Para un abstemio es un tormento soportar a un borracho, sobre todo a aquellos que “tiene mal vino”; comer con un mal bebedor: impertinente, altanero, bravucón o llorón es muy desagradable. La situación se agrava en los casos en que existe una relación de superioridad entre el bebedor y el abstemio. En esos supuestos la convivencia se convierte en insoportable.
Hay algunos bebedores que tienen “buen vino”, que son simpáticos o alegres. No obstante, a base de oír de manera reiterada lo mismo o de ver la misma reacción en cada borrachera, cansa; llega a ser molesto. También es insoportable estar oyendo al alcohólico: decir “Solo una; toma solo una” u otras parecidas. Finalmente termina por imponerse la sana distancia: que los borrachos se aguanten entre sí y que sean ellos los que terminen con su salud y patrimonio.
Los bebedores de vino procuran, en lo posible, no comer o convivir con los abstemios; éstos, por estar conscientes, tienen memoria; recuerdan los ridículos en que incurren los bebedores. Quienes toman rehúyen a esos “aguados” que echan a perder todas las fiestas, comidas o festejos en los que reina la “sana alegría”.
Lo anterior justifica la existencia de Alcohólicos anónimos y de las clínicas que persiguen fines parecidos.
En los Estados Unidos de América, a principios del Siglo XX, hubo un fuerte movimiento antialcohólico, los “Prohibicionistas”. Su acción derivó en la enmienda décimo séptima de 1919 que se hizo a su Constitución. Los aires antialcohólicos se dejaron sentir en el Constituyente que se reunió en Querétaro en 1917; de ellos derivaron dos preceptos: la fracción XVI del artículo 73 y el último párrafo del artículo 117 que facultan al Congreso de la Unión y a las legislaturas de los estados a emitir leyes para combatir el alcoholismo. Son letra muerta.
Termino esta serie recordando algunas opiniones contenidas en los autores clásicos de Grecia y Roma:
“…«odio al bebedor de buena memoria»…el proverbio recomienda olvidarse de lo que se dice y hace durante la bebida. De ahí que las tradiciones patrias consagren a la divinidad, juntos, el olvido y la cañaheja, por estimar que o no se debe recordar ninguno de los excesos cometidos con el vino o, en última instancia, no requieren más que una leve e infantil reprimenda.” Plutarco, Moralia III, libro I, 612C – D.
“… olvidar por completo lo que acontezca con el vino es no sólo enfrentarse al reconocido dicho de que la mesa hace amigos …” Plutarco, Moralia III, libro I, 612D.
“Pues el que se excede bebiendo, es insolente e incorrecto, pero, a su vez, el que es por completo abstemio, es desagradable y más adecuado para hacer de pedagogo que de simposiarco.” Plutarco, Moralia IV, libro 1, 620C.
“… el parlotear y decir lo que era mejor callar, es fruto del pasarse ya con el vino y emborracharse.” Plutarco, Moralia IV, libro III, 645A.
“… es en el vino donde mejor se conoce el carácter de la gente… Pues no es posible conocer a los que comen y beben en silencio.” Plutarco, Moralia IV, libro III, 645A – B.
“… a Esopo, Platón y cualquier otro que precise una investigación del carácter, el vino les es útil para ello.” Plutarco, Moralia IV, libro III, 645B.
“Si alguien consiguiera instruir a los bebedores haciendo uso de ellos sin infundir sospechas, eliminaría de la borrachera sus vicios no menores. Sin duda, los que mezclan las buglosas en el vino y rocían el suelo con infusiones de verbenas y adiantos, en la idea de que éstos aportan a los comensales cierta alegría y amabilidad…” Plutarco, Moralia IV, libro 1, 614B.
“… es preciso que, como el vino, la conversación sea también algo común de lo que todos participen.” Plutarco, Moralia IV, libro 1, 614E.
“… el enamorarse es semejante al emborracharse, pues hace a los hombres ardientes, alegres y relajados, y cuando se convierten en tales, se dejan dominar por acentos musicales y especialmente rimados.” Plutarco, Moralia IV, libro 1, 622D.
