Al apropiarse de Kabul, además de las otras capitales, se cierran prácticamente todas las rutas de salida hacia el interior del país, lo que marca la superioridad talibana. En tales condiciones, impera completa aprensión en lo que depara el futuro.

 

Los temores de una semana anterior se volvieron realidad: las fuerzas talibanas, casi en marcha triunfal, sin enfrascarse en sangrientos  combates, se hicieron de Kabul, la capital de Afganistán, así como se fueron apoderando de las restantes capitales provinciales.  Con apenas 75,000 combatientes, vuelven a controlar las 34 provincias (vilayatos) afganas donde (mal)viven poco más de 38 millones de habitantes. Dos décadas después de ser derrotados por las fuerzas de Estados Unidos de América y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), los insurgentes regresaron y siembran el pánico en todo el país, aunque no se han presentado actos crimínales abominables como los sucedidos en su primer “gobierno”.

En el curso del domingo 15 de agosto, los talibanes accedieron al palacio presidencial kabulí con el propósito de reafirmar su Emirato Islámico. La reedición del gobierno  fundamentalista proclamado durante la segunda mitad de la década de los 90 del siglo pasado. La fotografía publicada en la mayoría de los principales periódicos del mundo, incluidos los mexicanos, de los jefes talibanes en la oficina del huido presidente Ghani Ahmadzai, unos sentados y otros de pie alrededor del escritorio del prófugo mandatario, recuerda una foto similar de los jefes árabes en la película Lawrence de Arabia, basada en el libro del renombrado militar, arqueólogo y escritor británico Thomas Edward Lawrence, Los siete pilares de la sabiduría, en el que narra su activa participación en la sublevación de los árabes contra el imperio otomano. Los lodos de la Primera Guerra Mundial. Mera comparación.

Al apropiarse de Kabul, además de las otras capitales, se cierran prácticamente todas las rutas de salida hacia el interior del país, lo que marca la superioridad talibana. En tales condiciones, impera completa aprensión en lo que depara el futuro al desdichado país. Nada bueno le espera a los opositores del ortodoxo gobierno teocrático yihadista. Por lo mismo, el aeropuerto de Kabul se convirtió en un sitio de lágrimas y desesperación, al que acudió todo mundo, con la esperanza de conseguir un lugar para huir al extranjero. Escenas desgarradoras se vivieron en el aeródromo. El Talibán aseguró que “no cobrará venganza”, pero muy pocos lo creen, pues ya ha habido ejecuciones en las zonas controladas por los fundamentalistas, como en Spin Boldak y Ghazni.

Mucho desconcierto en la capital. Se aseguró que  está dispuesto el toque de queda, aunque no estaba claro si empezaba desde las 8 o 9 de la noche, hasta las seis de la mañana. Ni tampoco quien lo ordenó. Incluso los propios talibanes en un retén dijeron a la prensa que no sabían nada al respecto. Muy tristes momentos los que se viven en Afganistán.

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También cayó en manos de los fundamentalistas la base aérea de Bagram, a unos 60 kilómetros de Kabul, que fue un importante centro de operación militar estadounidense. Asimismo, según informó la agencia de noticia rusa, Sputnik, los talibanes liberaron 5,000 presos de una cárcel de la zona en la que permanecían encarcelados talibanes yihadistas del Estado Islámico. Liberación que hizo crecer el miedo entre la población afgana, pese a que voceros de los insurgentes aseguraban que “sus propiedades y vidas estaban a salvo”. Asimismo, aseveraron que facilitarían la salida de la capital a la población civil, aunque avisaban también que “necesitaban a todos” para la nueva etapa que se abría en el país. Una situación muy peliaguda.

Culminada la ofensiva militar fundamentalista con la conquista de Kabul, la sociedad afgana tiene que cambiar hasta su vestimenta, abandonando la ropa occidental por las tradicionales ropas musulmanas, tanto de hombres como de mujeres y, sobre todo, en el comportamiento de las mujeres cuyos derechos son limitados en el nuevo régimen. Ni hablar de la forma de gobierno y de aplicación de la justicia basadas en la ley islámica o Sharia, como ya se anticiparon los propios talibanes en las últimas horas. En suma, los talibanes, nacidos de la insurgencia que derrotó, en su momento, con apoyo estadounidense a las tropas soviéticas han retornado. El Emirato ha vuelto.

Ana Ballesteros Peiró, especialista española en temas afganos y paquistaníes, explica: “El pueblo afgano es el principal perdedor y no creo que se vea un fin al conflicto. Los afganos ya vieron cómo quienes cometieron crímenes de guerra en los 90 y destruyeron Kabul terminaron por entrar en política y en el Parlamento afgano sin que se hiciera ningún tipo de justicia. Esto generó hastío y, al final, lo que quieren los afganos es que les dejen vivir tranquilos”.

Mientras son peras o manzanas, la vida de este país surasiático que no tiene salida al mar, ha dado un vuelco de 180 grados. Y Joseph Robinette Biden Jr., mejor conocido como Joe Biden, el 46o. Presidente de EUA, pasará a la historia como el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses durante la forzada salida de emergencia después de dos décadas de presencia militar en la montañosa nación. Triste punto y aparte para la Unión Americana en la guerra más larga de su historia. Y más para el casi octogenario mandatario, cuya estrategia de retirada militar puso en el punto de mira su propia credibilidad. Justa o injustamente. Esto es parte del precio que los políticos tienen que pagar por llegar al poder, especialmente en United States of America.

