«initium sapientiae, cognitio sui ipsius»
El comienzo de la sabiduría es el conocimiento de uno mismo.
El momentum de la emisión del voto ha llegado, hoy y mañana es el periodo final que tendrán los electores de todo el país, para determinar a quién dirigen el sufragio que, de manera libre, directa y secreta pueden emitir en uso de su derecho constitucional de elegir a sus gobernantes. Se habrá cumplido así, una nueva etapa del ejercicio comicial de la democracia representativa, aunque como todos sabemos la democracia no se agota en las urnas.
Es cierto que ahora los votos cuentan y se cuentan, que a pesar del esfuerzo del presidente por desacreditar, existe mayor confianza de la ciudadanía en las instituciones electorales, y que los electores concurren con mayor confianza a emitir su sufragio, sin embargo, el proverbial abstencionismo no decrece. El abstencionismo por el contrario ha aumentado recientemente, en el caso de las elecciones intermedias de 1991, fue de 34 por ciento, en 1997, del 42, cifra que ascendió a 58 en el 2003 y en 2009 fue de 55 por ciento; esto resulta muy significativo dado que dejaron de acudir a votar más de la mitad de los electores potenciales.
La crudeza de los números es irrebatible y obedece en buena medida al hartazgo social que se percibe por la cosa pública. Resulta, por tanto, preocupante que para los comicios del domingo la perspectiva de abstencionismo vuelva a rondar por el 40 por ciento, en esta ocasión lo que está en juego es el equilibrio de los poderes para evitar caer en un totalitarismo dictatorial, es por ello que la mayoría de ciudadanos con credencial de elector debemos ir a votar sin ningún pretexto.
Según datos del INE en México hay 93 millones 528 mil 473 ciudadanas y ciudadanos que integran la Lista Nominal de Electores en territorio nacional. 32 mil 303 ciudadanas y ciudadanos integran la Lista Nominal de Electores Residentes en el Extranjero. En manos de los millones de electores está el futuro de México.
Históricamente, la participación ciudadana en un proceso intermedio apenas ha superado el 40 por ciento, sin embargo, las elecciones del próximo domingo serán las más importantes en la historia de nuestras elecciones, pues además de votar para renovar la Cámara de Diputados Federal, los ciudadanos de 15 estados lo harán para elegir a su próximo gobernador y en 30 entidades a sus presidentes municipales, legisladores locales y federales.
Las elecciones de este 6 de junio representan la posibilidad de conformar una nueva Cámara de Diputados Federal, de elegir a nuestros representantes. Al votar por 500 diputadas y diputados, renovaremos la representación popular de la nación, una de las dos Cámaras que conforman el Poder Legislativo y que hacen posible la división de poderes, consagrada en el artículo 49 de la Constitución, como forma de gobierno y modelo de equilibrio y convivencia pacífica.
La no participación social en los procesos electorales significa avalar los desaciertos del gobierno, acabar con la democracia y propiciar un sistema de gobierno de un solo hombre, callar el descontento ciudadano, acotar la expresión del enojo social y a final de cuentas permitir que los menos decidan por todos.
Lo que se debe destacar, es que la participación decidida, consciente e informada de la sociedad en la cosa pública podrá generar avances en la construcción de una democracia plena en nuestro país, sólo la movilización social pacífica expresada en las urnas, permitirá modificar y ajustar el modelo de desarrollo imperante, además, de revisar las modificaciones de los últimos tiempos que acotan la esfera jurídica de protección del individuo frente al poder omnímodo del Estado.
La importancia real del proceso electoral, en el cual se decidirá el rumbo del país, no parece estar ni en la agenda de los partidos, ni en la de los candidatos ni aun de los propios ciudadanos. Hoy como nunca estamos en la coyuntura de modificar el modelo de desarrollo económico, reformar las instituciones políticas y construir un país más justo sin divisiones entre buenos y malos, chairos y fifís, en un clima de libertades que propicie la convivencia social armónica.
En razón de lo anterior, cobra relevancia que el elector al depositar su voto en su casilla, momento en que se encuentra totalmente solo, que se enfrenta ante sí, que goza de un instante de reflexión, de meditación, que en plena soledad ejerce su derecho a decidir, en que nadie puede coaccionarlo, decida con total libertad que rumbo quiere imprimir al país. Por ello es necesario alzar la voz para que, todos acudamos a votar, que nadie decida por nosotros, en nuestro voto radica la posibilidad de transformar a México. Hoy la movilización social pasa por las urnas. Vayamos Todos a votar.