“Pues la ignorancia es mejor, como afirma Heráclito, ocultarla, pero cuesta trabajo en el asueto y con el vino, «que incita incluso al muy prudente a cantar, y un amable reír y la danza le suscita, y le excita a palabras que, calladas mejor,…” Plutarco, Moralia IV, libro III, 644E – 645A.
“Pero los que beben mucho vino puro son más flojos para el amor y no eyaculan nada fuerte ni poderoso para la procreación, sino que sus relaciones con las mujeres son ineficaces y deficientes por la inconsistencia y enfriamiento del esperma.” Plutarco, Moralia IV, libro III, 652D.
“… Aquiles, sabedor de que a Fénix y Odiseo, que eran mayores, no les gustaba el vino aguado sino el más puro, como a los demás ancianos, le ordena a Patroclo hacer más fuerte la mezcla.” Plutarco, Moralia IV, libro V, 677F.
“… un breve sueño no basta a los que consumen vino puro. Y al insultar a Agamenón, lo primero que le llamó fue «cuba de vino», como si pusiera la embriaguez como el mayor de los defectos.” Plutarco, Moralia IV, libro V, 678B.
“… Teofrasto, bromeando, llamaba a las barberías «banquetes sin vino», por la charla de los que allí se sientan; …” Plutarco, Moralia IV, libro V, 679A.
“… los egipcios no se oponían a los griegos, pues las purificaciones suprimen la procreación, la risa, el vino y muchas cosas particularmente dignas de atención; …” Plutarco, Moralia IV, libro V, 685A.
“…los placeres de la bebida o comida conservan un recuerdo mezquino y, sobre todo, pasajero, como un olor trasnochado o el tufillo del asado que sobró …” Plutarco, Moralia IV, libro VI, 686C.
“«Tal depuración del vino, en primer lugar, le corta el nervio y le apaga el calor, pues cuando se filtra frecuentemente, se marchita y pierde sabor.»” Plutarco, Moralia IV, libro VI, 692C.
“… los que filtran el vino puro, lo capan y afeminan, ya que ni pueden beber mucho por debilidad, ni moderadamente por incontinencia, pero esto es para ellos una argucia y ardid para beber mucho. Y le quitan al vino lo pesado dejándole lo ligero, …” Plutarco, Moralia IV, libro VI, 692D.
“…«pues ¿quién no sabe, dijo, que del vino lo mejor es lo del medio, del aceite lo de más arriba y de la miel lo de más abajo?»…” Plutarco, Moralia IV, libro VII, 701E.
“A no ser, ¡por Zeus!, que digan que ellos no comparten la comunidad en el vino, por ser defensores y emuladores de Demóstenes, un hombre que en toda su vida jamás bebió vino.” Plutarco, Moralia IV, libro IX, 741D.
“Un hombre llamado Céraso (Cerasus) mezcló el vino con agua del río Aqueloo, en Etolia. En los postes de sus sofás, colocó cabezas de asno amarradas con la vid; esto significaba que los asnos descubrieron la dulzura del vino. Una cabra había mordisqueado la vid, dio más frutos, y de aquí inventaron la poda. Higinio, Mitos, CCLXXIV, Inventos e Inventores.
“… las mujeres no lavaban con agua a los recién nacidos, sino con vino, haciendo como experiencia de su complexión, porque se tiene por cierto que los cuerpos epilépticos y enfermizos no prevalecen contra el vino, que les da convulsiones, y que los sanos se templan con él y fortalecen sus miembros.” Plutarco, Vidas Paralelas 3, Licurgo, XVI.
“Por otras cosas odiosas y duras se dice que se les hacía pasar (a los hilotas), tanto que obligándolos a beber inmoderadamente, los llevaban por los banquetes públicos para que vieran los jóvenes lo que es la embriaguez, y les obligaban a entonar canciones y bailar danzas indecentes y ridículas, no permitiéndoles las que eran de hombres libres;…” Plutarco, Vidas Paralelas 3, Licurgo, XXVIII.
