Por Frank Durán Rosillo

 

ATLANTA, GA.- Aunque el muy cuestionado límite fronterizo  México y Estados Unidos sea la línea imaginaria o bardeada, el rio grande, o la vecindad de dos ciudades, hay un México flotante que cambia los tratados, aunque quieran o no, los americanos seguidores del nacionalismo, ya rebaso el “English Only” y aunque no lo acepten, en la foto de la sociedad ya no son el blanco y negro, ya les trajimos el medio tono que les enriquece con mayor contraste la foto social.

Jamás me imaginé ver que los autobuses escolares se llenarán con niños de tez morena y en algunos sectores predominantemente latinos ya los anglosajones o los afroamericanos pasan a ser minorías en un territorio tan  polémico por la segregación racial como lo es el “sur”.

Cuando llegue a vivir a Atlanta a finales de los 80 el menudo, la lengua y las tripas, las tiraban en todas las carnicerías de los supermercados y no te vendían nada por regulaciones sanitarias; la gran ola de inmigrantes forzados por la construcción de venias para los juegos olímpicos del 96, me trajeron un alivio gastronómico, ya había comida tradicional mexicana, y de ser solo 8 restaurantes mexicanos, —(El Toro)—, en la ciudad, actualmente, Atlanta y su área conurbada, tienen ya más de mil 200 y siguen creciendo porque las tiendas de las gasolineras las convierten en taquerias.

Los tacos se han cotizado tanto que son el encanto gastronómico de blancos, negros, asiáticos y todos, y, un taco, cuya tortilla es mas chica, cuesta hasta $2,50. Son los tacos más caros del mundo creo yo, pero cuando son parecidos a los de las esquinas de la ciudad de Mexico.

Una ciudad que ya era cosmopolita, hizo que la explosión de su infraestructura urbana, atrajera mayor mano de obra mexicana, dado que los constructores los prefieren porque trabajan los siete días de la semana, con sol, lluvia, nieve y lo que sea no le paran.

A lo largo de mi carrera periodística he hecho muchas historias de inmigrantes mexicanos, y los constructores y propietarios de restaurantes de comida rápida, cuentan muy orgullosos de que los mexicanos nunca faltan al trabajo, pero lo cierto es que como nos confunden y nos ven iguales, a veces si faltan porque “ crudos”, pero mandan al primo o al hermano, pero para cuando se percatan que no es José, el día ya concluyó.

La demanda de trabajadores era tal, que los propietarios de constructoras le daban diez mil dólares en efectivo a los “coyotes” para que fueran a la frontera a traer más trabajadores. Mi amigo y agente especial de ICE, Hugo Rolando Briseño, me dijo que este negocio de “los indocumentados nunca se va a acabar” leyes van y vienen, pero hay muchos intereses detrás…

“Lo vimos con las Olimpiadas del 96, levantaron estadios y todo a tiempo y bien, y en Inmigración en la frontera donde trabaje 20 años, en el Border Patrol, la frontera se manejaba como una “llave de agua” saben que hubo tornados que arrasaron con ciudades enteras, y la única manera de levantar escombro y reconstruir a un precio conveniente es dejando pasar a la gente… los coyotes están conectados con los constructures y saben donde esta la necesidad, porque de ello depende la paga, explica el veterano ahora entrenador de la academia nacional de Law Enforcement.

Por esos años surgieron muchas polémicas y ataques a los inmigrantes en Georgia, en las que hasta el KuKux Klan nos atacaba. Los comisionados de vivienda de los condados de Cobb y Marietta, Georgia pidieron una explicación al entonces, cónsul general de Mexico, Teodoro Maus, quien para acallarlos les contestó con un inglés muy asertivo: “Listen to me, the pyramides of Teotihuacan, were builded by this people, and havent fall in thousand of years”. Las pirámides de Teotihuacan, fueron construidas por esta gente hace miles de años y todavía no se caen”, declaración que le arrancó una ovación completa, y a los que se quejaban de ver tanto migrante, no les quedo más que aceptar.

