Allá por 1854, el renombrado escritor francés Alexander Dumas (padre) publicó su novela Los mohicanos de París, en la que repitió en varias ocasiones la frase “Cherchez la femme” (“busca a la mujer”) que desde aquella época se hizo famosa porque, en todos “los asuntos siempre hay una mujer”. El presunto significado de estas tres palabras en idioma francés, es que sin importar cual sea el problema, la causa suele ser una mujer. Cuestión de enfoques. La época de Dumas está muy lejos de los feministas días que corren. Ahora, como debe de ser, la mujer sigue luchando por todos sus derechos, aunque muchos todavía no lo entiendan. Años más tarde, cuando el escándalo del allanamiento de las oficinas del Partido Demócrata en el Hotel Watergate, solapado por el presidente Richard Milhous Nixon —que al final de cuentas renunció al cargo para impedir que lo sometieran al impeachment—, siguió su curso y llegó a las páginas de un libro escrito por los reporteros del caso para The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, y a la pantalla grande con una película All the President´s Men (Todos los hombres del Presidente), en cuyo guión, la “garganta profunda” —el agente de la FBI, Mark Felt, el que les proporcionaba la información a los periodistas investigadores—, les recomendó que “siguieran el curso del dinero y vieran hasta donde llegaba” (“follow the money and see where it goes”), con lo que se abrió la puerta para la era del periodismo de investigación como perseguidor implacable de la corrupción de los políticos y, por ende, de los ricos del mundo, lo que en el siglo XXI dio paso a la tercera palabra en la lucha contra el acumulamiento de las grandes fortunas —legítimas e ilegítimas—, que en el mundo han sido: offshore, que en realidad al principio se refería a los pozos petroleros “a distancia de la costa”, y en los últimos años se trata de “una sociedad offshore: una entidad que se funda en un país distinto de aquel en que reside su beneficiario”.

Como complemento de lo anterior hay que decir que tener o tomar parte en una empresa offshore no es un delito, bajo la idea de que cada persona puede elegir dónde invertir y qué hacer con su dinero. En 2017 se publicó un estudio, actualizado en 2019, en el que se dice que un 10 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial está depositado en sociedades offshore. Pero, hay una advertencia: la regla general para que estas empresas sean legales es que se declaren a las autoridades tributarias competentes.

Además, el problema de estas sociedades es cuando se establecen en jurisdicciones poco claras en busca, evidentemente, de pocas o nulas cargas impositivas (es decir sin pago de impuestos) y de “confidencialidad”. En las publicaciones que se hacen sobre estos manejos de dinero —sean impresas o electrónicas—, abundan los términos como empresas “opacas”, “de papel” o “fantasmas” porque no tienen actividad real, ni empleados, ni oficinas físicas. Lo cierto es que estas “empresas” existen, generalmente, para ocultar y eximir de responsabilidades fiscales o legales al “verdadero dueño” de unos activos que pueden ser financieros, pero también se pueden concretar en propiedades inmobiliarias, obras de arte o vehículos, entre muchos otros. Y, cuando por milagro aparece el implacable fisco, lo normal es que los interesados digan, como advierte en forma chusca, Chuck Collins, académico del Instituto de Estudios de Políticas en Washington: “!Ah¡, bueno, yo no soy el dueño”.

Sucede que las “empresas opacas” se vuelvan los propietarios legales de esos activos y que oculten la identidad de los dueños reales. Y, el asunto es que dichas corporaciones no son una o dos, la lista se puede sumar ad infinitum. Una empresa offshore en Belice puede ser propietaria de otra similar  en las Islas Caymán, que a su vez es propietaria de otra en Hong Kong. Y, el propietario real, en cambio, puede encontrarse en México o en Brasil, o sus inversiones en territorio de la Unión Americana. En otros tiempos serían casos de Derecho Internacional Privado. Todo es posible.

