Chile práctica, por fortuna, una democracia “participativa”. En esencia, todo ejercicio democrático, debe serlo, sin inventos de “pueblos buenos y sabios” como algunos iluminados tratan de hacer creer. Paparruchas. En el país austral sudamericano hay alternancia. En ocasiones gana la derecha y en otras la izquierda, como sucedió en la segunda vuelta de los comicios presidenciales el domingo 19 de diciembre. Aunque las encuestas pronosticaban –después de la primera vuelta en el mes de noviembre– que el candidato de la ultraderecha se impondría, la contabilidad electoral al final del balotaje impuso la realidad: el joven líder de la izquierda Gabriel Boric Font (Punta Arenas extremo sur chileno, 11 de febrero de 1986), será el próximo presidente, para sustituir al mandatario saliente Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique a partir del 11 <su número de la suerte> de marzo próximo. El derrotado fue José Antonio Kast Rist (de 55 años de edad), líder del derechista Frente Social Cristiano, que reconoció su derrota inmediatamente sin dramatismo ni envidias. El civilizado panorama chileno posterior a los comicios no fue resultado de la casualidad, sino gracias a la conducta política de los aspirantes a la Presidencia que en las últimas semanas de campaña moderaron sus programas y discursos para conquistar al electorado de centro que mayoritariamente no votó en la primera vuelta. Muchos políticos iberoamericanos –incluyendo los mexicanos–, deberían aprender la lección. ¡Ojalá!

Sin resultados que pudieran prestarse a maniobras arteras, ni filtración de Fake News (tan usuales en sesiones de prensa mañaneras), ni rebatiña de votos, el todavía diputado Gabriel Boric Font, de la izquierdista alianza Apruebo Dignidad, triunfó de forma apabullante, por 12 puntos y poco más de un millón de votos de diferencia.

Contrario sensu de elecciones anteriores, en la segunda vuelta acudió a las urnas el 54% de votantes (ocho millones 252 mil sufragios) del padrón electoral. Aunque la votación no fue extraordinaria, tampoco el abstencionismo empañó el ejercicio electoral. Así, con el 55.86% de los votos (4 millones 600 sufragios) Boric ganó. Mientras que el derrotado, Kast Rist, del Frente Social Cristiano, ultraderechista, fundamentalista religioso y defensor de la dictadura (1973-1990) de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte (1915-2006) obtuvo 44.14% (3 millones 641 sufragios, que tampoco es una cantidad mínima). Ambos grupos medirán fuerzas a lo largo de los próximos cuatro años.

Con el triunfo de Boric Font, América Latina suma nueve gobiernos de izquierda, sin dejar de lado la reciente victoria en Honduras con la opositora Iris Xiomara Castro Sarmiento, también conocida como Xiomara Castro de Zelaya.

La oratoria juvenil de Boric se impuso desde el inicio de la campaña. Y en su primera arenga pública después de conocer su triunfo, el ex líder estudiantil afirmó que su compromiso al frente del país “es cuidar la democracia todos los días”. Asimismo: “estamos ante un cambio de ciclo histórico. El futuro de Chile nos necesita a todos del lado de la gente y espero que tengamos la madurez de contar con sus ideas y propuestas para comenzar mi Gobierno”.

Las propuestas del joven presidente electo son consideradas por una parte de la población como una respuesta natural a las demandas de las masivas protestas por la igualdad de 2019. Otro segmento social chileno siente, por el contrario, que los cambios son demasiado drásticos, que podrían causar desequilibrios al que fue uno de los países que más presumían su estabilidad en Hispanoamérica.

En tales circunstancias, consciente del peso de sus palabras, Boric reafirmó, tal y como lo hizo en la mañana dominical, después de depositar su papeleta en la urna de su lugar de nacimiento, Punta Arenas, y durante su plática con el presidente Piñera, que será “el presidente de todos los chilenos y chilenas”; de quienes votaron por sus programas de gobierno, como de quienes lo hicieron por otra alternativa de los que se abstuvieron de votar. Es decir, “de todos” sus compatriotas y no únicamente de los militantes de la alianza izquierdista Apruebo Dignidad.

