Por Paulina Axotla Flores
El año 2020 y lo que llevamos del presente han sido un periodo de cambios profundos a lo que entendemos como sistema internacional. Con esta transformación, los líderes mundiales se han enfrentado a un sinfín de retos que ha puesto en jaque su liderazgo y el orden bajo el cual comprendemos el poder a nivel mundial. Sin embargo, estos líderes siguen moviendo sus piezas dentro del tablero para hacer frente a estos retos. La cumbre del G7 es un claro ejemplo de que la lucha por el poder en este periodo de reacomodo sigue vigente.
Durante las actividades de esta cumbre, los mandatarios de Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Canadá, Italia, Alemania y Japón focalizaron sus conversaciones en tres temas principales: la pandemia de COVID-19, el cambio climático y sus acciones en lo referente al avance económico de China. Cabe destacar que esta agenda fue promovida por el presidente Joe Biden retomando la política exterior de sus predecesores demócratas y dejando en claro que pondrá marcha atrás la manera en el que el expresidente Trump delimitaba los puntos a negociar. Pero, no se debe de perder de vista que la actitud del presidente Biden no es en sí un cambio radical de lo que el gigante norteamericano estaba haciendo en el periodo anterior, solo es una aproximación que se acomoda más a la cooperación con sus pares y una repartición de las responsabilidades.
¿En qué versaron las actividades de la cumbre? En su mayoría fueron reuniones de alto nivel multi y bilaterales de las cuales destaca la reunión que tuvo el presidente Biden con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en donde se reafirmó el compromiso de los Estados Unidos como aliado de Europa particularmente en temas económicos y en su participación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Esto marcó nuevamente un parteaguas en las dinámicas políticas del hemisferio noroccidental debido a que los europeos no tendrán que afrontar resurgimiento de Rusia como potencia hegemónica. Asimismo, el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, buscó que su contraparte norteamericana se uniera a las iniciativas de respuesta contra la pandemia de COVID-19 mediante la donación de vacunas a países en apuros y cooperación de los Estados Unidos en la prevención de un escenario similar al que vivimos en la actualidad.
Como resultado de la cumbre tenemos que las siete economías más ricas del mundo y sus aliados establecieran una ruta de trabajo para afrontar los tres retos más importantes de nuestra realidad. En el tema de la pandemia, la promesa de la donación de 1,000 millones de vacunas para los países que no han tenido acceso a los fármacos, dan esperanza a naciones como la India en donde la COVID-19 ha sobrepasado sus capacidades. Si bien esta medida emana desde un espíritu de corresponsabilidad internacional y cooperación, lo que no se puede perder de vista es el hecho de que existe una necesidad grande de obtención de estabilidad generalizada a nivel mundial, ya que el centro no se podrá seguir desarrollando si sus periferias no tienen las condiciones para seguir participando de las lógicas económicas globales. En cuanto al cambio climático, las soluciones propuestas por el G7 giraron alrededor de la reducción de emisiones de CO2 de los países mega-industrializados, particularmente China e India. El bloque pedirá en la COP 26 que los anteriormente mencionados, se comprometan a hacer una reducción real a sus emisiones. Finalmente, en cuanto al avance económico de China, las potencias respaldaron la iniciativa “Built Back a Better World” en en cual se pretende invertir en infraestructura en las regiones de Latinoamérica, África y Indopácifico. El objetivo de este proyecto es hacer frente a la “diplomacia de deuda” que los chinos están implementando con la iniciativa “One Belt, One Road” que pretende unir a los continentes de Asia y Europa.
Ante todas estas medidas, reunidas en la Declaración Carbis Bay, el bloque noroccidental está dando una pauta de unión ante las nuevas problemáticas de la agenda internacional y a los jugadores que tienen la intención de retar su liderazgo. Este cambio de posicionamiento viene de la mano de dos hechos importantes: la administración Biden y su postura abierta al multilateralismo y reconfiguración del poder de Rusia y China. El poder está transformándose y cambiando sus epicentros, los últimos meses han dado pie a que el sistema internacional vuelva un tablero completamente nuevo en donde las reglas un están por definirse.
La autora es egresada y asistente académico de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

