Se venció el plazo y este domingo 6 de junio se votará a más de 21 mil ciudadanas y ciudadanos que buscan un lugar como representantes populares tras un proceso accidentado en el que no se distinguieron, precisamente, los valores de la democracia como argumento fundamental, nos referimos a la responsabilidad, solidaridad, tolerancia y empatía. Más bien fue un ejercicio peculiar en el que imperaron actos de violencia, escasos argumentos y una desteñida ideología que parece bordar su extinción.
Aún con todo lo que se ha dicho y padecido a lo largo del proceso electoral vale la pena acudir a votar porque la suma de la voluntad popular legitima, elige y diseña rutas en tiempo presente y para el futuro; es un derecho, también una responsabilidad si hablamos de la formación de ciudadanía.
Los partidos políticos no gozan precisamente de cabal salud, vivimos tiempos de aleaciones, mezclas y pragmatismo, aunque son estas organizaciones la opción pacífica para llegar al poder de acuerdo con nuestras leyes vigentes. En la era moderna los partidos se originaron en Inglaterra en el siglo XVIII, fueron y son colectivos en donde compaginan los intereses comunes, causas con sus fines. Se trata de agrupaciones legítimas.
Este domingo 6 de junio independientemente de los resultados se hará en su momento la valoración e interpretación de lo sucedido, no podemos negar que la política puede estar marcada por imponderables, por ello no tiene un sitio en el catálogo de las ciencias exactas porque si algo le distingue son los fenómenos.
Este proceso dejará enseñanzas, seguramente nos recuerda que no se deben excluir los valores democráticos para dar paso al simplismo pragmático, la honestidad, solidaridad, responsabilidad, pluralismo, libertad, justicia social, tolerancia, igualdad, respeto y bien común son piedras angulares en la edificación axiológica.
Quienes sean favorecidos en las urnas y los que no lo fueran deben asumir con madurez el veredicto, en todo caso si hay controversias existen los órganos para atender los conflictos, no se debe apostar a la violencia que solo marca retrocesos para agrandar la incertidumbre, se habrá de calibrar la cultura política, la voluntad y generosidad de la clase política involucrada.
Este proceso electoral se ha caracterizado por algunos actos que no se observaban con frecuencia en otras ediciones electivas; el nivel de violencia fue brutal con más de 80 asesinatos vinculados al escenario comicial; las declinaciones de algunas candidatas y candidatos por otra opción se hicieron presentes en no pocas ocasiones. Cada proceso teje su propia historia.
Queda la expectativa de los resultados, éstos serán reportados por las urnas más allá de pronunciamientos o anuncios anticipados si los hubiese. El tema de la vocación democrática será fundamental para garantizar certezas, aunque la victoria suele ser arrogante como lo indica la historia mundial en sus diferentes etapas, basta volver a leer aquel legendario poema épico La Ilíada de Homero.
En fin, deseable es que la democracia mexicana se vigorice y que la cultura política pueda dar un salto importante porque no se debe perder de vista que nuestro país necesita mucho trabajo, respuestas y un clima de paz en el que se diseñe porvenir.

