Parecía que los hermanos Castro Ruz jamás dejarían el poder —directo— en el Partido Comunista Cubano (PCC), la organización política que todavía dirige los destinos de la Perla de las Antillas, la República de Cuba. La hermosa isla digna de mejor suerte.  Solo el tiempo ha ido venciendo a los Castro Ruz, aunque es cierto que después de la muerte de Fidel y la renuncia de Raúl a la conducción directa del PCC, así como la separación de otros dirigentes “históricos” del partido, no motivaron la caída del régimen comunista cubano. ¿Por cuánto tiempo más? Eso nadie lo sabe. El pueblo cubano tiene la palabra.

Después de tres años de lucha, encabezada por el mítico Fidel Alejandro Castro Ruz, el comandante de la Revolución Cubana, sus huestes tomaron La Habana, el 1 de enero de 1959. Desde ese día, hasta el viernes 16 de abril en curso, los Castro tomaron el rumbo del insular país: 62 años justos; tres generaciones de cubanos únicamente han conocido como sus gobernantes supremos a dos hermanos descendientes de gallegos. No es común que esto suceda, pero así ha sido. La voluntad de un hombre —Fidel Castro Ruz—, se impuso a la de millones de cubanos. Antes de triunfar ya era famoso. “La historia me absolverá”, dijo Fidel ante los jueces que lo juzgaban por el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 16 de octubre de 1953. La Revolución Cubana se convertía en el centro de la atención mundial. Ahora, seis décadas más tarde, la historia lo “juzgará.

Si en sus orígenes la Revolución Cubana luchó hasta vencer al dictador Fulgencio Batista, para instalar un gobierno popular, con visos democráticos, a seis décadas de distancia esa “legitimidad” está perdida. Durante 62 años un solo apellido —Castro Ruz—, ha dominado al resto de los cubanos. Ahora, en el primer día de sesiones del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), el viernes 16 de abril, el general Raúl Castro Ruz, ex presidente cubano, anunció su retiro como Primer Secretario de ese instituto político, para dar paso “a una generación más joven”; eso de “joven” es un decir, porque su sustituto, Miguel Díaz-Canel, descendiente de asturianos, cumplió hoy martes 20 de abril, 61 años de edad. No es ningún pollo. De hecho, el sustituto del hermano de Fidel, nació un año después de que los combatientes de Sierra Maestra acompañaron al comandante en la toma de la capital cubana. Díaz-Canel no ha conocido más gobernante en su país que a un Castro Ruz. Nada más, nada menos.

De tal suerte, el PCC eligió a puerta cerrada, en la cuarta y última sesión de la reunión quinquenal del comunismo cubano, el lunes 19 del abril, al presidente Miguel Díez-Canel Bermúdez, como sucesor del general Raúl Castro Ruz, de 89 años de edad, en la Secretaría General de dicha organización. Con esta elección,  finaliza la larga carrera política del hermano menor y sucesor de Fidel Castro Ruz —fallecido hace cinco años, en noviembre de 2016—; la votación fue secreta y directa en la que tomaron parte 300 delegados asistentes al Congreso del PCC, y si bien esta elección marca un cambio generacional en la isla, no significa que se traduzca en cambios profundos en el rumbo del país. Cuba sufre problemas espinosos como la economía, que encara su peor momento en casi tres décadas, aparte de la “subversión” por medio de la Internet y la propagación de la pandemia del COVID-19, pese a la propaganda oficial de que su sistema sanitario (incluyendo la preparación de médicos) ha superado el embate del coronavirus. La realidad demuestra que el Producto Interno Bruto (PIB) cubano cayó 11 por ciento en 2020 debido a la pandemia, a ineficiencias internas  y al recrudecimiento del embargo estadounidense que existe desde 1962. En pocas palabras, el país enfrenta una escasez generalizada de productos básicos como alimentos y medicinas, lo que provoca que durante muchas horas haya largas colas en los centros de venta de toda la isla.

El relevo en el ente comunista fue anunciado por el propio Raúl Castro desde el año 2016, cuando prometió, en otro congreso del PCC, que ese sería el último presidido por la llamada “generación histórica” de quienes combatieron en las montañas de Sierra Maestra, en el oriente cubano, para derrocar al gobierno de Fulgencio Batista, que era respaldado por Estados Unidos de América (EUA).

El actual descontento popular cubano es inadvertido en el extranjero. Lo cierto es que los actos de protesta se multiplican en la isla. Y, en contra de lo que ha sido habitual durante décadas, en los últimos tiempos los otrora implacables servicios de seguridad del régimen no se muestran capaces para controlar las protestas. Por ejemplo, la semana pasada, hubo varios actos de rechazo al gobierno: el más insólito, la rebelión vecinal en La Habana Vieja que impidió a la policía detener al “rapero” Maykel Osorbo, uno de los integrantes del disidente Movimiento San Isidro, que con sus actos de protesta se ha convertido en el principal adversario de las autoridades.

Un video de dicha rebelión circuló por la Internet, y muestra a decenas de personas que se interponen entre los agentes y Osorbo, hasta que éste puede escapar en una bicicleta que alguien le facilitó. Hay otras imágenes del desafiante “rapero” mostrando el puño derecho del que pende una “esposa” que los policías alcanzaron a ponerle en el forcejeo, en tanto que sus seguidores gritan insultos contra el presidente Miguel Díaz-Canul. No sería extraño que estas imágenes sean el símbolo de la rebeldía en ciernes en sectores juveniles y populares de la sociedad cubana. Así han empezado en muchas partes del mundo protestas que se convierten en manifestaciones gigantescas”.