Los titulares de los principales rotativos de USA rezaban el lunes 15 de agosto: “con razón o sin ella, Biden pasará a la historia como el presidente del humillante acto final en el experimento estadounidense de Afganistán”. Y vuelven a citarse los ejemplos del pasado, la apresurada salida de tropas norteamericanas de Saigón, con la que se selló  la guerra de Vietnam el 30 de abril de 1975. Biden aseguró que ese paralelismo histórico “no se puede comparar para nada” con el retiro de la capital afgana. Aquellos rescates aéreos en los techos de embajadas todavía flotan en la memoria de triunfadores y vencidos.

Para muchos estadounidenses, llegó el momento de encontrar culpables. Y el que está más a la mano es el presidente Biden que el 8 de julio aseguró que la toma de control de los talibanes propiciada por la salida de los marines sería “improbable”. Lo cierto es que los servicios de inteligencia del poderoso ejército calcularon muy mal la secuencia de los hechos: creyeron que el retorno de los fundamentalistas podría suceder en el plazo de seis a nueve meses después de la salida de su tropas. Lo que está sucediendo es totalmente diferente: un final urgente y opuesto a los planes que desde su ascenso al poder —en enero pasado—, la Administración Biden fue perfilando para que coincidiera con el simbólico vigésimo aniversario del 11-S, el día de los inolvidables atentados islámicos en Washington y en New York. El mayor atentado que nunca había sufrido el Último Imperio, en el centro político y en el centro  económico de USA.

En conferencia de prensa desde la Casa Blanca, el lunes 16 de agosto, cuando los talibanes ya se habían apoderado de Kabul, el presidente Joe Biden fue claro: “No me arrepiento. Soy el Presidente de Estados Unidos de América y la responsabilidad es mía…Estoy profundamente entristecido por los acontecimientos, pero no me arrepiento de mi decisión de poner fin a la guerra de EUA en Afganistán. Las tropas estadounidenses no pueden ni deben luchar y morir en una guerra que las fuerzas afganas no están dispuestas a luchar por sí mismas”. El mandatario demócrata enfatizó que prefiere ser criticado  por cumplir con sus propósitos que permitir que un quinto presidente tome la decisión de cómo y cuando retirarse. (Cuatro presidentes han tenido que ver con esta guerra: George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden). Por lo demás, No de balde el conflicto afgano ha costado la existencial de decenas de miles de afganos, y a 2,400 norteamericanos, así como la de un oso 456 británicos. Bueno. Hasta de 45 soldados de origen mexicano, y varias decenas de heridos del mismo origen.

Agregó el mandatario estadounidense: “Nosotros degradamos severamente a Al Qaeda en Afganistán, pero nuestra misión en el país nunca fue construir una nación. Respaldo firmemente mi decisión…Después de 20 años, he aprendido por las malas que nunca hubo un buen momento para retirar las fuerzas estadounidenses”. Y advirtió que ante cualquier intento de atacarlos, EUA responderá “con fuerza devastadora si fuera necesario”.

Además, Biden adelantó su propósito de ayudar a Afganistán, la nación que hasta sus propios líderes abandonaron tras rendirse, pues insistió que fueron ellos los que fallaron no EUA. El mejor ejemplo de la denuncia de Biden fue la poco decorosa huida del ex presidente Ashraf Ghani a bordo de un helicóptero cargado con bolsas con dinero, bolsas que  incluso tuvo que dejar tiradas en la pista del aeropuerto por que ya no cabían en la nave. La forma en que Ghani huyó de Afganistán es lo que mejor caracteriza la caída del régimen. La suerte del ex mandatario no es clara. Unos lo ubican en el sultanato de Omán donde al parecer lo recibieron después que en Tayikistán le negaron el aterrizaje. Incluso, algunas agencias de noticias rusas aseguran que el destino final de Ghani y varios de sus colaboradores sería EUA. La deserción del ex presidente es juzgada como “traición”, después de haberse comprometido a permanecer en el país a pesar del avance fundamentalista.

El futuro de Afganistán es incierto. Parece una pesadilla lo que vive este país. Algunos comentaristas la llaman “el retorno de los brujos”. Sin duda, esta es la peor derrota de EUA. ¿Cuánto durará el régimen de los talibanes? Mohammad Naeem, vocero de los talibanes, declaró a Al Jazeera TV que en breve se revelará la forma del nuevo gobierno de Afganistán. En tanto, dijo que el Estado Islámico no quiere vivir en el aislamiento y llamó a mantener relaciones internacionales pacíficas. “Pedimos a países y entidades sentarse con nosotros para arreglar todos los asuntos pendientes”…”No creemos que las fuerzas extranjeras repitan una vez más su fallida experiencia en Afganistán”.

Por otra parte, dentro y fuera de Afganistán se teme que los talibanes repitan las crueles prácticas del pasado. En la ocasión anterior, de 1995 a 2001, las mujeres tenían prohibido trabajar y se infligían castigos tales como lapidaciones, latigazos y ahorcamientos en público, amén de muchas decapitaciones.

Mientras se aclara el panorama y se conoce el verdadero procedimiento del Estado Islámico, cuatro personajes están al frente del movimiento talibán: Haibatullah Akundzada, Abdul Ghani Baradar, Sirajuddin Haqqani y el mulá Mohamed Yaquob.

Aunque han tardado, los talibanes se han percatado del poder de las redes sociales y la importancia de transmitir sus mensajes por estos medios, aunque su credibilidad, como se ha demostrado, queda destrozada por la realidad de los hechos. Solo el tiempo demostrará por donde enfilarán sus pasos. Por el momento, su “guerra relámpago” al extenderse por todas las provincias de Afganistán, anonadó a todos, hasta los poderosos servicios de inteligencia de EUA y del resto de Occidente. Pronto se sabrá la verdad. ¡Pobre Afganistán! VALE.