Propios y extraños coinciden en aseverar que la elección de Gabriel Boric es lo mejor que pudo sucederle a Chile en estos comicios. En la columna periodística Aldea Global, del periódico la Crónica de Hoy, firmada por Fran Ruiz, aventura: “Cuesta imaginar qué habría ocurrido si los chilenos hubieran dado la victoria al ultraderechista José Antonio Kast, un abierto admirador de la dictadura de Pinochet y el hombre con quien el español Santiago Abascal contaba para tejer una alianza iberoamericana de naciones anticomunistas, con Brasil y Chile de punta de lanza”.

“Al final se impuso el voto del miedo –continúa Ruíz– a un presidente que no sólo defendió la dictadura de Pinochet, sino que trató de ocultar que su padre alemán se afilió al Partido Nazi. Eso sí, al menos hay que reconocer el gesto de Kast que felicitó a Boric antes incluso de que acabara el conteo, evitando así el grave daño a la democracia cuando un candidato se niega a reconocer la derrota y denunciar fraude, como hizo Donald Trump hace un año”.

Además, continúa Ruiz: “Si muchos no entendieron la peligrosa jugada de Boric de unir en una misma sigla su Frente Amplio y el Partido Comunista, al menos tuvo el acierto de condenar públicamente durante la campaña la deriva autoritaria en Nicaragua y Venezuela y la dictadura cubana. “Mi objetivo es la socialdemocracia como la europea”, declaró reiteradas veces…y así convenció a la clase media chilena, que quiere cambios, pero para acabar con la desigualdad, no para abrazar experimentos radicales”. Nada de “besos y abrazos, no balazos”. Claro, en la “izquierda latinoamericana” no todos son iguales,

Parece claro, entonces, que el próximo mandatario joven de Chile “quiere seguir siendo la cabeza visible de esos millones de jóvenes chilenos que estallaron de ira en octubre de 2019, cuando el presidente Piñera, el mismo que presumía ante el mundo de la pujanza económica de Chile, aumentó la tarifa del Metro de Santiago, la capital del país con la renta per cápita más alta de Latinoamérica, pero también la capital del país con mayor desigualdad social de la región”.

Los votantes chilenos optaron por la izquierda radical de Boric, el joven político que nació apenas en 1986. Muchos dirán, incluso los que votaron por él, que su experiencia gubernamental es un albur porque incluso su carrera de Derecho está en el aire porque no se ha titulado porque en 2011 ingresó en la vida política para convertirse, desde 2012 en diputado. Y en 2021 asumió la candidatura presidencial de Apruebo Dignidad, alianza en la que se encuentra Convergencia Social, que es su base política, en alianza con el Partido Comunista y otras tres agrupaciones izquierdistas.

La plataforma central que encabeza Boric propone mayor presencia del Estado en la economía, con una profunda reforma al sistema privado de pensiones y en salud, impuestos y salarios, así como reducir la jornada laboral ampliar la organización sindical y variar la política exterior para acercarse a la izquierda latinoamericana: el “bolivarismo” que impulsó el venezolano Hugo Chávez Frías de infausta memoria. En conclusión, América Latina ya cuenta con otro país dividido. Claro, el proceso fue democrático, ni duda cabe. México está en la misma tesitura. Y AMLO ya empezó a exportar la 4T. Perú no tiene idea en el embrollo que se metió al lanzar el S.O.S., al domicilio particular del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los problemas de Chile no se reducen a la política interna. La pandemia del COVID19 también ha contribuido con su carga mortífera. Para el 20 de noviembre pasado, el país llegó a un millón 789 mil 109 contagios, y a 38,812 fallecidos. Y sumando.

La pandemia va para largo, en Chile y en el resto del planeta.

