Según parece la imagen bíblica de los cuatro jinetes del Apocalipsis —la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte—, tiene otra máscara: el coronavirus, que no cesa su mortal tarea. A nivel global los datos de la Universidad Johns Hopkins dicen que la pandemia ha causado 2,858,000 muertes y supera 131,666,000 contagios. Lo peor del caso es que millones de seres humanos pretenden hacer caso omiso de su existencia, incluyendo mandatarios de paÍses de todas las latitudes, como acaba de suceder con el de Argentina, Alberto Fernández que no obstante haber recibido la segunda dosis de la vacuna Sputnik V que procesa el laboratorio ruso Gamaleya, nuevamente se infectó dos meses después de su vacunación. Lo que confirma que no importa al rango de las personas, la COVID-19 no perdona a nadie. Sea quien sea. “Peje o no peje”, sin segundas intenciones.
Para fortuna del gaucho Fernández, según informa la Unidad Médica Presidencial (UMP) que lo atiende, “el primer mandatario se encuentra estable, asintomático (palabra que la pesadilla del COVID-19 ha puesto de moda), con parámetros dentro de rangos de normalidad y seguirá cumpliendo el aislamiento obligatorio y bajo control médico continuo, con un cuadro clínico leve, confirmando la inmunización otorgada por las vacunas recibidas previamente”. El amigo de Andrés Manuel López Obrador, que hace pocas semanas estuvo de visita en México, está aislado en una habitación de huéspedes de la residencia oficial de Olivos, al norte de la hermosa Buenos Aires.
Conclusión: el caso del argentino demuestra que las vacunas ayudan a los infectados por el coronavirus. Ojalá que el caso ayude a que muchos de nuestros connacionales entiendan que las vacunas contra el COVID-19 sí funcionan. Pero con los ejemplos de los “López” mexicanos aviados estamos. Es inconcebible, a estas alturas del partido, que en Palacio Nacional en las dichosas mañaneras se juegue, irresponsablemente, al “me vacuno, no me vacuno”. Claro está que el dirigente de la 4T no es el único que actúa así en el mundo. Donald Trump fue uno de ellos, otros han sido el brasileño Jair Bolsonaro, o el británico Boris Johnson, y muchos más.
Por eso resalta lo que ha demostrado, con voluntad y dedicación, en menos de 100 días, el 46o. Presidente de Estados Unidos de América (EUA), Joe Biden, que ante el riesgo de que la Unión Americana sufra una cuarta ola de la pandemia del coronavirus, ordenó a las autoridades sanitarias estadounidenses suministraran más de 165 millones de dosis de vacunas anti-COVID-19, y distribuido casi 208 millones. Datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Al momento de escribir este reportaje, en los dominios del Tío Sam, 106,214,924 personas ya han recibido, por lo menos, una dosis de vacuna, mientras que
61,416,536 personas ya completaron el proceso de dos aplicaciones.
El domingo 4 de abril del año en curso, Cyrus Shahpar, director de datos de COVID-19 en la Casa Blanca, celebró en un tuit, la información proporcionada por los CDC: “En las últimas 24 horas se han administrado más de 4 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus, lo que supone un nuevo récord. Shahpar escribió: “¡Un día de informes récord! Se han administrado 4.08 millones de dosis…Primer día con 4 millones o más. También es la primera vez que se registra una media de más de 3 millones de dosis al día en la última semana. Millones se unen para acelerar nuestro progreso hacia el control de la pandemia”. Salvadas las diferencias entre país y país, cabe preguntarse, ¿y en México como vamos? La contestación es obvia: “culpa es de los anteriores gobiernos neoliberales”. Y el que rechiste es “un fifí conservador”.
Los hechos, son los hechos. Donald Trump no puso el empeño suficiente para acelerar la vacunación. ¿Cuántos estadounidense hubieran salvado la vida si a tiempo hubieran sido vacunados? Por el contrario, Joe Biden, desde que tomó la presidencia el 20 de enero último, se empeñó en la tarea y dijo que “vacunarse es una obligación moral” para disminuir los contagios y frenar las muertes por el virus.
El domingo pasado, en el tradicional mensaje de Pascua difundido por las “benditas redes sociales”, Joseph Robinette Biden Jr., el nuevo inquilino de la Casa Blanca, afirmó que si los estadounidenses reciben la dosis contra el coronavirus, también se reduciría el tiempo en que se permitan las reuniones y celebraciones, tal y como sucedía antes de la pandemia.
Lejos de Washington, en la Ciudad del Vaticano, por su parte, el Papa Francisco, durante su tradicional mensaje de Pascua, al hablar Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo), abogó por el compromiso y responsabilidad espiritual de las naciones para garantizar un reparto igualitario de vacunas “sobre todo en los países pobres”, y calificó de “escandalosa” la persistencia de las guerras y el armamento de los arsenales militares en todo el mundo, en medio del sufrimiento social y económico causado por la pandemia.
En la misa celebrada en la Basílica de San Pedro, con motivo del Domingo de Resurrección —con solo la presencia de 200 personas para guardar los lineamientos de sanidad pertinentes—, el primer pontífice jesuita en la historia del catolicismo, recalcó que es urgente el respaldo internacional para evitar toda clase de retrasos, sobre todo para sectores vulnerables, quienes también merecen un tratamiento, y frenar el mortal virus como lo indicó, desde septiembre último, y como ha seguido insistiendo la Organización Mundial de la Salud (OMS), ante el inaceptable acaparamiento de las vacunas por algunos países.