La mitología de muchos pueblos incivilizados o civilizados sirve para narrar todo tipo de historias, como la griega (una de las más maravillosas), que incluye el enojo de Zeus (padre de todos los dioses) por la osadía del mortal Prometeo de robar el fuego divino y entregarlo a los hombres. De tal suerte, Zeus (Júpiter para los romanos), intrigó para reparar el atrevimiento de Prometeo y casar a su hermano Epimeteo con la curiosa Pandora, que como presente de bodas recibió una hermosa caja con la orden de no abrirla jamás. Como mujer curiosa que nada la detenía, un día Pandora abrió la caja, de la que escaparon todos los males de la Tierra…y siguen escapando.

No sería nada extraño que esta narración mitológica sirviera para que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) diera nombre a su reciente trabajo con datos sobre empresas “fachada” y los apelativos de los dueños o de los presta nombres para el movimiento de los ingentes capitales que circulan por todo el mundo. Si los investigadores del ICIJ creyeron que la nueva revelación: Pandora Papers (Los Papeles de Pandora), desataría un revuelo de tal magnitud, parecido al que provocó la indiscreta Pandora, y que el mundo nunca volvería a ser el mismo, no andaban tan desencaminados, aunque, la verdad, al final de la historia, volveríamos a la moraleja de El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Para muchos, una expresión cínica, cuyo mero enunciado revela una pérfida enemistad con el cambio verdadero y sincero. Sin embargo, en los actuales momentos de crisis, el gatopardismo —palabra de origen siciliano— vuelve a ser utilizada con profusión. Las épocas de crisis son tiempos de sospecha. El consenso se rompe. Los vínculos de confianza se debilitan. Los recelos se agrandan. En tiempos de crisis incluso se sospecha del cambio.

En medio del escándalo que ha provocado, una vez más, la publicación de los Papeles de Pandora, hay un recelo que molesta a muchos lectores: ¿quién sale beneficiado por la publicación de todos estos datos “confidenciales”. Porque alguien se debe beneficiar no solo con el escándalo, sino con las probables consecuencias.

Bien lo dice Benjamín Hillary en su artículo “Los dos mundos de los Pandora Papers”: “No se trata de la primera vez que el ICIJ participa en la publicación de filtraciones de este tipo. También es responsables de revelaciones como los Panama Papers, de los Offshore Leaks, de las FinCEN Files, de los China Leaks, Paradise Papers, Luanda Cables, Mauritius Leaks, y otras investigaciones periodísticas en las que se coordinan investigadores y medios de todo el mundo, desencadenando escándalos que involucran al sistema financiero mundial en esquemas de lavado de dinero, evasión fiscal, corrupción y de ocultamiento de beneficiarios finales. Cada una de estas filtraciones es de una magnitud inimaginable, millones de documentos que hablan de fortunas increíbles mantenidas al amparo de esquemas legales y financieros hechos para ocultar y legitimar. Cada nuevo escándalo es más grande que el anterior y Pandora es de una dimensión verdaderamente cósmica. Fueron 29 mil cuentas filtradas de 14 empresas de Panamá, Seychelles, Hong Kong, Belice, Chipre, Suiza, Dubái. Ningún medio de comunicación en modo individual podría procesar tantos datos y por eso el ICIJ, coordinando equipos de periodistas de todo el mundo, es tal vez la única organización hoy por hoy capaz de analizar y convertir toda esta información y construir una historia periodística”.

En esta ocasión, la filtración de más de 11,9 millones de documentos confidenciales ha sacado a la luz las fortunas secretas de algunas de las personas más influyentes y conocidas del planeta. Los Papeles de Pandora, la mayor colaboración periodística de la historia —en México tomaron parte de los trabajos de la ICIJ, la revista Proceso, la organización Quinto Elemento Lab y la cadena Univisión, aparte del periódico español El País, y en Argentina el equipo está integrado por el periódico La Nación, El Diario e Infobae, abren las puertas de plaza industria offshore, un mundo de fideicomisos opacos, empresas de papel, beneficiarios ocultos y poderosos despachos legales.