“El pueblo salió a defenderme porque yo soy parte de ese pueblo marginal y necesitado que va a tumbar a este régimen”, declaró a la prensa el artista, uno de los músicos que toman parte en la canción “Patria y vida”, una crítica a la propaganda gubernamental y a sesenta años de opresión en la isla, lo que parece poner de nervios al aparato castrista.

No solo en la Habana Vieja la policía se ha enfrentado a las protestas, en Santiago de Cuba, al otro extremo de la isla, la opositora Unión Patriótica de Cuba se iniciaba una huelga de hambre a la que según sus promotores se han sumado medio centenar de personas. El Observatorio Cubano de Conflictos informa que las protestas se multiplicaron en el último trimestre de 2020 y los últimos acontecimientos indican que la tendencia no ha variado en lo que va de 2021.

En su último discurso como dirigente del PCC, Raúl Castro se refirió a EUA y sostuvo que Washington resulta la mayor amenaza a la paz y seguridad mundial, lo que explica el cerco impuesto a Cuba durante seis décadas y que perjudica las relaciones de La Habana con todas las naciones.

Al finalizar su discurso, el general Castro dijo: “En lo que a mí se refiere se concluye mi tarea como primer secretario del comité central del PCC con la satisfacción del haber cumplido y la confianza en el futuro de la patria”. Y, en un velado mensaje a su sucesor, agregó: “Nada, nada, nada me obliga a esta decisión. Mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender a la patria, la revolución y el socialismo con más fuerza que nunca. ¡Viva Cuba libre!, ¡Viva Fidel!, ¡Patria o muerte!”.

Y, para que no haya duda sobre su comportamiento como nuevo dirigente del PCC, el presidente Miguel Ángel Díaz-Canel Bermúdez, indicó en su mensaje al Congreso partidista: “Las decisiones estratégicas serán consultadas con el general Raúl Castro Ruz…el general continuará presente porque es un referente para cualquier comunista y revolucionario”… “Castro ofrecerá su orientación y su alerta ante cualquier error o deficiencia, presto a enfrentar al imperialismo como el primero con su fusil. Es bueno advertir al lumpen mercenario que lucra con el destino de todos, a los que piden invasión ya, a los que continuamente ofenden de palabra y de hecho a quienes no descansan, que la paciencia de este pueblo tiene límite”. ¿Más claro?

Obvio que el hermano de Fidel defendió a su sucesor con palabras precisas y directas: “Díaz-Canel no es fruto de la improvisación, sino de la cuidadosa selección de un joven revolucionario que tiene todo lo que se requiere para ser ascendido a altos cargos”. Viejas fórmulas usadas desde el triunfo de la Revolución Cubana, ni Fidel lo hubiera hecho mejor. No cambian. Ni allá, ni acá.

Mientras son peras o manzanas, los planes de sucesión de Raúl Castro han marchado a la manera del régimen castrista. Díaz-Canel resultó el personaje idóneo: un gobernante bajo custodia de sus mayores. Ahora, el nuevo líder se enfrentará a la dicotomía crítica que atenaza a la dirigencia, especialmente encargado de reformar una economía en crisis, como la de todos los estados bolivarianos. Así las cosas, ¿quién es realmente Miguel Ángel Díaz-Canel Bermúdez? Unos dicen que es un reformista que aún no se ha atrevido —y mientras Raúl viva, no se atreverá—, a reclamar los cambios que pide el pueblo cubano, sobre todo porque el edificio de la dictadura castrista ya está decrépito.  Otros, la mayoría, dicen que es un burócrata gris, elegido a dedo, para mantener a flote un caduco sistema político, totalmente demodé.

Al cumplir 61 años, Díaz-Canel, hombre corpulento, canoso, de voz áspera y mirada metálica, como lo describen algunos corresponsales extranjeros en La Habana, es el claro exponente de la generación de funcionarios cubanos que no vivió la lucha contra Fulgencio Batista. Mejor dicho, nació cuando la Revolución Cubana ya había triunfado. Por lo mismo, es de los “cubanos comunistas” que nunca se desvió de la doctrina oficial, porque nació con esa cruz a cuestas, porque sí lo hacía caía en desgracia para siempre. Originario de Placetas, en la provincia de Villa Clara, descendiente de asturianos de cepa, contrajo nupcias por segunda ocasión con una profesora universitaria y tiene dos hijos de su primer matrimonio. Tras completar sus estudios de Ingeniería en la Universidad de Las Villas, en 1985 empezó su carrera de catedrático en su Alma Mater. Dos años más tarde se enroló en la Unión de Jóvenes Comunistas, el primer paso de su incipiente carrera política.

Ya como catecúmeno comunista comprobado, los mandos superiores encontraron que aparte de su afición por los Beatles, era un joven leal, sin matices, a la causa socialista. Probada su lealtad —la principal virtud que deben contar los jóvenes cubanos—, fue enviado a una de las misiones cubanas de apoyo a la Nicaragua sandinista. En 1993 retornó a la isla para convertirse en primer secretario del PCC en su provincia natal, donde el ahora hombre fuente de Cuba se reveló como un perseguidor implacable del mercado negro de artículos esenciales al que abocaban la escasez y los controles oficiales. Lo demás es historia, ahora solo el tiempo dirá si con esas “virtudes comunistas” le alcanza para mantener a flote el viejo buque que ha heredado y conservar el apoyo de sus compañeros de a bordo cuando Raúl ya no esté para pedirles que lo hagan. Cosas del destino y de la suerte. Cuba es un bocado muy difícil de digerir. Alea jacta est, dijera Julio César al cruzar el Rubicón: “La suerte está echada”. VALE.