Este año 2021, ya en sus postrimerías, estuvo marcado por los efectos de la pandemia y la inseguridad como binomio que no ha dejado de galopar en el territorio nacional, destacaron los desencuentros políticos constantes para ahondar en la polarización, sin duda se han registrado diversos actos consumados que impactaron, aunque no han devastado nuestra capacidad de asombro porque aún está viva. El 2021 no dejó de ser un año complicado aunque también se mantiene la esperanza por un futuro mejor, esa nunca se descarta.

En estas fechas de fin de año suele aflorar la nostalgia, están presentes los ausentes y las marejadas de recuerdos agolpan la memoria para evocar momentos felices, es decir se revisa el pasado desde el presente para sintetizar historias de vida, probablemente en la infancia el encanto por estas fechas es superior porque el mundo se tapiza de los asombros exentos de malicia y se vive el medio día de la ingenuidad.

En el mundo, o una en una gran parte del planeta, se celebra la Navidad con sus hondas raíces religiosas principalmente en occidente, es el momento de sosiego, de poner una pausa al accionar cotidiano para disfrutar de las gratas compañías y levantar la copa para brindar y compartir algo más que los abrazos.

En nuestro país no sé si haya pausas porque la realidad es furiosamente violenta, el crimen organizado no deja de ser una amenaza para vaciar pueblos y motivar el temor mientras la impunidad se empodera, las imágenes cotidianas que dan cuenta de ello son prolíficas porque la inseguridad marca el ritmo de los hechos ante una sociedad en una espesa incertidumbre con gobiernos que no atinan a imponer el orden.

Bueno, más allá de los problemas globales             que ha motivado la pandemia que ha recorrido el orbe, también ha sobrevivido la esperanza de los tiempos mejores, la misma que se quedó al interior de la caja de Pandora para que no se pierda la fe y se pueda prescribir optimismo como receta que nos habrá de permitir no derrumbarnos.

Actualmente la incertidumbre la aporta en gran escala la variante ómicron para que la pandemia continúe como la gran amenaza global que hace ver frágiles los sistemas sanitarios del mundo, aún se desconoce hasta donde llegarán sus alcances y no se ve esta situación necesariamente con optimismo.

No obstante, más allá de los pesares habidos y por haber, de las incongruencias, contradicciones y más, siempre será oportuno expresar los mejores deseos en estas fiestas decembrinas.

Mantener con vida el ideal de la fraternidad es conveniente, el abrazo cordial que se entrega y se replica en este mundo que en muchas ocasiones luce desolado aunque en otras veces exhibe el brillo de un sol en lo más alto.

Sin esperanza el timón se perdería, la brújula del optimismo sería sustraída por el desencanto y al final todo terminaría por colapsarse.

Los mejores deseos para esta Navidad y que el próximo año renueve esperanzas, sea el lapso temporal para alcanzar logros y compartir felicidad, es posible.