Ser internado en la Terapia Intensiva de un hospital no debe significar una sentencia de muerte para los pacientes gravemente enfermos, sino un recurso terapéutico que puede significar una alternativa para su recuperación y una oportunidad de vivir, afirmaron médicos del Hospital Juárez de México, que obtuvieron el primer lugar en el Examen de Certificación del Consejo Mexicano de Medicina Crítica, A. C. (CMMC), realizado el 22 de enero.

A pesar de que los tratamientos y los procedimientos pueden ser muy invasivos e impactantes, y el pronóstico desfavorable, la Terapia Intensiva o Unidad de Cuidados Intensivos es una esperanza de vida que no se debe desaprovechar, expresaron los doctores Lidia Mayo Hernández, Karlos Gutiérrez Toledo, Domingo José Gómez Alayola y Álvaro Tapia Cortez, proveniente de La Paz, Bolivia.

Los cuatro especialistas del Hospital Juárez de México obtuvieron el reconocimiento por su primer lugar por equipos, así como el segundo y tercer lugar a nivel individual, entre más de 200 participantes de 47 instituciones médicas públicas y privadas de todo el país, durante el examen o evaluación realizado por el CMMC, que es un organismo académico facultado para certificar y recertificar a los médicos especialistas en medicina crítica.

Durante la evaluación, los médicos intensivistas demostraron sus conocimientos, destrezas y habilidades en casos clínicos específicos, y resaltaron que las unidades de cuidados intensivos son esencialmente espacios para el trato con sentido humano y digno a los pacientes y sus familiares.

Lo anterior quedó demostrado durante estos dos años, en que atendimos a unos 700 pacientes infectados gravemente con el virus en las cinco terapias intensivas que se habilitaron en el hospital.

“Nos correspondió ser la generación COVID, y desde el mes de marzo del 2020 demostramos el liderazgo, compromiso y la pasión con que se trabaja en la Terapia Intensiva del hospital, en la atención de los enfermos, así como la formación de especialistas en medicina crítica”, expresó Karlos Gutiérrez Toledo.

Durante la atención de los infectados con la nueva enfermedad nos percatamos de la importancia del trabajo en equipo y multidisciplinario para luchar contra los estragos que provoca, agregó la doctora Lidia Mayo Hernández.

A su vez, el doctor Álvaro Tapia Cortez relató que su apuesta siempre fue cumplir con su sueño de especializarse en medicina crítica, y con esa idea viajó desde su natal Bolivia al Hospital Juárez de México.

Sin embargo, en pleno viaje a principios del 2020, el virus que surgió en Wuhan, China, y después se dispersó por todo el mundo, representó todo un desafío ya que dejaba atrás a mi familia. “De todas maneras decidí quedarme en México, y como se dice coloquialmente en mi país cuando las cosas salen bien: dos años después, al terminar la subespecialidad, puedo decir que el resultado fue muy “waso”.

Domingo José Gómez Alayola resaltó que en la vida siempre buscó ser diferente, y por eso escogió formarse como médico intensivista en el Hospital Juárez de México, considerado como la mejor escuela. En este lugar entendí que cada día tenía que dar el 200% de mi capacidad física y mental, para brindar la mejor atención a los enfermos.

Los médicos coincidieron en que a cada uno de los pacientes de la Unidad de cuidados intensivos los tratan como si fuera un familiar. Estamos conscientes de que también ellos tienen familiares que los aguardan, que se aferran a la esperanza de su recuperación, que desean regresar a sus hogares.  Por ello siempre pensamos en que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para sacarlos adelante.

Es entonces cuando se comprende que no todo es conocimiento, habilidades o destrezas. A veces, lo que más se necesita es trato humano, sensibilidad y ponernos en su situación. Por eso, en cada caso sudamos la gota gorda en su tratamiento.

Es muy satisfactorio y hasta inexplicable cuando se recuperan y van a casa, y luego nos mandan saludos. Ese fue el caso de un paciente que hace unos meses llegó muy grave y en contra de todos los pronósticos se recuperó del COVID-19 y en diciembre nos envió una foto festejando con sus familiares.

Encabezados por los médicos intensivistas Luis Antonio Gorordo Del Sol, Jessica Garduño López y Marco Amezcua Gutiérrez, concluyeron: vale la pena que los enfermos que llegan a la Terapia Intensiva no se rindan y continúen luchando por sus vidas.

 

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