La perversión de una relación o de un lugar siempre ha sido un acontecimiento que si no hiela la sangre por lo menos produce decepción. La perversión es el cambio radical de un sentido, de la finalidad de un vínculo, un lugar, una institución, etc.

La violencia suele pervertir longitudinal y transversalmente las relaciones y los lugares dónde se gesta la convivencia: la familia: de un grupo que protege, cuida y ama a una agrupación que destruye, persigue y lastima; la amistad: de un vínculo de empatía, apoyo y solidaridad a un vínculo abusivo, hostil e indiferente; el trabajo: de lugar de realización profesional y económica a un lugar de explotación, discriminación y clasismo; la comunicación de una pareja: de amor y ternura, a abuso verbal y físico; el hogar, de refugio y protección, a un lugar indiferente, punitivo y descalcificador; la escuela: de ser un lugar para aprender, conocer y experimentar, a un lugar que es zona de guerra y muerte.

El Mass Shooting o balacera masiva no es un fenómeno perverso tan nuevo o moderno cómo se cree, hay referencias  de asesinatos en escuelas de profesores y alumnos desde 1763 en EE.UU. si bien las razones son diferentes, los espacios escolares ininterrumpidamente han experimentado el viraje del sentido de lo que debiera ser una escuela para los que participan en ella a lo largo del siglo XIX, XX y XXI convirtiéndose en lugares poco seguros y trágicos.

Tampoco es un fenómeno exclusivo de los EE.UU., han sucedido eventos similares en Europa, Rusia, América Latina, África. Sin embargo, ningún país tiene un récord que se acerque al de los Estados Unidos.

Existen  estudios que han atribuido la etiología a múltiples factores: la disfunción familiar, la marginalidad socioeconómica-cultural, adicciones, alteraciones neuropsicologicas, bullying, violencia doméstica, abuso de videojuegos de contenido violento, imitación conductual, enfermedades mentales con psicopatías tendientes a buscar atención, son las más mencionadas.

La paradójica situación de que  EE.UU representa el 4.4% de la población mundial, tenga el 42% de las armas del planeta, es un dato que ha sido curiosamente menospreciado por la Asociación Nacional del Rifle que es una de las asociaciones civiles más antiguas qué más se opone al control de venta de armas a la población civil y  además presiona políticamente para continuar con el “derecho a poseer armas para defenderse los ciudadanos ante las agresiones”.

El elemento de la confianza traicionada, es un aspecto que unifica las variables multifactoriales del Mass Shooting, las investigaciones señalan un dato curioso e interesante, son las ciudades y poblados pequeños en los cuales los habitantes se conocen de tiempo atrás es dónde los connatos de este tipo de violencia son más comunes, justo en lugares dónde las personas no son anónimas entre sí acontecen estos estallidos de asesinatos. No son  las grandes ciudades dónde las personas casi no se conocen y las posibilidades de que vuelvan a encontrarse son remotas.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que la falta de privacidad para resolver los problemas personales y familiares, al estar constantemente expuestas (las carencias y los conflictos de las personas) las hacen ser juzgadas y ser blanco de críticas descalificadoras de otras personas exitosas que las tratan como “perdedores sociales”.

La tensión social de estos señalamientos llevan al límite a población vulnerable (cómo los adolescentes) que están muy expuestos a la aceptación social y hacen todo lo posible por integrarse durante un tiempo, de no lograrlo experimentan resentimiento social que puede resolverse de formas patológicas. El estimular la competencia en las escuelas es un modelo de enseñanza-aprendizaje muy valorado en EE.UU. por sobre la colaboración grupal.

Este esquema de educación ha empezado a ser muy recurrente en nuestro país y puede que genere ventajas cuantitativas y cualitativas pero la parte de segregación no ha sido evaluada adecuadamente. Unida a la intensa competitividad está la “falta de privacidad” para solucionar las crisis personales, las redes sociales, han expuesto esta privacidad en un escaparate global en el cual “los conocidos” pueden opinar acerca de la vida de las personas que buscan aceptación, admiración e integración. La propia vida empieza a compararse con otras vidas aparentemente más deseables y exitosas, la humillación y la envidia resultantes forman un caldo de cultivo para diversas formas de violencia.

Compartir la privacidad sin vínculos de confianza expone el equilibrio mental y físico de las personas, si a esto agregamos las otras variables, los resultados pueden ser catastróficos. No sólo es el control de armas, también es que los jóvenes dispongan de vínculos de confianza real que les proporcionen alternativas de aceptación y reflexión sobre los límites de lo que es la fantasía de la apariencia y la realidad.

La autora es doctora en Psicología Hospital Juárez de México