Angustiado por la suerte de millones de pobres en el mundo, el pontífice de origen argentino, atemperó sus palabras con expresiones de alegría en el día de la Resurrección de Cristo, festividad importante para la cristiandad, junto con relatos de dolor por los conflictos armados y otros centros de violencia en África, Oriente Medio, Asia y Europa.
El pontífice católico hizo un fuerte llamamiento a la comunidad internacional para superar los retrasos en la distribución de vacunas en contra del coronavirus y garantizar que los suministros lleguen, lo más pronto posible, a los pobres de la Tierra. “Todos, especialmente los más vulnerables entre nosotros, requieren asistencia y tienen derecho a tener acceso a la atención necesaria”, afirmó Francisco. En su homilía, aclaró que “desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres”, por lo que indicó que se requiere más ayuda para quienes sufren económicamente y exhortó a los gobiernos a mejorar los apoyos para quienes perdieron sus trabajos, por lo que hay “familias que no tienen un sustento adecuado”.
Los llamamientos del jerarca de la Iglesia Católica en pro de un equilibrio para la adquisición de las vacunas contra el virus, ha encontrado eco en otros dirigentes mundiales. Pero, aunque es cierto que hay avances de primera línea en este esfuerzo, aún queda mucho por hacer para frenar la pandemia, que se originó en la República Popular China en diciembre de 2019. También es cierto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en la necesidad de generar un reparto igualitario —algo que internacionalmente es difícil conseguir—, pues mientras en algunos países el proceso de inmunización está en marcha, otros no tienen el suministro necesario para proteger a su propio personal sanitario. Sucede que en los organismos internacionales hay exceso de saliva y pocas vacunas.
De tal suerte, en gesto poco usual, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, días pasados convocó a hacer a un lado el nacionalismo en la lucha contra el COVID-19 y la eliminación de la “brecha inmunológica”, al tiempo que denunció que no pocas naciones ricas han adquirido hasta el triple de vacunas de las que necesitan. Para equilibrar dicho reparto dijo el canciller que es necesario “resistir conjuntamente”, La propuesta se hizo de frente a los líderes de la región Asia-Pacífico, con los que Wang Yi ha “luchado codo con codo” en esta emergencia sanitaria.
Aclaró el diplomático de Pekín que, a la fecha, países ricos que representan el 16 por ciento de la población mundial, acumulan hasta 60 por ciento del total de la producción de vacunas, lo que pone en claro el acaparamiento de los “hechos poderosos”; y, detalló que algunas potencias cuentan con dos o tres veces más dosis en comparación con el total de su población, con las consecuencias del caso.
Wang Yi, aprovechó la ocasión, para presumir la ayuda del gobierno chino a más de 80 países y varias organizaciones no gubernamentales. Amén de apoyar a la investigación en la materia, especialmente en el reto que representa el surgimiento de nuevas variantes del coronavirus.
Pese a los esfuerzos de muchos gobiernos por ganarle el paso a la pandemia, mediante las campañas de vacunación, millones de personas descuidan las medidas de prevención, y, de nueva cuenta propician el crecimiento del virus. Así, el lunes 5 de abril, varios países, como la India, Venezuela, España, Austria, Uruguay, Irán y la propia China dieron la voz de alarma anunciando récords de contagio, que presumiblemente ya no se repetirían. En México se espera una “tercera ola” al regreso de los vacacionistas de Semana Santa, que se expusieron sin cuidado en los principales centros turísticos del país.
Por ejemplo, la India registró más de 100,000 nuevos casos en 24 horas por primera vez desde el inicio de la pandemia. El país de la “mayor democracia del mundo”, con 1,350,000,000 de habitantes, ya suma 12,500,000 de contagios, y 165,000 fallecidos. Narendra Modi, primer ministro indio, trata de evitar otro confinamiento nacional, como el de marzo de 2020, cuyas consecuencias fueron catastróficas para las clases más pobres.
Otro caso es el de Venezuela, que el domingo 4 de abril alcanzó un récord de contagios confirmados de COVID-19 en un día, con 1,786 en 24 horas. Con estro llegó al “final punto más alto” en la curva de contagios desde que inició la pandemia en el país dominado por el heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro Moro.
Uruguay registró el lunes 5 de abril, el récord de 3,853 contagios en una jornada. Desde un día antes, el país suramericano tiene la marca de más casos nuevos del coronavirus en el mundo por cada millón de habitantes, de acuerdo con las página Our World in Data.
En el Oriente Medio, Irán reportó el lunes 5 de abril, casi 14,000 contagios, la cifra más alta en cuatro meses, y 172 decesos, el número más alto desde el 23 de diciembre de 2020. Por lo mismo, Teherán está en alerta máxima.
En Francia, los nuevos casos aumentaron en casi 70,000 el domingo 4 del mes en curso. Y, en Austria, las unidades de cuidados intensivos de todo el país, se acercan a un “punto crítico” tras las vacaciones de Semana Santa. Y, por último, en Estados Unidos de América, el país con el mayor número de vacunados del planeta, por cuarta semana consecutiva aumentaron los contagios y el número de hospitalizados, aunque disminuyó al deceso de enfermos. Además, ya la Unión Americana ya empezó a vacunar a todos sus habitantes, sin importar su condición migratoria, de acuerdo a informes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Unas por otras.
Como se advierte, hay pandemia para rato. VALE.