«nullius boni sine socio iucunda possessio est»
La posesión de un bien, si no es compartida, no causa gozo.

 

Hoy México enfrenta serios y graves problemas. En los últimos meses algunos sucesos, agudizaron la gravedad de varios que desde hace tiempo nos agobian. La inseguridad, la corrupción y la impunidad y la persistente pandemia, son problemas que corroen la vida nacional. Estos problemas, los sociales y los económicos representan los modernos caballos del apocalipsis que nos aquejan.

En lo social, la corrupción ese mal endémico que nos atosiga desde hace siglos, requiere de acción conjunta de sociedad y gobierno. La plena vigencia del Estado de Derecho y la edificación de un Estado Democrático de Derecho, es tarea inacabada que requiere del concurso de toda la colectividad y nada se remedia con lamentos y menos con regodearse con que las cosas marchen mal. Y parecen ser legión quienes se solazan en nuestras carencias materiales o que desean y ansían que al gobierno le vaya mal.

Un problema recurrente es la pobreza de la mayoría de nuestra población, y resulta el más grave, 53.4 millones de mexicanos son pobres (43.6%). De ellos, 9.4 están en pobreza extrema (7.6%) y 8.6 millones se encuentran por debajo de la línea de bienestar económico (7%). De la población total solamente 27.8 millones de mexicanos (22.6%) no se encuentran en condición de pobreza ni de vulnerabilidad. La atención de la población en pobreza debe ser la prioridad del gobierno desde luego, pero también de la sociedad en su conjunto.

Esta situación que desde la Colonia impresionó al Barón Von Humboldt; y que impulso al generalísimo Morelos a convocar a “moderar la riqueza y la indigencia” en los Sentimientos de la Nación, sigue siendo el tema prioritario. Es inaceptable que la mitad de los mexicanos vivan en pobreza.  He afirmado y lo reitero: la mayor violencia que sufre nuestra patria es la pobreza. El último informe de evaluación de CONEVAL sobre la política de desarrollo social, nos muestra que los retos siguen siendo enormes, que, pese a los recursos y la concertación de acciones de los programas federales, estatales y municipales, se requiere de mayor coordinación, de reenfocar políticas de condesar programas y de realizar de manera eficiente el gasto público.

Desde el inicio del gobierno de López Obrador se cancelaron programas, partidas, dependencias, fideicomisos y todo lo que tuviera un presupuesto etiquetado, además de despedir a más de 223 mil trabajadores del sector público, en aras de una austeridad, y  de forma paralela, se crearon  diversos programas de impacto político asistencial, hacia donde se canalizaron los recursos además de las tres obras del sexenio: el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería Dos Bocas y el Tren Maya, para en ellos ejercer el gasto. Por otra parte, el presidente ha anunciado en las mañaneras que el combate a la corrupción ha significado ahorros de por lo menos 500 mil millones de pesos, pero no informa cual ha sido el destino de dichos recursos.

En el sexenio anterior del año 2013 al 2018 los créditos contraídos fueron por 2 mil 331 millones de dólares; y de acuerdo a los reportes del Banco Mundial, México ha contraído deuda por 3 mil 855 millones de dólares, en los últimos dos años y medio de este gobierno.

Las prioridades del presidente López Obrador no son evidentemente las de la población, sino que sus prioridades corresponden a intereses políticos y no le interesa en el fondo apoyar al pueblo;  la razón de la desastrosa administración de este gobierno es la corrupción que existe como en los peores tiempos del PRI o del PAN, no hay que olvidar que los principales actores son políticos desertores prófugos del viejo PRI y del PAN y lo más grave es que la incapacidad, ignorancia y deshonestidad de muchos de los actuales funcionarios del gobierno federal con regular frecuencia se traducen en resultados nefastos y algunas veces trágicos.

El reajuste del gasto, con el ejercicio de presupuesto en las áreas prioritarias para la población y no para hacer política, requerirá hacer más con lo mismo, y perseverar con constancia y tenacidad en lo que hemos hecho bien en el pasado. Se debe ante todo dar prioridad a la creación de empleos y para ello hay que reactivar la inversión. Los mexicanos hemos vivido a lo largo de nuestra historia, momentos aciagos y los hemos superado. Los retos y dificultades que enfrentamos necesitan del concurso de todos, rechacemos los llamados a la violencia irracional. Procesemos nuestras diferencias por los cauces institucionales.