A pocos días de la jornada electoral del próximo 6 de junio ya las campañas están en sus cierres, proliferan las encuestas con sus respectivos matices, es la guerra de cifras que habrá de culminar en breve, una vez que se conozcan los resultados oficiales para dar paso a las controversias legales que se habrán de presentar en algunos casos como se ha pronosticado en los lugares en los que las diferencias de votos no sean mayores. Nuestra democracia aún ocupa mayor maduración y eso depende de partidos y sociedad en general, politizar en el buen sentido de la palabra los temas de interés público.
En las campañas se ha escuchado de todo, desde propuestas bien articuladas a simples anuncios demagogos que no resisten un análisis serio porque son, a todas luces, promesas intangibles, fáciles y sin mayor contenido que abultan el anecdotario. También se han registrado actos cómicos, algunos patéticos, en fin ya la última palabra será de las y los electores, de ese lado rodará el balón.
La violencia no estuvo ausente en el proceso que llega a su término, diversos actos agregaron ese toque cruento que exhibe conductas atípicas, dolosas y criminales que van en detrimento de un ejercicio democrático en el que debe resaltar la voluntad ciudadana con los valores correspondientes.
Hemos insistido en que las ideologías no han jugado un papel determinante en el proceso, de hecho hace un buen rato que casi pasan desapercibidas ante el vendaval del pragmatismo que excluye doctrinas para dar paso al corto plazo, los resultados importan más allá de los procedimientos, por ello las alianzas que cada vez son más frecuentes entre las fuerzas políticas que históricamente fueron antagónicas, PAN, PRI y PRD, por ejemplo, o en su momento Morena-PES. Si no estamos asistiendo al ocaso de las ideologías, entonces no sabríamos cómo explicarlo.
La polarización no amainó en ningún momento de las campañas, las descalificaciones fueron cuantiosas, cotidianas y reiterativas, los verdaderos debates fueron escasos, casi todos los actores políticos replicaron el humor social que recorrió el país una y otra vez para mellar calidad argumentativa.
Muchos partidos políticos de difusa ideología y cuantiosos presupuestos, el financiamiento público debiera disminuir porque ante la emergencia económica y los embates de la pandemia que no ha terminado la situaciones de millones de personas ha sido precaria ante la pérdida de empleos y la incertidumbre manifiesta.
La democracia es una de las formas de gobierno clásicas que se diseñó en la antigua Grecia, en la península helénica también se definieron otros formatos como la oclocracia, aristocracia, tiranía, demagogia y otros estilos; por ello se afirma que la antropología occidental deriva de esa parte del mundo. La democracia en la actualidad es diferente a la que se estiló en Atenas hace dos mil 500 años, aquella fue rudimentaria, ahora la tenemos con sus matices y agregados: representativa, participativa, deliberativa. Aún se evoca el remate del célebre discurso de Abraham Lincoln: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
En fin, ya tendremos la oportunidad de saber a ciencia cierta qué tan sólida y auténtica es la vocación democrática de las y los actores involucrados en el proceso electoral, ello será sintomático, sin duda.

