Por Emiliano Reyes Galindo

 

Durante la edición especial de la Conferencia de Seguridad de Munich 2021 —el foro más importante en política de seguridad internacional— líderes globales como Joe Biden, John Kerry, António Guterres, Angela Merkel, Emmanuel Macron, Ursula von der Leyen, Boris Johnson, entre otros; enfatizaron que atender los impactos del cambio climático tendrá que ser prioridad para todos los países en un mundo post-COVID, ya que este fenómeno es un multiplicador de amenazas y por ende, los conflictos sociales en términos de seguridad alimentaria, hídrica y energética, se acrecientan.

Días después, Reino Unido convocó a una reunión en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para impulsar un diálogo de alto nivel sobre los efectos del cambio climático en la seguridad global.  Se advirtió que los choques climáticos, como las temperaturas récords y la “nueva normalidad” de eventos climáticos extremos como incendios forestales, inundaciones y sequías, entre otros, no solo dañan el medio ambiente, sino que amenazan la estabilidad política, económica y social. El Secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrad, participó en este diálogo y reconoció que el cambio climático tiene que ser atendido de manera multilateral y de forma integral. También manifestó la importancia de atenderlo con urgencia a través de una recuperación verde post-pandemia.

Sin embargo, a pesar de que los líderes mundiales han reiterado que el cambio climático tiene que ser atendido con urgencia, la Agencia Internacional de Energía, informó que las emisiones globales de CO2 relacionadas con la energía fueron un 2% más altas en diciembre 2020 que en el mismo mes del año anterior, esto a raíz de una recuperación económica sin enfoque de sostenibilidad y la falta de políticas de energía limpia, incluso después de una caída en las emisiones durante el segundo trimestre del 2020.  También a través de un reporte por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se dio a conocer que el nivel de ambición de los planes actuales no está alineados a cumplir las metas del Acuerdo de París.

Es momento de plasmar los buenos intencionados discursos, en políticas públicas que ayuden a construir un futuro sustentable, a través de una recuperación verde, inclusiva, resiliente y justa. ¿Y cómo logramos esto? A través de medidas para la reanudación de la vida económica y social que atiendan las consecuencias de la crisis de COVID-19 y que estén orientadas bajo una perspectiva sistémica del desarrollo donde se interrelacionen los riesgos climáticos y del medio ambiente a los sistemas humanos. Esto nos ayuda a trazar una ruta a largo plazo para crear reformas estructurales y un cambio transformador hacia la sostenibilidad, la resiliencia y la neutralidad climática, al mismo tiempo que se crea un crecimiento económico verde.

Un enfoque de Recuperación Verde ayudará a atender tanto la crisis sanitaria, la económica y la climática. Es importante resaltar que, según un estudio de la Universidad de Oxford, las políticas fiscales verdes, tienen ventajas importantes sobre los estímulos fiscales tradicionales, ya que ofrecen altos multiplicadores económicos e impactos climáticos positivos; se potencializan los co-beneficios en otras áreas como salud, por ejemplo a través de la electromovilidad o las energías renovables y la reducción de contaminación urbana; fortalecen la cohesión social; y son más efectivos para acelerar la transición hacia la neutralidad climática. También, de acuerdo de un análisis de McKinsey, este enfoque puede impulsar la creación de empleos en un factor de tres, en comparación con las inversiones en combustibles fósiles, al igual que garantizar un mejor retorno de la inversión y reducir los riesgos financieros.

Este enfoque será fundamental para lograr agendas globales y locales como el Acuerdo de París, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD).

La región de América Latina y el Caribe ha sido gravemente afectada por la pandemia de COVID-19, no solo en términos de personas fallecidas por la enfermedad, pero también tuvo una contracción promedio -7,7% en 2020 según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Es por esto por lo que la CEPAL delineó los sectores en dónde será necesario un cambio estructural en América Latina y el Caribe para fortalecer el desarrollo sostenible, estos son: 1) transición energética a través de las energías renovables, 2) electromovilidad urbana, 3) digitalización, 4) la industria manufacturera del sector salud, 5) la bioeconomía, 6) la economía circular y 7) el turismo verde.

El mundo tiene la oportunidad de construir un futuro mejor, no solo para las generaciones presentes, pero también para las futuras. La ventana de acción es cada vez más estrecha y las oportunidades de resolver la crisis climática antes de sufrir efectos irreversibles, se van desvaneciendo. La pandemia nos da la oportunidad de reflexionar sobre el mundo que queremos construir. A través de la recuperación verde se puede reparar, repensar y mejorar los sistemas socioeconómicos para no dejar a nadie atrás, incluyendo al planeta.

Del autor: Licenciado en Relaciones Internacionales con especialidad en Medio Ambiente por la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. Es Asesor Técnico en temas de energía, cambio climático y cooperación internacional al desarrollo sustentable. También fue seleccionado como delegado ante la Cumbre Y20 en el marco de la presidencia italiana del G20.