México se prepara para una de las elecciones más importantes de su historia. Según el Instituto Nacional Electoral, las elecciones del 6 de junio “serán las más grandes en la historia del país, no solo por el crecimiento del número de electoras y electores, sino también, por el número de cargos que se elegirán.” Treinta y dos entidades del país tendrán elecciones locales, con un total de 21 mil cargos de elección popular.
Cuando en Estados Unidos tuvimos un presidente republicano del 2016 al 2020, también contamos con un Senado republicano –más de la mitad de los representantes estatales en el congreso eran republicanos. Muchos de los mexicoamericanos que residimos en Estados Unidos temimos que cuatro años de las mismas políticas republicanas extremas podían dañar la unidad de nuestras comunidades y las metas de igualdad por las que hemos luchada tan arduamente. Entonces, ¿qué hicimos?
Las protestas pacificas en las calles fueron una parte pequeña, y no tan eficaz, del esfuerzo. Hasta cuando se viste del mismo color y se levanta la voz en las protestas, éstas no son lo que otorga la victoria. Su principal impacto es educar a los niños que nos acompañan sobre la importancia de la participación civil, además de alentar a quienes comparten una opinión. El efecto de las protestas es, por lo general, a largo plazo.
Lo que nos otorgó quitar a Trump de la presidencia y al partido republicano como mayoría en el senado fueron los 5 a 100 dólares que cada uno de nosotros donó mensualmente durante casi un año, y las horas de llamadas y visitas a casas que millones de nosotros realizamos. En mi casa recortamos el presupuesto de ropa (para mi) y el de videojuegos (para los niños), para poder colaborar y apoyar no a un partido, sino a un principio que para nosotros es fundamental – la defensa de los derechos de todas las comunidades y grupos sociales, sobre todos de los más necesitados.
Para lograr el tipo de compromiso que lleva a colocar a un candidato o partido en el poder, se requiere de tres condiciones. La primera es convicción. Mis estudios de fuentes originales y estadísticas me han llevado a la convicción de que las políticas de los republicanos de las ultimas décadas no han favorecido a los grupos mas necesitados en Estados Unidos, ya que mientras el nivel de vida a mejorado para un 10 por ciento de la población rica (quien posee el 80 por ciento de los bienes del país); para el resto, el nivel de vida no ha mejorado según el incremento del producto bruto nacional – y la diferencia entre ricos y pobres ha crecido exponencialmente. Además, fui testigo de cómo la retorica polarizadora de Trump llegó a dividir no solo familias, sino comunidades enteras. ‘
La segunda condición es poder donar tiempo o dinero, o ambos. Es obvio que si no te puedes dar el lujo de renunciar a algo, no puedes contribuir, en el caso de la mayoría de nosotros pudimos renunciar a algo que nuestra condición de clase media nos permitió (el comprar alguna prenda, zapatos, suscripción a Netflix, etc.).
La tercera condición para lograr este tipo de compromiso es la certeza de que el lugar donde envías el dinero lo usará sabiamente. Nosotros tuvimos la fortuna de que el partido demócrata llevaba organizándose para la lograr la derrota de Trump y de algunos senadores, durante cuatro años. Yo no soy demócrata sino independiente, pero para llegar a esta certeza me apunté de voluntaria para hacer llamadas y participar en las reuniones virtuales que el partido organizaba para explicar las estrategias. Así fue como muchos acabamos invirtiendo una hora a la semana a hacer llamadas a otros hispanoparlantes registrados como demócratas en estados donde se podía debatir el triunfo en las elecciones. Igualmente acabamos donando – junto con millones de demócratas de clase media en el país – 10 dólares semanales a los esfuerzos electorales en Georgia donde se debatían dos sillas importantes para el senado, a pesar de ni siquiera vivir ahí.
En México es distinto muchos dirán acertadamente. Mi propuesta no es hacer lo mismo que hicimos en Estados Unidos, ya que hay pluralidad de partidos y no hay frentes contrincantes fuertes. Sin embargo, si se puede llegar al triunfo utilizando las tres condiciones: convicción, donación de tiempo o dinero (o ambas), y uso eficaz de dicho dinero o tiempo.
Hace poco tuve una experiencia con un grupo de mexicanos en Monterrey, de donde soy. Al hablar de mi experiencia positiva con el líder del grupo FRENA, Gilberto Lozano, muchos de los presentes expresaron su desagrado ante sus modos y creencias progresivas. Fue cuando el termino fifi me vino a la mente. Aunque el descriptivo fifi se originó durante la época del imperio austriaco en México para referirse a las mujeres con plumas de ave en sus sombreros, el término ha sido apropiado por el presidente A. Manuel López Obrador para referirse despectivamente a grupos de clase media o media-alta en México.
Sin justificar la retórica polarizadora de AMLO, creo que la visión de que estos grupos están desconectados de la realidad del país se justifica. Gilberto Lozano se ha preparado toda la vida para poder debatir políticas que favorecen la democracia e igualdad de derechos, ¿y estos fifís se quejan de sus modos? En México, convicción implicaría informarse más allá de los mensajes de WhatsApp y Social Media; donación de tiempo o dinero implicaría invertir a un frente unido a pesar de las diferencias de modos o creencias progresivas (aborto, matrimonio, etc.), y contar con un administrador que no se robe el dinero – sin importar a qué clase social pertenezca, o las creencias sobre la moral familiar que tenga.
Esto no es vender el alma al diablo, es entender que el fundamento para que todos gocemos del derecho de vivir según nuestras creencias pluralistas, es la democracia; y quienes defiendan la democracia deben de unirse.