La investigación se ha desarrollado a lo largo de casi dos años e incluye el análisis de documentos de texto, hojas de cálculo, correos electrónicos e imágenes, entre otros archivos. Hay actas de constitución,  registros de accionistas, facturas, pasaportes, diarios de viaje… Entre todos, componen un retrato sin precedentes de la cara oculta de las finanzas internacionales  y arrojan luz sobre los secretos de los paraísos fiscales y los profesionales que actúan como puente para llegar a estas jurisdicciones. La filtración indica a más de 27,000 compañías y a casi 30,000 de sus beneficiarios. Argentina es el país latinoamericano con mayor presencia de beneficiarios finales y el tercero que más aparece en toda la filtración.  Según el análisis del ICIJ, Brasil, Venezuela y Guatemala también están en los primeros 10 lugares en los conteos por país.

El trabajo de investigación revela los activos secretos, acuerdos encubiertos y fortunas ocultas de un sinúmero de ricos y poderosos: más de 330 políticos y funcionarios, 14 jefes de Estado de América Latina entre actuales y retirados, 46 oligarcas rusos y más de 130 multimillonarios de la lista anual de la revista Forbes. En el escenario regional hay tres presidentes en activo: Sebastián Piñera de Chile, Guillermo Laso de Ecuador y el dominicano Luis Abinader. Once son ex mandatarios, por ejemplo los colombianos César Gaviria y Andrés Pastrana. Artistas, como Julio Iglesias, y escritores como Mario Vargas Llosa.

Respecto a México, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que la difusión de los Pandora Papers, que comprenden depósitos de dinero en paraísos fiscales, y que incluyen a funcionarios y exfuncionarios de la 4T, “no es algo novedoso”, y cuestionó que la prensa sólo hable de personajes cercanos a él. En su “mañanera” se pronunció porque se abran investigaciones en casos de que haya delitos por perseguir, incluso de algunos personajes cercanos a la Presidencia como Jorge Arganis, secretario de Comunicaciones y Transportes, Julio Scherer Ibarra, ex consejero jurídico —de quien dijo que “ya no pertenece a mi gobierno”, aunque hace poco menos de un mes, todavía le llamaba “mi hermano”—, Armando Guadiana, senador por MORENA, Y Julia Abdalá, empresaria y pareja sentimental del controvertido Manuel Bartlett Díaz, director general de la Comisión Federal de Electricidad, cuya fortuna ha sido denunciada por propios y extraños. “Sin querer queriendo”, como decía el Chavo del Ocho, López Obrador dio la cara por estos cuatro señalados en los Papeles de Pandora. Aclaró el fundador de la Cuarta Transformación: “Son muchos los mexicanos mencionados  en la investigación, tres mil, aunque —fíjense como son las cosas— y salen tres en los periódicos y en los medios donde están en la lista, sacan nada más a tres: a Arganis, a Julio Scherer y a la “esposa” del licenciado Bartlett. Ah, y también Guadiana, entonces cuatro”.

A lo mejor López Obrador “no tiene otros datos” sobre la señora Abdalá, que ha sido señalada como una especie de bróker para resolver conflictos, de acuerdo a varias personas a las que les han ofrecido sus “servicios” para obtener contratos o desbloquear trámites con el gobierno de la 4T.

Al respecto, el columnista de El Financiero, Raymundo Riva Palacio, en su colaboración diaria titulada “Estrictamente Personal” del lunes 4 de octubre, comenta: “No deja de ser significativo que en Proceso, la revista de la familia Scherer, se recordó ayer que el 18 de agosto del año pasado, cuando en la comparecencia mañanera le preguntaron sobre la corrupción en anteriores gobiernos, López Obrador preguntó: “¿Cómo se va el dinero de un país saqueado a un paraíso fiscal y no pasa nada?”. De inmediato respondió: “Hay países que incluso viven de eso. Es inmoral”. Sus palabras de antes tendrían que ser respaldadas por acciones de su gobierno en estos nuevos casos divulgados en los Pandora Papers, si mantiene una congruencia y coherencia con lo que afirmó  en 2016 y lo que dijo el año pasado”. Las incongruencias del señor presidente de la República. Habla tanto todos los días, que sus propias palabras le regresan como un bumerán.

Al final de cuentas, mucho ruido y pocas nueces. Antes como ahora, los Papeles de Pandora levantan la polvareda, pero de los 35 líderes mundiales salpicados en estas investigaciones seguramente ninguno llegue a pisar la cárcel por estos polvos periodísticos. Al tiempo. VALE.

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