reunión anual que se repite por videoconferencia debido a la pandemia del COVID-19–, Joe Biden remarcó a los aliados que maltrató Donald Trump en más de una ocasión, la importancia de fortalecer la Alianza Transatlántica y respaldó sus palabras con el compromiso de respetar la garantía de defensa mutua de la OTAN, conocida como Artículo 5, algo que el “magnate” de ingrata memoria inicialmente se negó a hacer mientras fue presidente. “Mantendremos la fe en el Artículo 5…Es una garantía. Un ataque a uno es un ataque a todos. Ese es nuestro voto inquebrantable”,  acentuó el cuadragésimo sexto presidente de EUA.

Como muestra de sinceridad, Joe Biden confirmó que ha cancelado la orden emitida por Trump para retirar el contingente estadounidense en Alemania, uno de los cimientos de la presencia militar armada de la Unión Americana en el Viejo Continente.

“Nuestra relación ha perdurado y crecido a través de los años porque está arraigada en la riqueza de nuestros valores democráticos compartidos. No son transaccionales. No son excluyentes. Se basan en una visión del futuro en la que cada voz importa. Donde se protegen los derechos de todos y se defiende el Estado de Derecho”, ratificó el Ejecutivo de EUA.

Con cierto sentido académico, Biden explicó: “Estados Unidos de América trabajará estrechamente con nuestros socios europeos y todos los países del continente”, en un discurso en el que describió “un momento de inflexión” en la historia del progreso mundial “entre quienes argumentan que, dados todos los desafíos a los que nos enfrentamos —desde la cuarta revolución industrial hasta una pandemia global—, la autocracia es el mejor camino a seguir y quienes entienden que la democracia es esencial  para enfrentar esos desafíos”.

De tal suerte, Biden ofreció en esta Conferencia de Seguridad, una defensa sin ningún tipo de paliativos sobre los valores democráticos. “Tenemos que demostrar que las democracias pueden dar buenos resultados. Esta es nuestra misión, en unidad. La democracia no ocurre por accidente. Tenemos que defenderla. Hay que luchar por ella, atesorarla, renovarla. Creo con cada fibra de mi ser que la democracia debe prevalecer. Tenemos que demostrar que nuestro modelo no es una reliquia”. “Les hablo hoy como Presidente de Estados Unidos al comienzo de mi administración y estoy enviando un mensaje claro al mundo: Estados Unidos ha vuelto”. En suma, sentenció: la alianza transatlántica entre EUA y Europa regresa tras cuatro años de de tensas relaciones entre la Unión Europea y las políticas proteccionistas del expresidente Donald Trump, basadas en la idea de “Estados Unidos primero”.

Para disipar dudas, Joe Biden precisó que su país marchará de cerca con sus “sus socios europeos y capitales a lo largo del continente, desde Roma hasta Rita”…”No podemos enfocarnos en la competencia mundial, debemos trabajar juntos con los aliados, los amigos”.

Sin olvidarse de la pandemia que diezma al mundo, Biden anunció que su gobierno contribuiría con 4,000 millones de dólares a la plataforma COVAX, la iniciativa que encabeza ala Organización Mundial de la Salud (OMS) para que las dosis de la vacuna contra el COVID-19 puedan llegar a todo el mundo, principalmente a los países pobres. E hizo hincapié en la necesidad de invertir en innovaciones tecnológicas para lograr energía limpia en el futuro.

En suma, Washington oficializó en la Conferencia de Seguridad de Múnich la promesa de Joe Biden de regresar al Acuerdo de París contra el Cambio Climático que Trump abandonó. Asimismo, EUA donará 2,000 millones de dólares para acelerar la campaña de vacunación en países sin muchos recursos, en los que China y Rusia tratan de obtener influencia política gracias a la pandemia. Además, la Casa Blanca restablece la alianza transatlántica con los aliados europeos, pero mantiene la exigencia a sus socios para que inviertan mas presupuesto en su defensa. La nueva administración estadounidense no tolerará las injerencias rusas en la política de EUA y será implacable con la persecución a los opositores como Alexéi Navalny, que la semana pasada fue condenado a dos años y medio de cárcel. Y, Biden no bajará el tono con Pekín, y promete hacer frente a las agresiones chinas contra los derechos humanos y el comercio internacional.

Todos estos propósitos en sus primeros 30 días de gobierno. Precisamente cuando la Unión Americana acaba de romper la marca de medio millón de fallecidos a causa de la pandemia a la que Trump calificó como algo menor, aunque desde el principio supo de la gravedad del virus.

Los principales líderes europeos, como la alemana Angela Merkel y el francés, Emanuel Macron recibieron de buen talante el anuncio de Biden de volver al multilateralismo, pero pidieron más hechos que palabras. La canciller germana aseguró, por su parte: “Hay mucho por hacer, y Alemania está lista para un nuevo capítulo transatlántico”. Y, Mascron, respaldó al Merkel: “Necesitamos un multilateralismo que produzca resultados”. VALE.