Existe un principio jurídico latino que dice: Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, que se traduce: No se oiga a quien alega su propia torpeza.
Contra las sentencias y resoluciones de los jueces hay recursos. Para cuestionar las decisiones de las autoridades, entre ellas las del Instituto Nacional Electoral INE, hay vías para hacerlo e instancias jurisdiccionales competentes que conocen de ellas. Es obligación de los particulares agotarlos y, una vez que sus resoluciones han causado estado, atenerse a lo que resuelvan.
Denota desprecio por las leyes, desconocimiento del derecho e incapacidad para conducirse en un estado de derecho, cuando, en lugar de interponer los recursos que existen, se ataca a quienes conocen de ellos, se entorpece el ejercicio de sus funciones, se pone en duda su capacidad o imparcialidad y, de antemano, se supone que emitirán una resolución adversa.
Se desvirtúan las instituciones públicas: la Suprema Corte de Justicia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los tribunales, los jueces y el INE, cuando, por incapacidad o ignorancia, se recurre al insulto y a la ofensa. Denostar las instituciones no fortalece el estado de derecho. Todos deberíamos entenderlo.
Hay algo que es cierto: cuando los gobiernos emanados de la Cuarta Transformación hayan destruido las instituciones responsables de hacer vigente el estado de derecho, carecerán de crédito en la sociedad y en la comunidad internacional; entonces no habrá instituciones que legitimen el ejercicio del poder, sea quien sea el que lo ejerza o actúe como su titular formal.
No es admisible que, por imponer un modelo, nacionalista, anticuado o novedoso, según se vea, se destruyan las instituciones publicas o se atente contra el crédito de quienes son titulares temporales de la función.
El presidente de Morena amenazó a los miembros del INE con someterlos a un juicio político. Esta blofeando; no conoce la institución a la que pretende recurrir; a toro pasado, intenta amedrentarlos; también ignora el sistema de medios de impugnación y recursos que existen.
Morena, Mario Delgado y Félix Salgado, si cuentan con elementos para denunciar la comisión de un delito y pruebas para acreditar sus dichos, pueden acusar a los consejeros del INE ante la Cámara de Diputados, con vistas a lo que dispone el artículo 110 constitucional. Al hacerlo deben tomar en cumplir con lo siguiente:
Acreditar la existencia de una violación a la Constitución Política o a las leyes federales;
Que la violación sea grave y que no existe recurso para revocarla; y
Lo más importante: que cuenta con el voto de las dos terceras partes del número total de senadores presentes, que son los requeridos para aprobar una sentencia condenatoria contra los ciudadanos consejeros del INE.
En el caso, no se presenta ninguno de esos extremos. Por ello no es exagerado afirmar que el presidente de Morena únicamente está tratando de intimidar no a los miembros del INE, que bien o mal, ya resolvieron; su ataque, más bien, su hablada, está encaminada a amedrentar los magistrados del Tribunal Electoral.
Si Morena y Félix Salgado Macedonio no violaron las leyes electorales, que lo demuestren, a través de agotar los recursos que tienen a su alcance, ante la instancia competente. Si las violaron, lo elemental es que lo reconozcan y se atengan a las consecuencias que para todos debe traer aparejada una omisión como las que se les atribuye
Insisto, si Félix Salgado, como candidato a gobernador; Mario Delgado, como Presidente de Morena, del partido que lo postula a gobernador y los abogados de Morena y de su candidato, por soberbia, ignorancia o descuido, fueron omisos en el cumplimiento de las leyes electorales, lo que menos pudiera esperarse de ellos es que reconozcan su negligencia y asuman las consecuencias de sus errores. No se vale insultar al árbitro, que se limita a certificar el cumplimiento de las leyes por parte de los contendientes que, por cierto, ellos no emitieron y, en caso de existir omisiones, se circunscribe a aplicar lo que ellas disponen.
La ley obliga a declarar los gastos realizados en la precampaña. La ciudadanía tiene derecho a saber: Salgado Macedonio y Morena hicieron o no actos de precampaña; si en ella efectuaron o no gastos; si con la debida oportunidad, declararon ante las instancias competentes, esos gastos y, por último, si probaron y alegaron, con la debida oportunidad ante las autoridades electorales todo lo anterior. Así de sencillo.
Los gritos y sombrerazos también sirven, por qué no reconocerlo, pero para espantar moscos y apantallar tarugos, no para obligar al Tribunal Electoral a resolver en el sentido que quieren los gritones; que los señores magistrados se atengan, únicamente, a lo que dice la ley y no se dejen amedrentar por los plantones, gritos y amenazas de los salgadistas, aunque los vean mal. Al juzgar de la causa tengan presente lo que decía el cacique Gonzalo N. Santos: “Está científicamente demostrado que nadie se ha muerto por la fea mirada de un pendejo”.
No creo que, por el paso del tiempo, la presencia de nuevos gritones, la presión gubernamental y las miradas feas, las cosas hayan cambiado. Estoy seguro de que el apotegma del cacique Santos sigue siendo apodícticamente verdadero.
Hay algo que es cierto: Félix Salgado, que es un violador contumaz de la ley -algunas dicen que también de mujeres-, ha estado en precampaña para llegar a gobernador desde que introdujo costales con votos y los tiró en el recinto de la Cámara de Diputados. De esto ya hace mucho tiempo.
Respecto de las determinaciones del INE, del Tribunal Electoral y, en general, de todos los tribunales, no es admisible que Morena se ponga en el papel de aceptar únicamente aquellas resoluciones que les son favorables.
Tengo entendido que las leyes son para cumplirse y cumplirse plenamente; dónde la ley no distingue, no se debe distinguir. No es dable al Tribunal Electoral faltar a ambos imperativos; mucho menos que lo haga por presiones o amenazas.
Los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación deben defender su autonomía e independencia. No hacer caso de los gritos, plantones y malas miradas del populacho reclutado por Morena; debe resistir las presiones gubernamentales.
Y, lo más importante, rechazar las insinuaciones de su propio presidente, José Luis Vargas Valdez, el que, en mala hora, llegó a presidirlos. Éste es el caballo de Troya para hacer caer la democracia en México y en el tribunal. Es endeble políticamente, por serlo, puede ser objeto de chantajes y presiones.
A Salgado Macedonio, hasta ahora, el recurso de gritar, amenazar y chantajear le ha funcionado, Esperemos que en esta ocasión no le sirva.
Como Félix Salgado, en cumplimiento de la Constitución Política del estado de Guerrero, pidió licencia definitiva al cargo de senador, de serle adversa la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no podrá volver a ocupar su curul. Ello implicará que será un desocupado más del sexenio.
Es de esperarse que tenga edad para gestionar y obtener la pensión que por vejez concede el Estado y, lo más importante, que le alcance para vivir, sin tener que prescindir del tren de vida que tiene.

