Entrevista con Enrique de la Madrid

El 27 de diciembre de 2021, el presidente municipal saliente de Atlacomulco, Roberto Téllez Monroy, develó una estatua del presidente López Obrador, bajo el argumento de que se trataba de un homenaje al mandatario, quien –es justo recordarlo– ha rechazado este tipo de expresiones, incluso mostrando su negativa a que su nombre lo lleven calles o cualquier otro tipo de monumentos.

La estatua no duró mucho, pues en los primeros minutos del 2022 apareció derribada en el suelo y sin la cabeza de la obra que fue hecha, según declaró el alcalde saliente, por artesanos de Tlalpujahua Michoacán en cantera, y que fue costeada por el propio funcionario, de acuerdo a una entrevista que Téllez Monroy concedió a medios periodísticos, aunque tuvo que facturarla a nombre del municipio para que formara parte del patrimonio local.

Este hecho puso en la opinión pública el tema del culto a la personalidad, pues no se entiende de otra manera como un presidente municipal que perdió la elección en la que buscaba reelegirse, haya tenido una iniciativa tan polémica como erigir una estatua de un presidente que ha dicho que en su testamente dejará en claro que no desea el uso de su nombre para estos fines.

También recuerda una medida tomada durante la administración de Miguel de la Madrid, quien en abril de 1983 expidió un acuerdo mediante el cual se determina que “en las placas que se fijan con motivo de la inauguración de las obras públicas que realicen la Administración Pública Federal, centralizada o paraestatal, el Departamento del Distrito Federal y sus entidades, o los Gobiernos locales, cuando se trate de obras llevadas a cabo con recursos federales, no deberán consignarse los nombres del Presidente de la República y de los funcionarios públicos, durante el tiempo de su encargo, ni el de sus cónyuges o parientes hasta el segundo grado”.

Precisamente para hablar del tema, Siempre entrevistó a Enrique de la Madrid –hijo del presidente que impulsó el decreto comentado líneas arriba–, quien nos da su punto de vista de este tema.

 

Este episodio de la estatua en honor del presidente nos lleva al tema del culto de la personalidad, ¿qué opinión le merecen estos hechos?

En principio, la reflexión que nos merece esto es que en México deberíamos de insistir en ser un país cada vez más de instituciones y no de caudillos y de cacicazgos, porque en una parte importante de la población todavía hay esta añoranza por los caudillos, en la parte más negativa de caciques que se sienten dueños de parcelas o de territorios; entre más caudillismo y más cacicazgo tienes menos ciudadanía, creo que es una relación inversa y si eres un país que fortalece a las instituciones tienes más ciudadanos y menos clientelas.

Los caudillos lo que buscan son seguidores, creyentes, se vuelve un tema de fe, la política –en algunos segmentos de la población– se confunde con las creencias, con la religión, con cuestiones mágicas, entonces ese es un problema muy grave porque como persona no asumes una responsabilidad sobre tu vida, lo que acabas haciendo es que delegas esa responsabilidad en alguien que consideras iluminado, superior, con fuerza sobrenaturales y nada más falso que eso, cuando los problemas en el mundo de hoy son más complejos y en los gobiernos necesitas gente seria, conocedora y competente que necesita acompañarse de una ciudadanía que también asuma su responsabilidad.

Cualquier acción de culto a la personalidad, exaltar las fortalezas de un líder lo que hacen es fortalecer un sentimiento primitivo, es la búsqueda de caciques y caudillos que ayuden a salir de mis problemas y en donde no me asumo responsable de actuar como un ciudadano, esto es lo que está en el fondo de estas actitudes serviles de querer quedar bien con el caudillo.

Enrique de la Madrid

¿Se puede hablar de vanidad cuando un mandatario habla de querer ser el mejor presidente de la historia, de que su movimiento es comparable con otras gestas en el pasado?

Puede haber vanidad, es humana, no es necesariamente una virtud, pero lo entendería de personas que dan resultados; lo que observo en esta administración es que son muy buenos para contar cuentos, pero les salen muy mal las cuentas, al final del día en México nos tenemos que volver ciudadanos para exigir resultados, porque cuando veo el récord de homicidios en el país, con tres años de crecimiento negativo, con ingresos por persona –si lo dividimos por el tamaño de la economía entre el número de mexicanos– 5 por ciento menor al de 2018, tienes un tema de salud terrible con la nueva variante de ómicron equivale a perder una vacuna, con un nivel de vacunación bajísimo, así no encuentro resultados para ser vanidoso o presumirlos.

 

Preocupa que además de ser un presidente que es endiosado por sus seguidores, también concentra mucho poder, ¿qué hacer ante esto?