“… algún cazador y sus otros compañeros urden una trampa para las panteras que aman el vino puro: eligen una fuente en la sedienta tierra de Libia, una fuente, que, aun siendo pequeña, mana en un lugar reseco abundante agua oscura, misteriosa e inesperada; no fluye con murmuradora corriente, sino que burbujea de modo maravilloso, y parece estacionada, y se sumerge en las arenas. Allí, al amanecer, va a beber la raza de las fieras panteras. Y, al anochecer, los cazadores salen acarreando cántaros de dulce vino, que, alguien, cuya tarea es la custodia de una viña, ha prensado once años antes; y mezclan el dulce licor con agua, y abandonando la purpúrea fuente se emboscan cerca, cubriendo sus valientes cuerpos con pieles de cabra, o simplemente con las redes, puesto que no pueden encontrar refugio de roca ni frondosos árboles, al ser toda la tierra una extensión arenosa y desprovista de árboles.” Opiano, De la caza, libro IV, 320 y sigs.
Las panteras: “… se aproximan al manantial de Bromio, y con avidez sorben el vino.” Opiano, De la caza, libro IV, 340 y sigs.
“… el vino de Bromio que invita a la danza…” Lapidario Órfico, 715 y sigs.
A las jóvenes que van a dar a luz: “… las mantienen privadas de vino totalmente o se les sirve aguado.” Jenofonte, Obras menores, República de los Lacedemonios, 1, 3.
“… ¡Pero tú, borracho, no vas a librarte de una mujer sobria!…” Herodiano, Historia del Imperio Romano, libro 1. 17, 5 – 6.
“El ímpetu del fuego tiene el vino, cuando a los hombres alcanza. Cual el mar de Libia por el Bóreas o el Noto infla el oleaje y no menos desvela los ocultos secretos del fondo, pues sacude por entero la mente de los hombres.” Poesía Helenística Menor, Eratóstenes de Cirene, 4. Pág. 158.
“Todos pueden brindar por todos, si lo desean, una vez que haya empezado los brindis el rico.” Luciano, Obras III, Las Saturnales. Leyes para los banquetes, 18.
“No debe ser obligatorio beber, si alguien no puede.” Luciano, Obras III, Las Saturnales. Leyes para los banquetes, 18.
“El príncipe que fuese hallado embriagado, sea condenado a pena capital.” Diógenes, Vidas de los filósofos, libro primero, Solón, 9. Pág. 21.
“… puso leyes contra la embriaguez, por las cuales caía en doblada pena el que se embragaba, a fin de que no lo hiciesen, habiendo mucho vino en la isla.” Diógenes. Vidas de los filósofos, libro primero, Pítaco, 2. Pág. 26.
“Decía que «la cepa lleva tres racimos; el primero de gusto, el segundo de embriaguez, y el tercero de disgusto».” Diógenes, Vidas de los filósofos, libro primero, Anacarsis Escita, 3 pág. 33.
“Preguntando de qué forma se haría uno abstemio o aguado, respondió: «Mirando los torpes gestos de los borrachos»” Diógenes, Vidas de los filósofos, libro primero. Anacarsis Escita, 3, pág. 33.
“Murió… de haber bebido vino puro en exceso y caído en delirio…” Diógenes. Vidas de los filósofos, libro cuarto. Arcesilao, 10, pág. 109.
“… el vino tomado con modo concilia fuerzas; con exceso, las quita.” Diógenes. Vidas de los filósofos, libro noveno, Pirro, 18, pág. 244.
“… un sorbo revela la calidad del vino.” Filostrato, Vidas de los sofistas, libro Segundo, 1, pág. 333.
“… en qué medida son para ti semejantes la filosofía y el vino como no sean en este único punto: en que los filósofos sirven sus enseñanzas como los taberneros —que mezclan y adulteran las suyas y engañan en el peso—.” Luciano, Obras IV. Hermótimo, 59, pág. 69.
“Entre tantos borrachos quería estar sobrio Acindino; por eso fue él realmente el único que parecía estar borracho.” Luciano, Obras IV, Epigramas, 52, pág. 413.
“… se hizo en mi mesa una invitación para que se bebiese a la moda griega, mas no como se hizo en el banquete de Rubrio, sino como la égloga de Horacio, en la que para brindar por la media noche, la luna nueva y el augurado de Murena, pide tres veces tres copas el poeta aturdido.” D. M. Ausonio, Obras II, XVIII, (introd.) 17, pág. 26.