Cuando se han congelado los caminos en Atlanta, por inesperadas nevadas que han semiparalizado el tráfico, los únicos que paran sus viejas camionetas al lado de las calles, son esos grupos de mexicanos que de muy buena fe, bajan sus picos y palas, para romper el hielo, rociar de arena el pavimento para evitar que los carros se atoren.

“El otro México” no son “trabajadores que barren los dólares” como muchos creen, o que han multiplicado las remesas para atender a sus familias en México, que ante la pandemia y el drástico corte presupuestal de Lopez, “el presidente ni se imagina las chingas, con sudor de sangre, que sufrimos para poder enviar más dinero. Los gabachos no nos suben el sueldo, somos nosotros que dormimos 10 en el mismo cuarto, en el suelo, andamos siempre juntos porque solo uno maneja y nos cooperamos para todo” dice Antonio Arteaga.

Pasan muchos años para que un indocumentado se estabilice emocional y económicamente, pues aunque pareciera que la barrera del idioma, muchas leyes le impiden hacerse conductor o residente legal, siempre hay un compadre que lo lleva a los pueblos en los estados de Indiana o de Colorado a sacar una licencia de conducir donde no les piden más que una identificación y un domicilio local.

Fue el alcalde gay, Pete Buttigieg, quien reconoció públicamente en los debates para la candidatura demócrata a presidente, quien dijo que como alcalde de South Bend Indiana, les daba licencia de manejar a todos los indocumentados porque prefería que estuvieran conduciendo identificados y con un seguro. Lo cual ayudo muchísimo a los mexicanos porque en este país si no tienes vehículo en ocasiones las distancias te limitan.

Esta es una parte del México que no solo llevamos en la piel, sino que en el alma, y muchos anglosajones creen equivocadamente que les venimos a quitar su territorio que generaciones atrás también fue nuestro y  que sabemos trabajar y transitar con tan solo ver las estrellas.

Ese México que se extiende desde los pescadores de Alaska, hasta los soldadores de rascacielos en Nueva York, o las procesadoras de Pollo en Georgia, o los campos de cultivo en muchos estados, donde de sol a sol, ponemos un esfuerzo que lleva alimento a las mesas de muchas familias.

“El otro México” es ya un ejemplo para otras naciones, y ya hasta Vladimir Putin ha planeado en un futuro no lejano llevar inmigrantes mexicanos a los campos de trigo en Rusia, como ya lo empieza a hacer Japón para acelerar sus tiempos de construcción de edificios, ante la limitante de espacio.

Aunque no parezca así: “El Otro México”: no es el nombre de esta columna, es la trascendencia de lo que hacemos en el mundo, porque nadie como los mexicanos logramos lo que nos proponemos en cualquier país, idioma, porque nada nos deprime, y la necesidad no deja que nos acobardemos.

Salimos de Mexico humillados por las circunstancias de no poder hacer algo en nuestra tierra, donde Lopez y Ebrard prefieren ser benévolos con los Katrachos, y los Maras Salvatruchas, dándoles la nacionalidad en cuestión de horas, y todos los apoyos, porque nosotros los verdaderos mexicanos hemos sido desterrados por esos pinches políticos que no reconocen la grandeza de su pueblo y que solo se les llena la boca pidiendo “mas remesas” para alimentar al pueblo que ellos no han podido hacer. Esta columna es el comienzo, hasta la próxima semana. Gracias.

Frank Durán Rosillo, autor de 4 libros, fue reportero de El Sol del Bajio, EL NORTE DE Monterrey, Televisa; en Turner Broadcasting System, fue fundador del equipo de lanzamiento de TNT, Cartoon Network, CNN en Español. Asistió a Charlotte Leonard, Vicepresidenta de Turner Braodcasting System en proyectos especiales. Además fui parte del equipo en asignaciones especiales de Ted Rubinstein, David Martin, y Michael Hessing, productores de primera línea encargados de los proyectos especiales encomendados por Ted Turner.