“Y es que, en el mundo traidor, nada es verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira”.
Ese breve poema del filósofo y literato español Ramón de Campoamor (1817-1901), pareciendo muy subjetivo, lleva en su fondo una objetividad innegable.
Mire Usted, estimado lector, el concepto sólo es aplicable al “mundo traidor”; pero, además, el objeto tiene su propia naturaleza, mientras el sujeto que percibe observa bajo la relatividad de su tiempo, espacio, circunstancia y temperamento personalísimo.
Y esa mezcla de los elementos del conocimiento (objeto conocido y sujeto cognoscente) cuentan demasiado para evaluar viejas narraciones escritas, más imaginadas que ciertas, pero eso sí, hermosas fantasías humanas revueltas con ciertos hechos con registro histórico.
La llamada Semana Santa de este año 2022 es el objeto de este artículo; y, desde luego también, el resultado de la llamada revocación de mandato del Amlo, acto inconstitucional a todas luces.
Esta Semana Mayor, como también se le denomina, es como cada individuo la ve, la vive y la aprecia, según el color del cristal con que la mire, la goce, la padezca y estime.
Un católico repleto de dogmas, a la antigua usanza, la observará como la pasión, muerte y resurrección, del hijo de dios, enviado por su padre para enseñar el camino de salvación a los seres humanos, según los evangelios autorizados, en principio, en el Concilio de Nicea del año 325 de nuestra Era.
Un católico, así, estimará esta fecha como días de guardar.
¡Muy sus cristales para tasar esos santos momentos! Y ante esa persona, todos debemos respetarla.
Escritores como Ernesto Renan, Giovanni Papini, Robert Graves, Diego Fabbri e Ignacio Burgoa, escribieron sobre algún aspecto de la vida de Cristo, con ánimo literario.
Ellos gozaron al escribir su obra. ¡Muy sus cristales para analizar este asunto!
El mexicano común de estos tiempos, en relación con la Semana Santa, ni es místico, ni es dogmático y, acaso, ni religioso; busca, más bien lo placentero.
El hedonismo a lo mexicano se observa en la mayoría de sus actos. ¡Muy sus cristales para la valoración de sus descansos en estos días de guardar!
Escrito lo anterior, el Jesucristo resucitado bien podría hacer suyo el poema de Santa Teresa de Jesús (1515-1582), aquella inteligente mujer de Ávila que, formando dentro de la orden de ‘las carmelitas’, consideraba a su imaginación como “la loca de la casa”:
“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”.
¡Muy sus cristales! De filosofía poética
Pero, por cierto, con cerca de 16 millones de votos emitidos en ese inconstitucional evento de “revocación”, con todo y acarreados, ilegalidades, y la espantoso fuerza económica y política del presidente Andrés Manuel López Obrador y sus ciegos seguidores, incluyendo a sus secretarios y a los gobernadores, preguntémosles: ¿en qué quedan los 30 millones de votos del 2018 que constantemente presume como propios el autócrata?
No hay duda, Andrés Manuel y su 4T se están desmoronando a pasos agigantados.
La fuerza del gobierno, en este evento revocatorio, reveló su debilidad. ¿Dónde está el más del 60% de aceptación popular que tanto cacarea López Obrador?
Para cubrir su debilidad, lanza las mentiras: “triunfo”, “victoria”, al estilo del perico del que nos habló José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827).
Al loro sólo le habían enseñado esas dos palabras: “triunfo, victoria”, las que repitió, continuamente, mientras el halcón lo llevaba entre sus garras.
Y es que los cristales con que mira la realidad el presidente Amlo están deformados a su conveniencia; pero… ¡muy sus cristales!
Lo objetivo, y probado, es el pésimo fruto de su mala siembra.


