Durante el pasado informe presidencial, el inquilino de Palacio resumió en menos de un minuto su gestión, al mismo tiempo que evidenció su visión de apoyo para el sector agropecuario: apoyos directos, precios de garantía, árboles frutales, Sembrando Vida y la entrega de fertilizante. Se trata del desinterés y desprecio para un sector que con o sin pandemia no ha dejado de trabajar y con ello es garante para que no falten alimentos sanos e inocuos en las mesas mexicanas e incluso internacionales. En contraste, las omisiones fueron muchas, por ejemplo, las versiones de corrupción en Liconsa, en Sembrando Vida, en Ganadería, en la forma que algunos funcionarios aprovecharon su cargo para generarse ganancias políticas como fue el caso del fertilizante o los intereses subrepticios en torno al uso del glifosato. Las perlas son muchas, tantas que si las juntamos nos  alcanzan muy bien para engarzar un rosario de dolores.

En este contexto se da el cambio de estafeta en San Lázaro. Sale una de las legislaturas más grises y alejada de la representación ciudadana y de los sectores productivos. Su desempeño giró en torno a los intereses presidenciales, que resultan muy alejados al impulso del desarrollo de los intereses generales. Desde luego el sector agropecuario no fue de su interés. La  65 Legislatura augura más de lo mismo. Hasta el momento siguen en los jaloneos por la conformación de las comisiones y nada se sabe sobre quién podría estar al frente de las del sector. Está flaca la caballada; son pocos los diputados con aptitudes y actitud para sacar adelante un sector tan soslayado. Más de 140 de esos legisladores regresaron a sus curules por vía de la reelección sin más méritos que el apoyo de sus partidos, porque a los rebeldes que intentaron trabajar a favor de los productores los borraron de la lista y concluyeron sin más su gestión, basta recordar al incómodo de la cuatroté, Eraclio “Yako” Rodríguez.

¿Qué retos enfrenta la 65 Legislatura frente al incumplimiento del desempeño de sus antecesores? Los diputados de la 64 Legislatura no fueron capaces ni de reunirse las veces que marca el reglamento interno de la Cámara de Diputados.  Las comisiones del campo aparecen en los deshonrosos últimos lugares: Desarrollo y Conservación Rural y Agrícola, se reunió apenas 12 veces, mientras que Ganadería lo hizo en 13 ocasiones y Pesca, solo en 10. Así se mide la importancia que le da el Legislativo al México rural y productivo.

Ante este panorama, ¿qué nos haría pensar que la situación inercial cambiará en esta recién instalada 65 Legislatura? Nada, al parecer, y es que, en sus agendas, los grupos parlamentarios nuevamente soslayan al campo, no existe, no tiene cabida o simplemente ni se acuerdan: la prioridad de MORENA sigue siendo lo político, lo energético y el refuerzo a las Fuerzas Armadas, así como mayor control Hacendario. Para el Campo, la bancada morenista propone solamente el impulso a la Cannabis Sativa y a la Cerveza Artesanal. ¡Con eso, ya estamos del otro lado!

El PRI, presenta una mera carta a Santa Claus, y de buenas intenciones el campo de México ya tiene suficiente, sobre todo, porque cuando pudieron  hacer algo, no lo hicieron. De la misma manera, el dedo meñique del tricolor, el PVEM contempla en su agenda temas como el impulso a los fertilizantes, aplicación de tecnologías sustentables para el campo y apoyo a la mujer rural. ¡Hasta no ver!

Para el PAN, el campo ni figura en su agenda para esta Legislatura, tampoco para Movimiento Ciudadano y el PT (cuya contribución será el impulso a la denominación de origen del Amaranto) aunque al final acabará haciendo lo que MORENA le dicte.  Y mientras tanto, para el PRD el campo solo es una vía para ir por más recursos.

Así, entre que son peras o manzanas, todo apunta a que esta 65 Legislatura pasará, al igual que su antecesora, con más pena que gloria. En lo relativo al campo de México, para el que, si bien hubo un ligero incremento presupuestal en la propuesta del PEF2022 que envió el Ejecutivo, ningún legislador –por abulia, ignorancia o inexperiencia- le enderezará la plana a la operación de los programas y así nos iremos hasta fin del sexenio. Total, si la Secretaría de Agricultura no tiene subsecretaría de Agricultura y sigue caminando el sector. Es lo que hay para el campo y para los productores que todos los días salen a trabajar arduamente y que saben que sólo son volteados a ver en tiempos electorales.

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