Lo que he mencionado es que lo más duro del poder es no poder; hay un poder que pareciera importante y grande, con actos de lisonja, pero no es lo que importa, lo que importa es poder disminuir el nivel de pobreza en el país, algo que no ha ocurrido; lo que importa es poder mejorar el nivel de seguridad del país, algo que no ha ocurrido; el poder que importa es uno que genere crecimiento económico y empleo y eso no ha ocurrido, lo que veo es una concentración de no poder y eso es peligroso para los mexicanos, porque observo que el mundo está cambiando a una velocidad exponencial, observamos una economía del conocimiento, del Internet, de la robotización que en la industria automotriz causa la pérdida de varios puestos de trabajo, qué estamos haciendo en México para movernos hacia una economía del conocimiento y para ayudar a estas personas que pudieran ver eliminados sus trabajos para entrenarlos y que tengan nuevas capacidades, pues nada.

Veo una concentración de no poder y a muchos que aplauden esto, que confunden a la política con la religión, algunos ven estos como actos de fe, algo que es muy útil y quienes tenemos creencias lo utilizamos, pero para darnos fortaleza y darnos convicción, pero no es una estrategia ni un plan para resolver los problemas de un país.

En la presidencia de su padre se emitió un decreto en el que se prohibía que se pusiera el nombre de un funcionario en un monumento, ¿qué significa que un presidente que hace mucho énfasis en cuestiones morales y que rechaza esto, haga caso omiso a este tipo de disposiciones?

Parece que es un gesto del alcalde saliente, un gesto lambiscón, la idea de ese acuerdo sigue siendo válida, tenemos que ir en contra del culto a la personalidad; la palabra culto, parece algo casi religioso, cuando tenemos que fortalecer a instituciones, que son una idea, por ejemplo, la salud a cuya idea se le suman hospitales, médicos, enfermeras, recursos, para atender la salud; al final lo que no nos debe importar es quien encabeza a la secretaría, lo que nos debe importar como ciudadanos es que esas instituciones deben estar funcionando, lo que veo es que esas instituciones en México no están funcionando, estamos en un proceso de desmantelamiento de las instituciones y más bien parece que estamos en una etapa de culto a la personalidad.

Esas reflexiones que vienen de los años 80 que tenemos que seguir siendo un país que fortalezcan a las instituciones y que tenemos que ser más ciudadanos y menos clientes, sigue siendo tan vigente como entonces.

 

La oposición, ¿no es cómplice al sólo reaccionar a los dichos del presidente y no ofrecer alternativas?

Todavía la oposición está un poco confundida porque ya estamos en una etapa no sólo hacer crítica, sino también propuestas. Es importante denunciar las cosas que están mal y decir que se puede hacer, por ejemplo, critico que estamos mal en la parte económica, pero doy ejemplos de que tenemos que hacer para crecer, como aprovechar el conflicto entre Estados Unidos y China y tratar de ir por muchas de esas inversiones que están en China y que se van a reubicar y hay que traerlas a México, o aprovechar este fenómeno de desglobalización que está ocurriendo a partir de la pandemia y del cambio climático, de las cadenas de producción que se acorta y que puede venir a México, tenemos que movernos de una economía de energías fósiles a renovables, México las tiene, y ahí también hay que invertir.

Hay algunos que no sólo estamos en la denuncia, sino también en la propuesta, para evidenciar que una mejor manera de hacer las cosas.

Creo no nada más en una crítica, sino en hacer propuestas para que los mexicanos sepan que hay una mejor manera, para que sepan que no nada más desconcertante pensar en que no hay salida y México si tiene salida; tenemos que generar conciencia que el camino que llevamos ahorita es el equivocado.

 

¿qué le hace falta a la oposición, hay quien habla de refundación, de reinventarse, de fusiones incluso, de autocrítica, para que sea un verdadero contrapeso y no sólo una caja de resonancia del ejecutivo?

Todo tiene un tiempo, desde mi punto de vista, en el corto plazo sólo hay tiempo de una alianza de los partidos de oposición con la ciudadanía que también quiera otra visión y que esa alianza genere una narrativa atractiva y que plantee candidatos viables y atractivos, no da tiempo de la gran reconversión de los partidos, estamos a dos años y medio de una elección presidencial, lo más que da tiempo es para consolidar esta alianza, generar propuestas viables y tener candidatos atractivos, solamente para eso dar tiempo.

Hay que ser realistas, pero eso es suficiente, tener una plataforma fuerte, pero sobre todo con una narrativa y una serie de propuestas viables e interesantes y con candidatos vendedores, para eso sí hay tiempo y ahí concentraría los esfuerzos.

@AReyesVigueras