La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), fue creada en febrero del año 2010 por iniciativa de México, con el objeto de reunir a los mandatarios de los 33 países de América Latina y el Caribe para propiciar el diálogo y la concertación política. La Presidencia pro témpore de la Celac, la tiene México desde el año 2020 y tendrá que ser transmitida al mandatario de otro de los países integrantes de dicho organismo en el 2022.
El esplendor de nuestra diplomacia que ciertamente comenzó a erosionarse en los últimos lustros, ahora debiera encaminarse a un rediseño que recupere el prestigio que le imprimieran nuestros grandes diplomáticos como un Isidro Favela, Narciso Basols, Alfonso Reyes, Luis Padilla Nervo, Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa o Jaime Torres Bodet, por citar solo a unos cuantos de la pléyade de embajadores que enaltecieron a nuestra diplomacia.
La convocatoria realizada por el gobierno de México para la celebración de una cumbre de la Celac en la ciudad de México el día 18 de septiembre pasado, puede percibirse como un primer paso de recuperación de espacios estratégicos, fortalecimiento de intereses comunes, nueva lógica de diversificación de los contactos, intercambio de opiniones y criterios con otras naciones que influyen en el contexto internacional, respecto de asuntos que afectan el conjunto de las relaciones internacionales y borrar la impresión generalizada de que nuestra diplomacia es cabús de la de los Estados Unidos.
La cumbre se propuso sobre todo como un reencuentro con los países y pueblos latinoamericanos que en los últimos años, se habían descuidado no solo diplomáticamente, sino que por falta de dialogo de alto nivel, que en el pasado habíamos entrado en franca colisión por razones comerciales, con algunos de los países de América Latina e incluso por falta de oficio entramos en disputas estériles por los sitios correspondientes a la Región en cuerpos colegiados de las Naciones Unidas, y por las determinaciones de la OEA, llegando incluso a proponer su desaparición.
La reunión contó con la presencia de los presidentes de Cuba, Venezuela, Paraguay, Uruguay, Perú; Ecuador; de Costa Rica; de Honduras; de Bolivia; de Guatemala; y los representantes de otros países. Brasil, se separó de la Celac en 2020 y Alberto Fernández, de Argentina, canceló su presencia a último minuto. Ese país está en medio de sismo político que llevó al cambio de seis de sus 20 ministros.
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Tampoco asistió el presidente de Nicaragua, pero su canciller dijo que su país no apoyará la postulación de Argentina para ocupar la presidencia pro tempore de la CELAC en 2022, “pues ese país se ha atrevido a interferir en asuntos internos de Nicaragua”. El ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, dijo que la mayoría de los miembros de la CELAC han manifestado su apoyo a la presidencia pro tempore de Argentina.
Durante las intervenciones de los mandatarios, los presidentes de Cuba y Venezuela fueron el blanco de los señalamientos de sus homólogos de Uruguay y Paraguay sobre la falta de democracia y violación a los derechos humanos en sus países.
Las rispideces durante la reunión de la Celac dieron inicio cuando el presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, insistió en que no reconoce como presidente de Venezuela a Nicolás Maduro. “Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de mi gobierno y creo es de caballeros decirlo de frente”.
Por su parte el gobierno colombiano rechazó la participación de Maduro en la cumbre de la Celac, mediante un comunicado de la cancillería colombiana señaló: “El gobierno de Colombia, al igual que otros países que han desconocido el poder de facto que ejerce Nicolás Maduro en Venezuela… expresa su rechazo a la participación del mismo en la VI cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Celac”.
Durante su intervención el presidente de Uruguay puntualizo que participar en la cumbre de la Celac no significaba ser “complaciente” con países donde “no hay una democracia plena”. “Se utiliza el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcelan opositores”. Con “voz tranquila pero firme debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela”, y se refirió a las denuncias de violaciones de los derechos humanos en esos países.
Finalmente, al final de la cumbre se patentizó que no todos los mandatarios de América Latina participan de la propuesta del anfitrión de desaparición de la OEA, creyeron que todos los líderes de América Latina aplaudirían y no fue así, cuando los presidentes de Uruguay y Paraguay dijeron en su cara a los de Cuba, Venezuela y Nicaragua que no eran unos países demócratas.

