El PRI, antaño invencible, se prepara para bien morir. Nada bueno le espera en las próximas elecciones. Antes, sin necesidad de bules viejos, como lo son el PAN y el PRD, se las ingeniaba para ganar, reiterada y contundentemente, en los que consideraba eran sus más firmes baluartes: Oaxaca, Estado de México e Hidalgo. Todo pasa. También pasaron sus glorias y sus triunfos. No hablaré de cosas tristes, por aquello del dicho que titula esta colaboración. Aludiré a dos futuros embajadores.

Oaxaca

Alejandro Murat, que pintaba como una de las cartas fuertes del PRI para el 2024, está a punto de ser nombrado embajador; representará, al parecer dignamente, al gobierno morenista. Eso y el lugar a donde nos representará, con altura de miras, se sabrá pasado que sea el próximo proceso electoral. No será necesario que cambie el color del chaleco que usa. Los morenos no son tan fijados; podrá seguir usando el tricolor. 

En este momento lo importante es que Alex Murat se siga disciplinando; que no obstaculice, y que siga apoyando la marcha de Salomón Jara, candidato de Morena, en su intento por llegar a la gubernatura de Oaxaca, entidad que hasta ahora gobierna y que, en cambio, lo haga en detrimento y perjuicio del candidato de su propio partido: Alejandro Avilés. Se habla de que Morena, para asegurarlo, para no tener sorpresas desagradables, le tiene guardado unos “juguetitos” que dejó olvidados en su paso por el INFONAVIT. Al parecer hay algo gordo, muy gordo. No me consta.

Estamos ante la pérdida de otro bastión priista. El mérito de la victoria morenista no se deberá a su candidato, que, al parecer, tiene cola que le pisen (Proceso 2378, 29 de mayo de 2022, página 24), ni a la campaña que está realizando; tampoco a la presencia de los presidenciales, a los que se les llena el oído cuando sus paleros les gritan: “Presidente, presidente” o su variante: “Presidenta, presidenta”. 

El triunfo, al parecer avasallador, que se espera en las elecciones próximas, se deberá a “Ya saben quién”. Oaxaca es uno de los estados que más ha visitado AMLO durante lo que va del sexenio y, al parecer, una de las entidades que ha recibido mayor inversión; prueba de ello es el ferrocarril del istmo, la infraestructura que se está levantando y la inyección de dinero que se está haciendo.

Al viejo priista José Murat no le quedará más que apechugar y seguir el destino de su hijo. Por afinidad pudiera estar aconsejando a Alex que pida alguna de las embajadas de México en el Medio Oriente: Líbano, Irak o Irán.

Estado de México

El otro bastión priista, el más importante en número de votos y recursos: el Estado de México, todo apunta que se pintará de morado. Ese es su destino. De caer en manos de Morena significará una triple pérdida para el PRI: la de la entidad, la del reducto más importante de votos y la de uno de sus más visibles y viables prospectos para el 2024. 

Todo apunta que, sin importar quien sea el candidato de Morena: Horacio Duarte, Higinio Martínez o Delfina Martínez, la plaza mexiquense es de Morena.

Los priistas, en especial Alfredo del Mazo, tendrán que prepararse para para pasar un trago si no amargo, sí agrio, pues renunciando a sus viejos colores, los que desprestigiaron en detrimento de los mexicanos, deben comenzar a adquirir un tenue color morado. Para logarlo deben recordar un verso de la vieja canción de autor anónimo: “El limoncito”; uno de sus versos dice:

“El limón ha de ser verde,

Pa que pinte de morado.

El amor para que dure,

Debe ser disimulado”.

La canción es tan vieja que, según dice la historia, la Orquesta Típica de la Ciudad de México, que en ese entonces dirigía don Miguel Lerdo de Tejada, en el mes de julio de 1928, la estaba interpretando en el momento en que José de León Toral le vació los tiros de su pistola al presidente electo Álvaro Obregón. 

En México los magnicidios se ejecutan con música: el atentado contra Luis Donaldo Colosio se ejecutó con las notas de la canción “La culebra”, la que comienza: “íbamos a la molienda, de pronto yo vi, cerquita de mí, ….”

Pues bien, Alfredo del Mazo y su casi extinto partido, están próximos a rendir la plaza; y a entrega la joya de la corona, a cambio de una embajada. Quiero suponer que, por tratarse de un líder influyente, no habrá expulsión ni pérdida de sus derechos partidistas. Sólo tendrá que apurar una pócima de jugo de limón agrio, para que sus canas comiencen a pintar de morado.

Ya estando en esas, le sugiero que, si le dan a escoger, por estar ya ocupada la embajada de España por otro ex priista, opte por la de Portugal, para estar cerca de su paisano y cofrade de un extinto grupo: Enrique Peña Nieto.

Del estado de Hidalgo, tierra de caciques, poco es lo que hay que hablar. Esa es una plaza que tiene amarrada Julio Menchaca. 

Ese será el fin del PRI y, desde luego, del Grupo Atlacomulco. Se vendrá abajo una buena opción de candidato presidencial para el 2024: la de Alfredo del Mazo. Enrique De la Madrid, aunque brinca y grita para que lo vean, nadie voltea al lado donde está. Para la elección del 2024 es un hombre muerto o no cuenta. “Es demasiado perfumado”.

Vemos venir, como una avalancha avasalladora, al Grupo Texcoco. Parece que va a llegar para quedarse. Pronto veremos a AMLO visitando insistentemente el territorio mexiquense. Su presencia coincidirá con obras de infraestructura que inundarán la entidad y de apoyo a la población de escasos recursos; ella será la beneficiaria. Lo que antaño se conocía como corredor azul se pintará de morado. Quedará como un recuerdo. 

Todo a su tiempo. Nada que ver con el pasado. Habrá un Cielo nuevo y una Tierra nueva. Todo será felicidad.