Frente a un panorama que no será siempre halagüeño, el ex líder estudiantil sumará 36 años de edad cuando asuma la presidencia de Chile en 90 días más. Boric será el próximo mandatario con menos edad de la historia bicentenario chilena. Ante sí tiene un gran reto: unir a una sociedad dividida tras las revueltas de 2019 que hicieron trizas el modelo de estabilidad afianzado desde la década de los 90 del siglo pasado. El ganador de estos comicios no se declara comunista, pero sí es un decidido enemigo del modelo neoliberal que impera en el país desde la dictadura de Augusto Pinochet. Originario de Punta Arenas, región de Magallanes, en la Patagonia austral, es el mayor de tres hermanos de una familia de clase media alta, descendiente de catalanes y nieto de un croata. Gabriel se ha encargado de comentar que haber nacido en una zona tan alejada de la capital –Santiago–, a 3,000 kilómetros (casi la frontera entre México y Estados Unidos de América) configuró su identidad de una manera especial y contraria al centralismo político que ha privado en su patria. Educado bajo los parámetros de una instrucción católica –a la fecha se dice agnóstico–, pertenece a una nueva generación de líderes que no comulga con los años de gobierno de la Concertación, la coalición de democristianos y socialistas que gobernó el largo Estado sudamericano. Las protestas callejeras de estudiantes de aquellos años pedían más derechos y un acceso gratuito y de calidad a la educación. Hace cinco años, en 2017 fundó el Frente Amplio, su propio partido, como han hecho algunos dirigentes izquierdistas latinoamericanos.

El triunfo de Boric abre un nuevo ciclo político en Chile. El ascenso de la izquierda sobre la derecha contiene importantes significados. Muchos especialistas así lo consideran. Por ejemplo, el académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Ernesto Águila afirma: “la victoria consolida el proceso constituyente en marcha y ratifica un camino de cambios progresistas de signo anti neoliberal. Lo que viene no es fácil para el nuevo presidente porque el Parlamento se encuentran empatado y deberá hacer grandes esfuerzos para construir las mayorías necesarias para viabilizar su programa”.

Considera también que “el país queda con este triunfo en el umbral de iniciar cambios profundos en manos de una nueva generación de políticos. Jóvenes que han demostrado capacidad para enfrentar situaciones adversas y que pueden abrir un nuevo ciclo en la política chilena”.

Otro académico, como Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, explica que “el recambio generacional es muy evidente, pasan a dominar la escena política personas en torno a los 35 y 40 años que vinieron desde los movimientos sociales y estudiantiles. Eso no lo consiguió la ex Concertación, lo cual es un fracaso para generar militancia que les permitiera sobrevivir”.

El desafío más escabroso para el nuevo gobierno será ampliar su base política en el Parlamento, porque la izquierda, desde marzo próximo, no contará con la mayoría suficiente para aprobar proyectos de ley por sí sola. Boric tendrá que demostrar su habilidad parlamentaria para ampliar su coalición que le facilite un congreso mucho más favorable. Asimismo, deberá ser muy cuidadoso con las expectativas que prometa, porque si los resultados no le acompañan puede generar una espiral de desaprobación y eso no contribuirá al plebiscito de salida para septiembre próximo.

Sin duda, el de Boric es un gran triunfo para Chile. El futuro del país está por encima de las ideologías políticas, y eso no será nada fácil. Entre tanto, los que quieren sacar raja de la victoria de la alianza Apruebo Dignidad, son los “líderes” izquierdistas iberoamericanos, que no esperaron ni un día para felicitar al joven chileno. Estaban eufóricos, como si ellos hubieran hecho la tarea. Desde Andrés Manuel López Obrador, el de la 4T –que ya rompió su promesa de no injerencia en países extranjeros haciendo a un lado la consigna juarista del “respeto al derecho ajeno es la paz” simplemente porque se lo pidió un “presidente en apuros”–, como Pedro Castillo en Perú, pasando por el ex guerrillero Daniel Ortega en Nicaragua –el que encarcela a sus adversarios políticos–, y Nicolás Maduro Moro en Venezuela, que ha sumido al país en una irreparable crisis económica además de poner en prisión también a los diligentes de la oposición. Casi todos felicitaron al nuevo presidente de Chile recordando a Salvador Allende o a Víctor Jara. Por símbolos no pararon.

El 11 de marzo próximo Chile tomará otro giro. La mejor de las suertes. La suerte está echada. VALE.