“… resulta injusto que un lector abstemio enjuicie la labor de un poeta apenas sobrio.” D. M. Ausonio, Obras II, XVIII, (introd.) 28, pág. 27.
Méroe: “… no disuelves en agua el vino vertido, acostumbrada como estás a beber sin mezcla y puro el vino puro.” D. M. Ausonio, Obras II. XXVI, 41, 10, pág. 307.
“Algunas veces incluso hay que llegar a emborracharse, no hasta el punto de hundirnos, sí hasta el de calmarnos. En efecto, disipa las preocupaciones, remueve el espíritu desde lo más profundo y alivia ciertas enfermedades, por ejemplo, la tristeza. Al inventor del vino se le llama Liber, no por la libertad de expresión, sino porque libera al espíritu de la servidumbre de las preocupaciones, le da seguridad, fuerza y lo hace más audaz para cualquier empresa. Pero, tal como lo es para la libertad, así también es saludable para el vino la moderación. … pero no hay que practicarlo a menudo, para que el espíritu no se acostumbre mal; con todo, en ocasiones hay que lanzarse en plena alegría y libertad y hay que alejar, por un instante la sombría austeridad.” L. Anneo Séneca, Diálogos, Sobre la serenidad, 17, 8 – 9, pág. 312.
“… aquéllos que no tienen tiempo libre más que para el vino y los placeres, pues no hay ocupación más vergonzosa” L. Anneo Séneca, Diálogos, Brevedad de la vida, 7, 1, pág. 325.
“La educación del pudor tiene una fuerza tal que todas las mujeres se abstienen de bebidas alcohólicas.” Cicerón, Sobre la República, libro IV, 6, 6 pág. 113.
“Los hombres, bajo la influencia del vino, encuentran sus miembros tensos y se inclinan por los placeres del amor.” Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, libro IV, 6, pág. 357.
“Cuando se bebe el vino sin mezclar, se entra a un estado de locura, pero cuando se mezcla con la “lluvia de Zeus”, el placer continúa pero se evita el malestar y la locura. Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, libro IV, 3, pág. 349.
“Que los que se acerquen a las mujeres para engendrar hijos conviene que hagan la unión, o totalmente templados o habiendo bebido moderadamente. Pues bebedores y borrachos suelen ser aquellos cuyos padres acontece que comenzaron a engendrarlos en estado de embriaguez.” Plutarco, Moralia I, 2ª, pág. 49.
“la mezcla de vino suprime el mal, sin destruir lo útil.” Plutarco, Moralia I, 15E, pág. 93.
“… la mandrágora al crecer con las vides y transmitiendo su fuerza al vino hace más suave el letargo para los que lo beben, del mismo modo la poesía, al recibir de la filosofía sus razonamientos y al presentarlos mezclados con las fábulas, ofrece a los jóvenes una enseñanza ligera y amable.” Plutarco, Moralia I, 15F, pág. 93.
“Conviene que el hombre prudente reúna los placeres y tres son los placeres que poseen el poder, que, en verdad, contribuye a la vida: beber, comer y conseguir a Afrodita. A todo lo demás conviene llamarlo accesorio.” Plutarco, Moralia I, 21D, pág. 111.
“… los hombres malos viven para comer y beber, pero los buenos comen y beben para vivir.” Plutarco, Moralia I. 21E, pág. 111.
“… los que beben, una vez que han acabado de apagar su sed, miran despacio, entonces, los grabados de las copas y les dan vueltas…” Plutarco, Moralia I, 42C, pág. 178.
“… en algunos pueblos bárbaros se dice, que se da una cierta embriaguez tranquila mediante la aspiración del humo producido por la combustión de ciertos perfumes, y que después se ponen alegres, y se levantan riéndose y hacen las mismas cosas que los hombres que han bebido, aunque sin molestarse unos a otros.” Dión de Prusia, Discursos, XXXII, 56. pp. 386 – 387.
“… el vino, mezclado con la música, hace que ese efecto quede regulado y moderado.” Dión de Prusia, Discursos, XXXII, 58, pág. 388.

